En un trabajo publicado previamente en esta bitácora el 2 de abril de 2018 bajo el título “Las guerras comerciales han empezado” se habían anotado algunas observaciones sobre una incipiente guerra comercial internacional desencadenada por el presidente norteamericano Donald Trump como resultado de su imposición unilateral de tarifas arancelarias arbitrarias del 25% a las importaciones de acero y 10% a las importaciones de alumnio, farfullando el empresario metido a político en su cuenta de Twitter que las guerras comerciales son buenas y ‘fáciles de ganar’. Las primeras consecuencias de las que se había advertido en dicho trabajo ya se empezaron a dar, confirmadas con la noticia de que la empresa fabricante de motocicletas Harley-Davidson sacará fuera de los Estados unidos parte de su producción llevándose dicha producción a Tailandia y eliminando con ello empleos de ciudadanos estadounidenses a los cuales presumiblemente la empresa va a echar a la calle, al ocasionar las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump un incremento promedio en sus motocicletas de alrededor 2,200 dólares. Como consecuencia del anuncio, las acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York sufrieron un desplome, como un presagio de cosas por venir.
A la vez que el fabricante de motocicletas Harley-Davidson se preparaba para trasladar algunas fábricas fuera de Estados Unidos debido a los nuevos aranceles europeos, la principal funcionaria de la Unión Europea para el comercio aseguró que Estados Unidos ya había sido claramente adverido de que enfrentaría consecuencias si imponía aranceles a sus importaciones de acero y aluminio procedentes de Europa. La comisaria de Comercio, Cecilia Malmstrom, dijo que "tiene que haber consecuencias si no se respetan las normas internacionales y mundiales". Agregó que estaba claro que las empresas y los compradores estadounidenses "presionarían al gobierno estadounidense para que dijera: 'Oye, espera un minuto. Esto no es bueno para la economía de Estados Unidos'. Y eso es lo que está pasando". Malmstrom añadió que la UE está investigando si el acero o el aluminio que antes se destinaba a Estados Unidos está llegando ahora a Europa debido a la decisión arancelaria. Dijo que la Comisión de la UE podría introducir contramedidas a mediados de julio.
No solo la empresa Harley-Davidson resultó impactada con las tarifas aduaneras impuestas caprichosamente por el peor presidente que ha tenido Estados Unidos en toda su historia. Otras empresas norteamericanas como varias fabricantes domésticas de clavos para cuya elaboración se requiere como materia prima el mismo acero hoy más caro anunciaron que están preparándose para tiempos difíciles ante una caída en sus ventas que ya se empieza a dar.
Supuestamente, el principal propósito de Donald Trump en sacar el gran garrote para asestarle a importantes socios comerciales alrededor del mundo como China y los países europeos un castigo de índole proteccionista era crear empleos en Estados Unidos al hacer más caros el acero y el aluminio importados de fuera, obligando a las empresas norteamericanas a comprar todo su acero y aluminio a empresas estadounidenses creando con ello empleos en el sector productor doméstico de acero y aluminio. Pero en los primeros efectos que ya se están detectando, no solo no se va a crear un solo empleo adicional dentro de Estados Unidos como resultado de las tarifas arancelarias impuestas de manera completamente arbitraria por un capricho del bully que ocupa la Casa Blanca, sino que está empezando a costar la pérdida de empleos en otros sectores que dependen del mercado del acero y aluminio, como la empresa Harley-Davidson y los fabricantes de clavos. Podríamos llamarle a esto el "efecto boomerang".
Además de que la empresa Harley-Davidson moverá operaciones fuera de los Estados Unidos a causa de los aranceles impuestos de manera totalmente arbitraria por el presidente Donald Trump. Resulta que también que otra empresa importante, la empresa Ford moverá producción fuera de los Estados Unidos. Actuando a la par con Harley-Davidson, Ford anunció que había decidido utilizar la planta ubicada en Cuatitlán, Estado de México para producir su primer vehículo eléctrico en todo el mundo. La Ford fabrica ya en México el modelo Fusion Híbrido, en Hermosillo, Sonora. El nuevo vehículo será completamente eléctrico. Como una consecuencia de proporciones históricas, resulta entonces que el primer vehículo eléctrico de Ford se fabricará en México.
Un año atrás, queriendo complacer y agradar al recién inaugurado presidente Donald Trump, la Ford había cancelado la construcción de una planta de mil 600 millones de dólares que tenía planeada construír y abrir en México en el estado de San Luis Potosí, lo cual detonó como respuesta furiosa en México un boicot en contra de Ford que quedó documentado en esta bitácora el 5 de enero de 2017. Sin duda alguna, tanto la cancelación de la construcción de la planta de Ford en San Luis Potosí (estado en donde ya no quieren saber nada de la Ford nunca más) como el boicot mexicano de protesta se tradujeron de alguna manera en pérdidas cuantiosas para la empresa. Y Donald Trump no movió un solo dedo para reponerle un solo centavo a la empresa compensándola por las pérdidas que tuvo a causa de la cancelación del proyecto de la Ford en San Luis Potosí obedeciendo las presiones de Trump para que hiciera tal cosa. Como a Trump sus pésimas decisiones en materia de negocios comercio internacional no le cuestan en lo personal nada, no hay quien lo pueda parar al momento de soltarse haciendo barbaridades que las empresas norteamericanas (y de una manera u otra, el mismo consumidor norteamericano) terminarán pagando a precios elevados.
Enfurecido por la decisión tomada por Harley-Davidson, puesto el ogro entre la espada y la pared, en vez de aceptar humildemente que a causa de su estupidez e ignorancia cometió un error garrafal con consecuencias perjudiciales a largo plazo para mucha gente, el torpe aprendiz de brujo ha amenazado con tomar represalias no solo imponiendo nuevos aranceles a otros productos importados de fuera sino amenazando con castigar duramente bufando furioso en su cuenta oficial de Twitter: “¡Harley debe saber que no podrá volver a vender en Estados Unidos sin pagar un gran impuesto!”. El ‘tweet’ de Trump publicado el 26 de julio lo puso en los siguientes términos:
“¡Una Harley-Davidson nunca debería ser fabricada en otro país, nunca! Sus empleados y clientes ya están muy molestos con ellos. Miren, si hacen el traslado será el comienzo del fin. ¡Se rindieron, renunciaron! ¡El Aura se irá y serán gravados como nunca antes!",Esto ya es una amenaza directa en contra de una empresa norteamericana. Tal vez quiera dar un ejemplo que cualquiera que trate de llevarle a Trump ‘la contra’ deberá estar preparado para ser aplastado como un gusano. ¿Pero que acaso un duro castigo impuesto por Trump directamente en contra de Harley-Davidson no es algo que pone en riesgo los empleos de todos los trabajadores norteamericanos que laboran para dicha empresa, muchos de los cuales votaron por Trump? Pues por lo que se ve, la pérdida de empleos de sus propios compatriotas es algo que le importa un bledo porque pesa mucho menos en su conciencia que cualquier afrenta que se le haga a su ego inflado.
Terco, aferrado a su muy limitada e infantil visión del “gran panorama”, Trump seguirá negando por completo que sus políticas bizarras sean causantes de las decisiones tomadas por empresas como Harley-Davidson. Ante lo cual los países afectados han advertido que responderán en contra de Estados Unidos con represalias similares. Precisamente de este tipo de escaladas tratan las guerras comerciales, con un escalamiento atizado por una buena dosis de orgullo nacional en ambas partes.
La decisión tomada por la empresa Harley-Davidson fue estrictamente una decisión de negocios que no tuvo ninguna motivación política, se trata de una empresa como cualquier otra, dedicada a la fabricación y venta de motocicletas, es un negocio como cualquier otro, cuyos propietarios y accionistas reaccionan a condiciones adversas en el mercado y toman sus decisiones ya sea para maximizar las ganancias o para minimizar las pérdidas en los libros de contabilidad de la empresa. Esto lo debería saber y entender alguien como Trump, que había sido empresario toda su vida antes de meterse de lleno a la política para apoderarse de la Casa Blanca con la ayuda de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana. ¿O acaso no era lo que presumía Trump? Bueno, tal vez está aprendiendo que no es lo mismo administrar una empresa que administrar a toda una nación, aunque los costos y las pérdidas no serán pagados por él sino por quienes lo eligieron.
Personalmente, yo no esperaba que las primeras consecuencias llegaran tan pronto, pero ya se están manifestando. Y esto es apenas el principio. Las tarifas arancelarias que China ha impuesto a la soya y a los productos porcinos que importaba de los Estados Unidos eventualmente le van a pegar muy duro a los granjeros del Medio Oeste norteamericano que dependen para su supervivencia de sus exportaciones a los mercados internacionales.
Las tarifas arancelarias que países como China, México, Canadá y los países europeos le han impuesto a la soya y a otros productos que importaban de los Estados Unidos tarde o temprano se van a traducir en la ruina económica de muchos de esos granjeros que han dejado de ser competitivos al no tener clienes a quiénes vender sus productos a precios competitivos. Se trata de gente ordinaria que está condenada a enfrentar la bancarrota y que tendrá que cerrar sus granjas y sus negocios por incosteabilidad. Más pérdida de empleos. ¡Y justo cuando la recuperación económica del país lograda por la anterior administración de Barack Obama se había logrado traducir en la menor tasa de desempleo en bastante tiempo!
La imposibilidad de poder colocar sus productos y mercancías fuera de Estados Unidos a precios competitivos no es el único dolor de cabeza que enfrenta la población norteamericana. Las medidas arancelarias impuestas por Donald Trump inevitablemente van a tener un efecto inflacionario a corto plazo, necesariamente todo dentro de Estados Unidos empezará a subir de precio, y el consumidor norteamericano es el que eventualmente terminará pagando las facturas con más dinero saliendo de sus propios bolsillos.
Se prevee que la caída en la tasa de desempleo en Estados Unidos que Donald Trump fanfarronamente proclamaba como suya sin mérito alguno de su parte ya que era el efecto de simploe inercia de la recuperación legada por Barack Obama tocará fondo tarde o temprano, tras lo cual no tendrá otro lado a donde ir excepto hacia arriba. Y a partir del preciso momento en el que la caída en la tasa de desempleo desaparezca y empiece a haber una pérdida neta de empleos, aunque sea de unos cuantos, provocará preocupación en estadounidenses que anticipando tiempos difíciles. Estamos hablando de un efecto psicológico importante en el cual los norteamericanos preocupados por tiempos difíciles para los cuales es importante tener algunos ahorros van a comenzar a limitar sus compras, lo cual termina produciendo una retracción en los mercados internos que a su vez terminará provocando aún más desempleo y quiebra de empresas. Se trata de la receta perfecta para una crisis económica a escala global.
Cierre de negocios, pérdida de empleos, una escalada inflacionaria imparable, una caída en la confianza de los consumidores ante la perspectiva de malos tiempos económicos. Y todo por culpa de un solo hombre ignorante que en su exacerbada soberbia creyó que era superior a todos los mejores economistas y planeadores que hayan egresado de las universidades norteamericanas.
El impacto que ya se empieza a sentir lo están resintiendo muchos de los que votaron por Donald Trump, se trata de los mismos culpables de haberlo llevado con sus votos a la presidencia de Estados Unidos. Y aunque hay elecciones intermedias dentro de unos cuantos meses para la renovación del Congreso norteamericano, al pedante soberbio llamado Donald Trump no se lo van a poder quitar de encima por lo menos en dos años más, y aunque en 2020 los votantes enardecidos lo echen fuera de la Casa Blanca al emitir sus votos en las urnas, el daño causado por un solo hombre ya estará hecho, y se trata de un daño no a corto plazo sino a largo plazo.
Donald Trump no les va a reponer a quienes votaron por él un solo de los empleos que se vayan perdiendo a causa de las guerras comerciales desatados por Trump contra el resto del mundo. No le va a dar a uno solo de ellos ningún empleo dentro del gobierno federal, aunque moralmente estaría obligado a hacer tal cosa por tratarse de gente que votó por él, por tratarse de gente que lo llevó a la Casa Blanca.
Con Estados Unidos cada vez más aislado del resto del mundo, malquistado con quienes antes eran sus aliados, con un hombre engreído y soberbio incapaz de reconocer ninguno de sus errores, a partir de ¡ya! las cosas no pintan nada bien para el estatus de liderazgo que antes tenían los USA. Aún si Donald Trump es echado fuera de la Casa Blanca dentro de dos años, el resto del mundo y sobre todo los países que antes eran aliados de USA ya no volverán a confiar como antes en el país como el líder mundial que antes era, porque después de todo si la población norteamericana en conjunto erró fatalmente al abusar del sistema democrático llevando a alguien como Donald Trump a la presidencia, ¿qué garantías puede haber de que la sociedad norteamericana no volverá a cometer el mismo error? Ninguna.
Por lo pronto, el acuerdo transpacífico del cual Estados Unidos se salió por decisión unilateral arbitraria de Donald Trump perdiendo con ello para siempre su posición de liderazgo con los países del continente asiático está siendo beneficiado por el deseo de Colombia de sumarse a dicho tratado, en el cual China (la primera potencia económica mundial) está supliendo ya la ausencia de liderazgo que Estados Unidos dejó con su salida.
El descalabro final que puede resultar de la administración caprichosa de un sujeto comportándose neciamente como un niño malcriado en lugar del estadista que debería de ser puede tener como consecuencia histórica endeleble el que Estados Unidos ya nunca volverá a ser lo que era antes. Al igual que como ocurrió con el Imperio Romano, del cual lo que queda hoy es un país llamado Italia que no es ni la sombra del poderoso imperio que alguna vez fué. Y al igual que como ocurrió con Babilonia, con el Imperio Persa, y otros imperios cuya grandeza solo se puede apreciar ya en las ruinas arqueológicas del presente.
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