jueves, 23 de agosto de 2018

¿Extinción de la raza blanca en puerta?

Esta entrada podría titularse “La verdadera razón detrás de la popularidad de Donald Trump entre los votantes blancos”. Pero el título que se ha seleccionado expone con mayor contundencia y claridad aquello de lo cual la mayoría de los medios de comunicación y los principales comentaristas y analistas no han querido hablar quizá por el temor de que se esté volviendo a repetir la misma historia que se gestó en Europa hace un siglo. No quieren echarle más leña a la hoguera. Sin embargo, no hablar para nada del asunto no hará que se aleje el espantajo.

Muchos se han estado preguntando el por qué un tipo tan incivil, tan grosero, tan ignorante, tan pendenciero, tan mentiroso y tan impredecible como Donald Trump haya logrado acaparar en un país democrático los votos necesarios para encumbrarlo a la presidencia del todavía país más poderoso del mundo en muchos respectos. ¿Se volvió loca la sociedad norteamericana? Tal parece. Sin embargo, hay una razón de fondo actuando en el subconsciente de muchos de la que no se habla con la frecuencia con la que se debería de hablar, y tal razón de fondo empieza a adquirir su verdadera dimensión cuando se considera que quienes llevaron a la presidencia a Donald Trump (y todavía lo siguen apoyando) son aquellos que pertenecen al segmento social formado en su gran mayoría por blancos del tipo caucásico europeo. Y en las mentes de todos ellos, aunque quieran negarlo, resuena una estadística que les causa terror hasta alcanzar niveles de pánico.

La estadística es ésta. De acuerdo a los análisis y pronósticos más apegados a la realidad elaborados por la Oficina del Censo en los Estados Unidos, de manera inexorable e inevitable los estadounidenses blancos dejarán de ser mayoría en 2043. Y no falta ya mucho para que se cumpla el plazo fatal. Esto tiene a muchos que se consideran pertenecientes a la aún mayoritaria raza blanca con los nervios de punta, y subconscientemente ven el advenimiento de tan duro acontecimiento como una especie de apocalipsis, equiparándolo con la primera gran llamada de atención sobre lo que vendría siendo la eventual extinción a largo plazo de la raza blanca después de que se haya convertido por vez primera en la historia de los Estados Unidos en una minoría. Y el pánico que no quieren confesar es que, una vez que los blancos se conviertan en minoría y ya no cuenten con la fuerza numérica de la mayoría para abusar de las minorías como lo han hecho a lo largo de su historia (por ejemplo, en la época del esclavismo en los estados sureños), llegará la hora del ajuste de cuentas, la época en la que los no-blancos tendrán la oportunidad de vengarse y tomar retribución por todas las humillaciones de las que sus antepasados fueron objeto.

Varias encuestas muestran que los estadounidenses que se consideran a sí mismos como blancos y que votaron por Donald Trump son el segmento que se siente más discriminado en Estados Unidos, aún por encima de los judíos o de los hispanos. Para estos votantes, las palabras como “muro”, “tolerancia cero” o “prohibición de viajes” son como “música para sus oídos”. Y esto lo sabe muy bien Donald Trump, el cual en una jugada maestra de manipulación de multitudes usa tales temas para dividir a la sociedad y ganar adeptos.

En la última semana del mes de junio de 2018, el famoso Pat Buchanan:




cuya filosofía y modo de pensar son ya ampliamente conocidos alrededor del mundo estuvo en el programa “The Laura Ingraham Show” para hablar de la crisis humanitaria que Donald Trump ha creado en la frontera por separar a niños de sus padres con la implementación de la política de tolerancia cero. Como era de esperarse, Buchanan no fue particularmente empático con el sufrimiento de estas familias y, en cambio, decidió enfocarse en el peligro demográfico que enfrenta la raza blanca: “Este es el gran problema de nuestra época. La verdadera pregunta es si Europa y Estados Unidos tienen la capacidad —y Europa la voluntad— de frenar la invasión de los países hasta que cambien su naturaleza —política, social, racial, étnica— por completo. No puedes acabar con las ganas de la gente que quiere vivir con los suyos y desea que sus fronteras estén protegidas”. No debemos equivocarnos ni tener alguna duda al respecto: Buchanan está hablando de proteger el dominio de la raza blanca, la cultura blanca, las mayorías blancas y el poder blanco.

El mismo Pat Buchanan explicó su opinión en detalle en su blog, diciendo: “Sin embargo, la pregunta existencial sigue siendo esta: ¿cómo es que Occidente, incluyendo a Estados Unidos, puede detener la ola migratoria antes de que altere para siempre la naturaleza política y demográfica de nuestras naciones y nuestra civilización?”. Para describir la aversión de los liberales occidentales a la institución de políticas de inmigración racistas y xenofóbicas, escribió: “En este caso, de verdad estamos lidiando con una ideología de suicidio occidental”. Y concluyó así: “Política y emocionalmente, Trump podría estar en el lado equivocado por haber separado a los niños migrantes de sus padres. Pero en el panorama más amplio —la invasión de Occidente por parte del Tercer Mundo— está encabezando la gran ola del futuro, si es que Occidente ha de tener un futuro”.

Hagamos a un lado los demás razonamientos de las políticas migratorias draconianas que quiere implementar Donald Trump como la bautizada como tolerancia zero. Esta es la verdadera esencia de lo que muchos blancos ya están convencidos que está en juego: la ansiedad por la extinción de la raza blanca, la ansiedad por el desplazamiento de los blancos y la ansiedad de que los blancos se conviertan en minoría. Precisamente en este miedo y ansiedad se está basando Trump. Politico Magazine dijo que Trump era “Pat Buchanan, pero con mejor cadencia”.

Los blancos han conformado la mayoría de la ciudadanía estadounidense desde que se fundó dicho país, pero ese periodo está llegando a su fin rápidamente. Como lo reportó el Brookings Institution: “En primer lugar, desde que la Oficina del Censo comenzó a emitir sus estadísticas anuales, estas muestran por primera vez un declive absoluto en la población blanca no hispana del país, lo cual acelera un fenómeno que no se esperaba sino hasta la siguiente década”. El informe continuó: “En segundo lugar, las nuevas cifras muestran que, por primera vez, hay más niños pertenecientes a minorías que niños blancos, en todas las edades desde los 0 a los 9 años. Esto significa que estamos en el umbral de la primera generación de minoría blanca, los niños nacidos del 2007 en adelante, la cual quizá podamos llamar Generación ‘Z-Plus’”.

Por otro lado, el Laboratorio de Investigación Demográfica Aplicada en la Universidad de Wisconsin-Madison también emitió un informe en el cual señaló: “En 2016, murieron más blancos no hispanos de los que nacieron en 26 estados; más que en cualquier época en la historia estadounidense. Cerca de 179 millones de residentes, o casi un 56 por ciento de la población de Estados Unidos, vivían en estos 26 estados”. Dicho informe agrega que “cuando los nacimientos no pueden seguir el ritmo de las muertes, se dice que una región alcanzó una ‘disminución natural’ en la población”. Además, “un hallazgo de investigaciones previas sobre la disminución natural que coincide con nuestros resultados señala que, en cuanto una zona comienza a experimentar este fenómeno, es probable que la tendencia continúe. Solo California, Nuevo México y Virginia Occidental han experimentado un aumento natural después del inicio de la disminución, y en cada caso solo fue durante un año”.

Aún si la inmigración a Estados Unidos, tanto la legal como la indocumentada, fueran reducidas a cero volviendo imposible el ingreso al país con un endurecimiento de las políticas migratorias y una acción policiaca militarizada en las fronteras y los aeropuertos prohibiendo el ingreso de cualquier extranjero, ello no cambiaría en nada el hecho de que la tasa de los nacimientos entre quienes se consideran a sí mismos como blancos es menor que la tasa de nacimientos de quienes no son considerados como blancos. Tarde o temprano una cifra va a alcanzar a otra, al igual que un carro que avanza rápidamente en una carretera alcanzará al carro adelante de él que se desplaza a menor velocidad. Esto es lo que está pasando y que tiene asustados a la mayoría de quienes apoyan a Donald Trump. Estados Unidos pronto será un país en el que la mayoría se convertirá en minoría. El Estados Unidos blanco está envejeciendo, hay menos mujeres blancas en edad fértil y la tasa de fertilidad de los blancos es menor que la de los hispanos y los negros. Todas las políticas actuales nacen de este pánico de perder privilegio y poder: la política de inmigración, la represión de los votantes, los impulsos económicos aislacionistas de Trump, su desprecio por la gente haitiana y africana, la prohibición de viaje a ciudadanos de países de mayoría musulmana, su furia respecto de Black Lives Matter y las protestas de justicia social. Todo.

Precisamente por lo anterior la gran mayoría de votantes blancos en Estados Unidos están volcando todo su apoyo hacia Donald Trump sin importarles en lo más mínimo que el tipo sea completamente impredecible e irracional actuando más por caprichos, ocurrencias, impulsos y arrebatos de ira que por lógica y sentido común. Trump es hoy el presidente de Estados Unidos  y sus simpatizantes lo adoran, en parte, porque no se disculpa cuando defiende a la raza blanca de cualquier cosa que la amenace, o por lo menos esa es la imagen que quiere proyectar. No hay mayor complicación. Los niños inmigrantes que lloran porque quieren estar con sus madres y padres son daño colateral, peones en una batalla política para obligar al Congreso a crear una legislación estricta, muestras de tortura medieval que tienen como propósito un efecto disuasorio.

El extremista que se ha erigido a sí mismo como vocero informal de la mayoría blanca en Estados Unidos, Pat Buchanan, lo expuso claramente en términos abiertamente xenofóbicos en su libro, Suicide of a Superpower. Will America Survive to 2025?  (mismo libro por el que despidieron a Pat Buchanan de MSNBC debido a sus connotaciones racistas): “El Estados Unidos blanco es una especie en peligro de extinción”. Y reprendió a cualquier persona blanca que celebre la demografía cambiante del país. “El etnomasoquismo, es decir, disfrutar el despojo de nuestro propio grupo étnico, es una enfermedad del corazón que jamás afligió al Estados Unidos de Andrew Jackson, Theodore Roosevelt o Dwight Eisenhower. Proviene de lo que James Burnham llamó una ‘ideología del suicidio occidental’, un sistema de creencias que funciona como una administración de morfina para la gente que ha terminado por aceptar la inevitabilidad de su desaparición en la historia”. En el libro mencionado Pat Buchanan es aún más pesimista de lo que predice la Oficina del Censo en Estados Unidos, ya que fija el año crucial para “el fin del Estados Unidos como hoy se conoce” no en 2043 sino en 2025, o sea dentro de únicamente siete años según su cronómetro fatalista que seguramente está aumentando exponencialmente los niveles de pánico entre los segmentos de sociedad blanca en Estados Unidos convenciéndolos de salir a votar masivamente por la reelección de Donald Trump como presidente en 2020. Los mismos argumentos son reproducidos por Pat Buchanan en su otro llibro The Death of the West: How Dying Populations and Immigrant Invasions Imperil Our Country and Civilization (La Muerte de Occidente: Cómo las poblaciones decrecientes y las invasiones inmigrantes amenazan nuestra patria y civilización). Las políticas migratorias que Donald Trump está tratando de implementar en realidad son para complacer y darle gusto a los millones de votantes blancos que vinculan a Estados Unidos con la raza blanca y para los cuales, por lo tanto, la pérdida de la supremacía blanca se convierte en la pérdida de la identidad estadounidense. Sin decirlo ni confersarlo explícitamente, Donald Trump en realidad está explotando el miedo e inclusive pánico de la aún mayoritaria sociedad blanca que está siendo confrontada por la realidad de las estadísticas frías que le dicen que muy pronto, más pronto de lo esperado, pasará a ser una minoría, y de allí en delante una especie en peligro de extinción. No se trata simplemente de poner un freno a la inmigración indocumentada, se trata de poner un hasta aquí a toda la inmigración, tanto la legal como la indocumentada, con medidas tales como reducir la inmigración legal a la mitad.

El fenómeno social enraizado en el manejo político y mediático de la xenofobia que estamos contemplando a escala gigantesca en Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump a la presidencia no es nada nuevo. Desde la perspectiva histórica, ya se ha dado en numerosas ocasiones, y un ejemplo de ello es lo que fue bautizado en la Europa de finales del siglo XIX como el peligro amarillo, de lo cual ha quedado como triste recordatorio una litografía alegórica de Hermann Knackfuss supuestamente inspirada por un sueño del Kaiser Guillermo II a la cual se le añadió la advertencia Volker Europas, wahrt, eure Heilgesten Guter (Gente de Europa Protejan sus bienes más queridos), esto con el cínico propósito de promover con fines de propaganda ideológica el mito del “peligro amarillo” con la doble intención de darle una amoral justificación geopolítica a finales del siglo XIX al colonialismo europeo en China (las guerras del opio con el Imperio Británico como agresor y China a la defensiva fueron la muestra más palpable y contundente de que era más lo que los orientales debían temerle a los europeos que lo que los europeos debían temerle a los orientales). El mismo argumento fincado en la xenofobia y en las doctrinas de superioridad racial fue usado en el siglo XX por el nacionalsocialismo alemán para poner en marcha los hornos crematorios que supuestamente pondrían una “solución final” al problema de la disposición de razas consideradas inferiores para así preservar las llamadas razas superiores con la raza aria-germánica encabezando la pirámide y todas las demás razas (como los mexicanos documentados e indocumentados) a su servicio.

Se puede entender que la mayoría blanca en los Estados Unidos esté alarmada ante la perspectiva de que pronto, muy pronto (2043, ó 2025 según la fuente que se consulte), dejará de ser mayoría y pasará a ser una minoría. Ello explica (y tal vez sea la única explicación lógica) el por qué los votantes blancos se están volteando en masa hacia el único político en el cual subconscientemente fincan sus esperanzas de que impedirá que tal cosa ocurra (habrá que ver si se llegará en Estados Unidos al extremo de dar incentivos económicos gubernamentales o privados a las familias de blancos para fomentar la natalidad entre los blancos como ya se acostumbra en algunos lados aunque no con fines meramente raciales).

Sin embargo, una cosa es convertirse en una minoría, y otra cosa muy diferente es estar en vías de extinción, a unos cuantos pasos de desaparecer de la faz del planeta. ¿Realmente podría haber una extinción total de la raza blanca en puerta? Tal cosa no se antoja ni siquiera remotamente factible. Las razas que componen el género humano moderno han demostrado una capacidad casi increíble para poder recuperarse de situaciones y adversidades extremas en las cuales parecería haber pocas esperanzas de evitar la extinción total. Aún si un dictador genocida poderoso mareado con fábulas de supremacía racial llegara a tomar el control del planeta y decretara, por ejemplo, el holocausto de todos aquellos con rasgos y características genéticas propias de las razas africanas, o sea de piel negra, su legado se las tendría que ver con ciertas cuestiones básicas de biología que están completamente fuera de su control, tales como los genes dominantes y genes recesivos. Sin entrar en detalles, estos asuntos que tienen que ver con la genética y el ADN son los causantes de que una mujer blanca unida en pareja con un hombre blanco puedan tener un descendiente con rasgos africanos u orientales sin haber sido infieles; lo cual es rastreable en el árbol genealógico de alguno de los dos a un ancestro que no era blanco sino de origen africano u oriental. La tecnología ADN actual proporciona pruebas que  permiten determinar cada vez con mayor precisión el origen genético y el porcentaje de ancestría racial en cada persona. Y a base de tantas mediciones y pruebas se está comprobando y se está confirmando que el hombre blanco genéticamente puro (definido sobre la base de que el cien por ciento de su ancestría se pueda fijar en un país en el que los blancos siempre hayan predominado) no existe, lo cual pone en duros aprietos a cualquier supremacista blanco (¡incluído Donald Trump!) porque ¿cómo pueden presumir los supremacistas blancos ser superiores a los demás sin ser 100% blancos? Son “blancos por fuera” (por el color de la piel, o sea por su fenotipo, por lo que se puede distinguir a simple vista, ¿pero por dentro, desde la perspectiva de su ADN interior, o sea lo que se esconde en sus genes ocultos?

Hay que tomar nota de que el ultraconservador racista y a su vez vocero informal de la mayoría blanca prejuiciosa de Estados Unidos, Pat Buchanan, jamás se ha sometido a ninguna prueba ADN para poder comprobarle al resto del mundo y a sus propios seguidores con el veredicto de la ciencia en sus manos de que él se puede presumir como “blanco puro” y por lo tanto genuino representante de “la mayoría blanca”. Se puede suponer que aunque no lo confiese Pat Buchanan tiene verdadero pánico de lo que una prueba ADN sobre su ancestría genética le pueda revelar, máxime que en lo que tiene que ver con el ADN el veredicto de la ciencia es inapelable. Algunos de los supremacistas blancos que se han sometido a tal examen científico han entrado en una catarsis prolongada y un estado de negación total al descubrir que en su pasado se encuentran los genes de africanos, latinos, judíos, y hasta indios nativos norteamericanos. Si no son “puros” en el sentido más amplio de lo que pueda ser considerado como “blancura” (con ascendencia europea caucásica sin contaminación alguna), ¿con qué cara se presentan entonces como “redentores” de la raza blanca? Si han estado pidiendo para los no-blancos “genéticamente inferiores” programas de eugenesia, ¿estarán dispuestos estos falsos blancos (en el sentido genético de la palabra) a castrarse a sí mismos para impedir la posibilidad de que sus “genes no puros” puedan ser pasados a una nueva generación? Y por cierto, ¿alguien sabrá si el mismo Donald Trump se ha sometido ya a un examen de perfil genético ADN para determinar la “pureza” de su ancestría genealógica?

De cualquier modo, aunque desde el punto de vista científico no se antoje como hecho inminente la extinción total de la raza visiblemente blanca (o sea la extinción de los que son blancos “por fuera”, juzgado por lo que ven nuestros ojos a primera vista, ello determinado exclusivamente por el color de la piel y sin entrar en los incómodos detalles de lo que realmente esconde su ADN), la posibilidad cada vez más real de que muy pronto en Estados Unidos los individuos de piel blanca dejarán de ser una mayoría y se van a convertir en una minoría es lo que subconscientemente está motivando a muchos blancos –aunque no quieran aceptarlo- a cargar en hombros a un sujeto tan irracional, tan impredecible y tan fuera de lógica como Donald Trump. El cual, dicho sea de paso, y en la mayor ironía de todas, sí está en condiciones de llevar a todos los individuos de piel blanca a su extinción total junto con todas las demás razas del planeta, habido el hecho de que en manos de este desquiciado está el control de los proyectiles nucleares que pueden acabar con el planeta.

No hay comentarios.: