Por una extraña y curiosísima coincidencia histórica, antier 23 de junio de 2016 la inmigración indocumentada recibió dos golpes durísimos de largo alcance, y no estamos hablando únicamente de los Estados Unidos.
El primer golpe duro ocurrió con la decisión de los británicos de tomar mediante el recurso un referendum democrático la decisión de abandonar de una vez por todas y para siempre la Unión Europea, tal y como lo proponía el movimiento conocido como Brexit.
En realidad, y aunque fuera de Inglaterra no se le dió al asunto la importancia que se le debería de haber dado, para poder convencer a una cantidad suficiente de gente de votar a favor del Brexit para abandonar la Unión Europea se recurrió al mismo argumento de carácter racista y xenofóbico usado por Donald Trump en los Estados Unidos, según el cual la política de puertas abiertas entre los países miembros de la Comunidad Económica Europea estaba poniendo en jaque al Reino Unido con la llegada al país de cientos de miles de inmigrantes refugiados que estaban llegando de otros países de la Unión Europea a los cuales habían arribado primero, tales como Italia y Grecia.
La Comunidad Económica Europea nació de un intento por construír una super-potencia en Europa al estilo norteamericano en donde el país consta de varios estados entre los cuales hay un libre flujo de personas y mercancías, de modo tal que un residente de Texas se puede cambiar de residencia para instalarse en Oklahoma sin necesidad de tener que tramitar ningún pasaporte o permiso especial, y un ciudadano de California puede buscar un empleo en Nueva York sin necesidad de tener que acudir a una oficina de asuntos migratorios para obtener autorización para buscar empleo en otro estado. A esta libertad le atribuían los europeos el gran éxito de la economía norteamericana, y quisieron emular su ejemplo para construír una especie de Estados Unidos de Europa.
Todo iba viento en popa, y hasta Rusia que tras el desmoronamiento de la Unión Soviética se estaba quedando sola con más y más miembros de la ex Unión Soviética arrinconando y acorralando a Rusia al pedir su ingreso a la Comunidad Europea (como Lituania y Letonia) decidió recurrir a las armas invadiendo apoderándose de Crimea antes de que Ucrania se integrara también a la Comunidad Europea. Se estaba construyendo una super-potencia con el potencial de poder rivalizar con los Estados Unidos de Norteamérica tarde o temprano.
Sin embargo, tras la primavera árabe que produjo el mayor flujo migratorio del Oriente Medio hacia Europa desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial conformado por millones de refugiados huyendo de la guerra y de la persecusión política, se da por hecho que empezaron a llegar junto con los refugiados genuinos tipos con otras intenciones malsanas, esto es, terroristas musulmanes radicales, trayendo consigo una amenaza potencial de seguridad hacia los países receptores de refugiados. Y no existe una “receta mágica” para poder adivinar cuál de los solicitantes de asilo era un caso genuino digno de ayuda y cuál de ellos podía ser un terrorista con intenciones de provocar atentados criminales como los sufridos en Francia y en Bélgica. Fue la la ola de atentados terroristas la que abrió los ojos a muchos europeos sobre la amenaza que se cernía sobre ellos, y se empezaron a cerrar las puertas.
Además de los “refugiados” que llegaban con dobles intenciones con el verdadero propósito de cometer actos terroristas, empezaron a llegar también a Europa cientos de miles de “refugiados” que en realidad no estaban huyendo de ninguna guerra ni eran perseguidos políticos, eran refugiados económicos cuyo único propósito era mejorar su nivel de vida ganando euros y viviendo al estilo occidental con lujos y comodidades. Y estos refugiados económicos no se asentaban en cualquier país, tenían como mira final llegar a países ricos como Alemania, Francia y… Reino Unido. Sobrecargando desde luego los servicios públicos con los contribuyentes en cada país teniendo que pagar los cada vez más altos costos de darle la bienvenida a estos “refugiados” que, abusando de la política de “libre movilidad de personas y capitales” a través de la Unión Europea, les bastaba con ser acogidos legalmente en un país como Grecia o Italia para poder exigir el derecho de trasladarse libremente hacia otro país más rico aún y con mayores oportunidades como Alemania o Francia. Esta inmigración masiva no-deseada fue utilizada por los propagandistas británicos que promovieron el Brexit logrando convencer a una cantidad suficiende de coterráneos de que la única manera de cerrarle las puertas a esta inmigración ilegal de gente indocumentada que llegaba a Europa sin visas ni pasaportes era salirse de Europa. Esto explica el triunfo de los separatistas.
Puesto que nunca antes un país que había sido miembro de la Comunidad Económica Europea se había salido de ella, y habido el hecho de que fue la inmigración indocumentada masiva de países pobres ubicados en Africa, el Medio Oriente y Asia lo que convenció a muchos británicos de sacar a Inglaterra de la Comunidad Europea, se puede esperar que para impedir que se repita el ejemplo de Inglaterra las medidas de asilo dirigidas hacia los africanos, los asiáticos y los árabes procedentes de países pobres se van a endurecer mucho más de lo que han sido endurecidas. Los indocumentados que estaban llegando todavía hace unos cuantos meses traían en la cabeza la idea: “si otros antes que yo ya arreglaron su ingreso a Europa, ¿por qué yo no?”. Pero las puertas se siguen cerrando, y pronto no se dará asilo a casi nadie excepto en casos extremos para algunas cuantas figuras importantes.
Ese fue el primer golpe duro dado a la inmigración ilegal, en este caso en Europa, con la salida de Inglaterra provocada por los resultados del referéndum que le dieron el “sí” a Brexit.
Pero al mismo tiempo, en Norteamérica, los inmigrantes indocumentados recibieron también una paliza de proporciones colosales, cuando la Suprema Corte, en un fallo de una sola línea, dejó en vigor la decisión de congelar medidas impulsadas por el Presidente Barack Obama por orden ejecutiva en noviembre de 2014 para otorgar una legalidad temporal a padres de ciudadanos o residentes legales que ingresaron como menores de edad y a sus familias (la medida se conocía como DAPA, por sus siglas). De este modo, millones de inmigrantes indocumentados no podrán gozar de la protección legal temporal ofrecida por el presidente Obama a causa de este fallo de la Suprema Corte de Estados Unidos que generó desencanto, ira y temor en las comunidades inmigrantes y que intensificará el debate electoral nacional. Junto con el Brexit, este fue el segundo gran golpe dado en contra de la inmigración ilegal (eufemísticamente, se le llama migración indocumentada, pero sigue siendo ilegal siempre que se viola una ley migratoria). El voto de los ocho jueces empató a cuatro (al permanecer un puesto vacante) y con ello no se modifican los fallos de un tribunal federal de apelaciones y, anteriormente, de un juez en Texas en el caso de “Estados Unidos contra Texas” en el cual el gobierno de ese y otros 25 estados solicitaron frenar las órdenes ejecutivas otorgando protección temporal de deportación a un sector de casi 5 millones de inmigrantes indocumentados.
El fallo de la Suprema Corte en los Estados Unidos fue un revés posiblemente final al último intento del gobierno de Obama de ofrecer alguna vía de regularización de millones de inmigrantes después de que sus intentos para promover una reforma migratoria integral fracasaron ante el rechazo de la mayoría Republicana en ambas cámaras del Congreso a lo largo de su presidencia. El Presidente Obama declaró que “la decisión de hoy es frustrante para aquellos que buscan nutrir nuestra economía y llevar la racionalidad a nuestro sistema de migración”. Inmediatamente después del anuncio, el mosaico de organizaciones de defensa de los derechos de inmigrantes expresaron su reprobación del fallo y alertaron que tendría consecuencias graves para sus comunidades. Se realizaron protestas frente a la Suprema Corte y se programan más en los próximos días en varias ciudades, desde Nueva York a Phoenix. Sin embargo, todo será absolutamente inútil. Y dado que tanto la Cámara de Representantes como la Cámara de Senadores en los Estados Unidos están controladas por el Partido Republicano que se opone en forma tenaz a cualquier intento por conceder una amnistía a quienes ya se encuentran ilegalmente en los Estados Unidos, las esperanzas de que puedan legalizar su estancia se han esfumando en el aire, y ya no les queda ninguna esperanza, incluso si Hillary Clinton gana las elecciones presidenciales este mes de noviembre de 2016.
El golpe propinado a la inmigración ilegal en los Estados Unidos significa, en pocas palabras, que de nada le servirá a ningún indocumentado el tener hijos e hijas que hayan nacido en los Estados Unidos para poder arreglar su situación migratoria. Van a seguir a la merced de la misericordia de sus vecinos y empleadores de que no los denuncien ante las autoridades migratorias. No van a servir para nada los argumentos melodramáticos antes las cámaras de televisión sobre la crueldad de la separación forzada de padres indocumentados e hijos nacidos en los Estados Unidos de tales padres. Si los aspirantes a indocumentados quieren irse a los Estados Unidos para que sus hijos nazcan en dicho país y que sus hijos y no ellos los padres puedan aspirar a una vida mejor, lo podrán seguir tratando de hacer. Pero el tener hijos norteamericanos no les servirá de nada para tratar de arreglar su situación migratoria, esa esperanza ya murió.
Una de las primeras entradas en ésta Mi Bitácora Diaria trata precisamente sobre un caso típico que ganó notoriedad en su momento, el caso de Elvira Arellano, una mujer que se embarazó con la intención de tener un hijo nacido en los Estados Unidos con tal de “arreglar” y legalizar su estancia en dicho país. ¿Y qué ha sido de ella? Pues sigue en lo mismo, sigue luchando por todos los medios posibles para tratar de obtener un permiso legal para poder trabajar y vivir en los Estados Unidos, aunque con el duro palo que la Suprema Corte en dicho país le acaba de dar a los programas DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) y DAPA (Deferred Action for Parents of Americans) lo más probable es que no le quedará más opción que “resignarse” a vivir y trabajar por el resto de su vida en México (como si tal cosa fuera una especie de condena o castigo causante de gran dolor y angustia). Y como está la cosa en Europa tras la crisis producida por la salida de Inglaterra de la Comunidad Europea por culpa de la inmigración masiva incontrolada (a la cual contribuyó Angela Merkel con su política de puertas abiertas que terminó explotándole en sus manos), a Elvira Arellano tampoco le queda la opción de tratar de irse como indocumentada a Europa a un país como Inglaterra, ciertamente no después del Brexit. Eso se acabó. Se conjuntaron dos hechos históricos para que, en un mismo día, en un mismo mes, en un mismo año, los solicitantes de asilo, sobre todo los “refugiados económicos”, van a verse obligados a tratar de resolver pacíficamente los problemas que tengan en sus propios países, porque no parece que les ha quedado otra alternativa en este anti-inmigrante año 2016.
De cualquier modo, las cosas para los indocumentados en los Estados Unidos aún no están tan malas como podrían ponerse en caso de que Donald Trump logre llegar a la presidencia, porque si tal cosa llega a suceder, lo más probable es que para cumplir con una de sus principales promesas empezará a deportar a cientos de miles de indocumentados y no solo a los delincuentes y criminales sino a todos. Eso lo sabremos cuando Estados Unidos eliga a su próximo presidente en este mes de noviembre de 2016.
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