domingo, 26 de junio de 2016

¿Fractura del Reino Unido en puerta?

A estas alturas casi todos están enterados de que en Europa hubo un suceso de extraordinaria importancia histórica que repercutirá de un modo u otro en las economías mundiales: Inglaterra abandona para siempre la Comunidad Económica Europea a raíz del referéndum que se celebró el 23 de junio de 2016 para decidir si el Reino Unido seguiría dentro de la Comunidad Europea o si se salía de una vez por todas y para siempre de la Comunidad, ganando la segunda opción por decisión mayoritaria de los electores británicos.

Más allá de las consecuencias económicas negativas que la separación del Reino Unido de la Comunidad Europea tendrá sobre las vidas de todos los británicos, según lo estuvieron advirtiendo repetidamente los economistas del mundo entero, hay otra consecuencia potencialmente mucho más dañina que solo hasta hoy están empezando a calar. Se trata de una posibilidad que ni siquiera los más expertos habían considerado ni habían tomado en serio creyendo que los electores no se atreverían a dar el paso que han dado.

Resulta que una región del Reino Unido que votó mayoritariamente a favor de la no-separación de la Comunidad Europea en este 23 de junio de 2016 es Escocia. Y no solo eso. Se trata de la misma región que ya el 18 de septiembre de 2014, o sea hace poco menos de dos años, se llevó a cabo un referéndum para tratar de separar a Escocia del Reino Unido. Los separatistas escoseses obtuvieron un 44.7% de la votación, mientras que los escoseses convencidos de seguir siendo miembros del Reino Unido obtuvieron una votación del 55.3%.

Escocia, una nación de cinco millones de personas, votó a favor de permanecer en la Unión Europea con un 62 por ciento de los votos en el referendo del jueves, en un claro desacuerdo con Reino Unido, que optó con un 52 por ciento a favor del “Brexit”.

Una de las razones utilizadas por los ingleses para convencer a los escoseses de seguir siendo parte del Reino Unido fue que la separación de Escocia del Reino Unidos traería como reprecusión inmediata la separación de Escocia de la Comunidad Económica Europea de la cual forma parte el Reino Unido. Pero ahora, a causa del Brexit, puesto que Reino Unido se va a separar de una vez por todas y para siempre de la Comunidad Económica Europea, la única manera para Escocia de seguir siendo parte de la Comunidad Europea es separándose del Reino Unido. No hay de otra. Y esto es justo el tipo de argumento que necesitaban los separatistas para convencer a suficientes escoceses de separar de una vez por todas y para siempre a Escocia del Reino Unido. Sin darse cuenta y sin quererlo, los mismos ingleses les dieron a los escoceses la mejor razón del mundo para salirse del Reino Unidos. Los políticos ingleses a favor de la salida de Inglaterra de la comunidad europea simple y sencillamente no pensaron ni midieron las consecuencias de lo que estaban haciendo, y la separación de Escocia de Inglaterra amenaza con convertirse en un terremoto colosal que va a cambiar la geografía política de esa parte del planeta.

La Primera Ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, ha dicho que Escocia hará todo lo posible para permanecer en la Unión Europea, incluyendo un potencial bloqueo legislativo a la salida de Reino Unido del bloque. Pero ha dejado en claro en los últimos días que es “muy probable” un nuevo referendum sobre la independencia escocesa de Reino Unido si esto es la mejor opción para mantener a su país en el bloque regional. “Habrá consecuencias profundamente negativas y dolorosas del proceso de tratar de sacar a Reino Unido de la Unión Europea. Quiero intentar proteger a Escocia de eso”, dijo Sturgeon a la BBC. El diario escocés Sunday Post publicó una encuesta realizada el viernes  24 de junio por la firma de investigación ScotPulse, que sugirió que el apoyo a la independencia había aumentado al 59 por ciento después del “Brexit”. Sturgeon dijo que el “Brexit” constituye un cambio en las reglas del juego que legitima cualquier plan de Escocia para volver a analizar el tema de la independencia. “El contexto y las circunstancias han cambiado radicalmente. El Reino Unido por el que Escocia votó a favor de permanecer dentro en 2014 ya no existe”, sostuvo Sturgeon. Un referendo a favor de la independencia terminaría con una unión de 300 años entre Escocia e Inglaterra.

La encuesta de Survation para los diarios Daily Record y Daily Mirror también mostró que pese a no inclinarse por un nuevo referendo, si se realizara uno de inmediato, los escoceses votarían por abandonar el Reino Unido. El sondeo dijo que 47 por ciento estaba a favor y un 41,2 por ciento en contra.

Como consecuencia inmediata de la derrota de los políticos ingleses que querían que Reino Unido siguiera siendo parte de la comunidad europea, el actual Primer Ministro David Cameron que apostó su futuro político a la permanencia anunció su dimisión al cargo. El problema inmediato es que David Cameron se estuvo movilizando en forma intensa por toda Escocia ofreciéndole promesas y concesiones especiales a los escoseses si Escocia seguía formando parte del Reino Unido. Muchos escoseses le creyeron y lo apoyaron dándole el “no” en las urnas a los separatistas escoseses. ¡Pero el Primer Ministro David Cameron que les hizo tales promesas de concesiones y tratos especiales a los escoseses pronto dejará de ser el Primer Ministro! Esta es sin duda una noticia excelente para los separatistas escoseses.

El campeón triunfador del Brexit es un político inglés llamado Boris Johnson, un tipo que se peina, se parece físicamente y se conduce de un modo similar al político norteamericano Donald Trump (al cual admira); y cuyos numerosos seguidores quieren que se convierta en el sucesor del aún Primer Ministro David Cameron (Boris Johnson no es ningún ruso o descendiente de rusos como su nombre de pila pudiera sugerir, aunque de cualquier modo el Primer Ministro ruso Vladimir Putin le está mucho muy agradecido por haber sido impulsor de una fractura importante dentro del bloque europeo así como una posible fractura interior del Reino Unido con la cada vez más probable salida de Escocia y la posible desintegración de la anglosajonia con la cual los rusos han tenido muchas rencillas históricas). La siguiente fotografía nos muestra a Boris Johnson y a Donald Trump juntos lado a lado:




Boris Johnson tal vez todavía está brincando de gusto por haber logrado convencer a los británicos de abandonar para siempre a la comunidad europea. O tal vez ya dejó de brincar conforme la realidad de que a los separatistas escoseses ahora les toca su turno y están preparando ya un nuevo referéndum con la plena seguridad de que, esta ocasión y sin la menor duda, triunfarán, y Escocia se separará de una vez por todas y para siempre del Reino Unido. En caso de que esto ocurra, será un descalabro catastrófico para el Reino Unido que, territorialmente, quedará reducido de modo considerable. Esto es evidente en el siguiente mapa:




En el mapa de arriba, todo lo que tiene que hacer el lector mentalmente es borrar la porción territorial en color azul para darse cuenta de lo que quedará de la Gran Bretaña si Escocia cumple con su viejo propósito de separarse para siempre de Inglaterra usando como pretexto maravilloso su deseo de seguir siendo parte de la comunidad europea. Pero no solo pierde Reino Unido una cantidad considerable de territorio. Pierde también una cantidad importante de recursos económicos de los que gozan los escoseses. En pocas palabras, se trata de un descalabro de proporciones históricas gigantescas.

En esta historia hay otro “villano” todavía mucho más xenófobo y anti-inmigrante que Boris Johnson, se trata del tipo que proclamó el día en que Inglaterra votó a favor del Brexit como el “día de la independencia” del Reino Unido. Se llama Nigel Farage, y está a la par con su homólogo el empresario Donald Trump en su odio profundo hacia los extranjeros que van a trabajar al Reino Unido (como lo es el caso de los trabajadores y profesionistas polacos que forman la segunda comunidad nacida en el extranjero) o inclusive hacia los extranjeros que solo están temporalmente de paso en plan de estudios o en viajes de negocios. No importa que muchos de estos extranjeros (como en el caso de los polacos) sean rubios de ojos azules (rasgos genéticos que agradan a los supremacistas que hoy apoyan a Donald Trump). Si no hablan “inglés al estilo inglés” y no son de costumbres inglesas puras, la xenofobia no perdona ni siquiera a estos europeos que para los seguidores de Nigel Farage siempre serán unos “extranjeros” que gracias al Brexit ya no serán bienvenidos al Reino Unido; al menos eso es lo que anhela y desea Nigel Farage.

Escocia y el resto del Reino Unido tienen una larga y rica historia de desaveniencias e intrigas así como de paz y prosperidad compartidas, algo así como un matrimonio moderno. Las relaciones tormentosas que datan del pasado son evidentes en películas como la película con Mel Gibson titulada Braveheart o Corazón Valiente. A los modernos movimientos separatistas escoseses se han sumado personajes de la talla de Sean Connery. Hasta ahora, Escocia y Reino Unido se las habían arreglado para seguir juntos. Pero en esta ocasión, el juego es completamente diferente. Los escoseses claramente desean seguir siendo miembros de una comunidad en la cual pueden ser ciudadanos de 28 países (como España, Francia, Alemania, etcétera) lo cual para ellos tiene muchas ventajas. Y si los electores del Reino Unido decidieron separarse, ¡pues allá ellos! Y si separarse del Reino Unido es lo que se requiere para seguir formando parte de la comunidad europea, ¡pues a separarse del Reino Unido se ha dicho! Todo esto es pura miel sobre hojuelas para los separatistas escoseses. Sin tener que disparar una sola bala, sin tener que hacer una sola confrontación verbal con los británicos, los independentistas escoseses han ganado de antemano la batalla con los ingleses pegándose un balazo en sus propios pies. ¡Los mismos británicos les acaban de dar a los separatistas escoseses el mejor argumento que les podrían haber dado para que Escocia ya no siga siendo parte del Reino Unido!

Si Boris Johnson resultara electo como el sucesor de David Cameron (se antoja difícil, puesto que en un momento crítico de la historia en el cual el país requiere de un líder que traiga la unidad lo que menos necesita es un líder que será enjuiciado por la Historia como uno de los hombres que ayudaron a la desintegración del país), su primera prioridad sería convencer a Escocia de que no se separe del Reino Unido. Pero simple y sencillamente carece de argumentos, él mismo se privó de ellos. ¿Con qué cara les va a pedir a los escoseses que no se separen del Reino Unidos, cuando él mismo se encargó de separar a Escocia de la comunidad europea? En pocas palabras, el demagogo Boris Johnson, un político al estilo Donald Trump, carece de autoridad moral con la cual pueda conminar a los escoseses a seguir formando parte del Reino Unido. Gracias a su Brexit, la separación de Escocia se puede dar por como un hecho consumado, y el próximo referéndum que se lleve a cabo simple y sencillamente confirmará lo que ya se puede esperar de antemano. Los separatistas escoseses se están frotando las manos, y esta vez están seguros de poder ganar. Para convencer a los británicos de separarse de la Comunidad Económica Europea, Boris Johnson actuando como un populista recurrió al nacionalismo tocando las cuerdas sentimentales de la gente que piensa menos con la cabeza y más con los sentimientos y la pasión, y lo irónico es que los escoseses le van a jugar con la misma baraja a los ingleses apelando al nacionalismo escosés. El populismo es popular hasta es que resulta elegido, pero una vez que es elegido y llega la hora de tener que tomar las decisiones difíciles, deja de ser popular.

Con la finalidad de reducir el impacto económico negativo de la salida de Inglaterra de la Unión Europea, es muy posible que en el Parlamento inglés en vez de invocar el Tratado de Lisboa para llevar a cabo una salida relativamente rápida, usando evasivas y pretextos le estarán dando largas al asunto esperando que se cumpla el plazo máximo de dos años concedido para salirse del club. De cualquier modo, la salida del Reino Unido ya es algo irreversible, si no de facto (consumado en los hechos) ciertamente de jure (con validez legal plena), y a los miembros del Parlamento inglés no les queda otra opción más que cumplir con la decisión suprema de la mayoría expresada en las urnas, de eso se trata la democracia, por más que quieran dilatar las firmas en los papeles del divorcio. Y ciertamente, Escocia no va a querer esperar dos años. ¿Para qué, si ya sabe perfectamente lo que ocurrirá?

Complicándole aún más las cosas al próximo Primer Ministro que suceda a David Cameron en el asunto de la inminente secesión de Escocia, está el hecho de que se están empezando a cumplir las predicciones de varios economistas de talla mundial que estuvieron advirtiendo que las consecuencias económicas para Inglaterra en caso de separarse de la comunidad europea serían terribles. Por principio de cuentas, la libra esterlina ha caído a sus niveles más bajos desde 1985 y las acciones en su Bolsa de Valores se están desplomando. Se anticipa ya la fuga de capitales importantes. Y si Escocia decide separarse del Reino Unido, el panorama económico para lo que queda del Reino Unido se antoja lamentable. Una posible recesión o inclusive depresión económica en Gran Bretaña ocasionada por su salida de la comunidad europea le daría aún más argumentos a los separatistas escoseses de que hay que salirse de la Unión Británica lo más pronto posible, cuanto antes mejor, y dejarlos que se hundan ellos solos. La sola posibilidad de que ocurra este tipo de acciones en cadena puede originar lo que se conoce como una espiral viciosa en la que una causa negativa produce un efecto negativo que agrava aún más a la causa negativa y así sucesivamente, hasta terminar por tronar y tocar fondo. Nada de esto previeron los “expertos” que estaban confiados de que los británicos apoyarían una decisión mayoritaria de seguir formando parte de la comunidad europea.

Irónicamente, si con un segundo (¡y tal vez urgente, al menos así lo consideran muchos escoseses!) referéndum Escocia se separa definitivamente de Reino Unido de una vez por todas sin posibilidad de una reconciliación, y si Reino Unido se sigue hundiendo como puede anticiparse, esto puede convencer en Estados Unidos a suficientes votantes de que las políticas populistas anti-inmigrantes de Donald Trump al igual que su homólogo inglés Boris Johnson tienen la capacidad para llevar a Estados Unidos y no solo a Estados Unidos sino al planeta entero a una recesión económica peor que la Gran Depresión de 1929. Lo único que tiene que hacer la candidata Hillary Clinton es apuntar hacia Inglaterra (o lo que quede de Inglaterra) diciendo: “Compatriotas, ya vemos lo que pueden ocasionar las promesas fallidas de un populista muy parecido a nuestro Donald Trump. ¿Quieren que ocurra lo mismo aquí que lo que está ocurriendo en Inglaterra?”.

Puesto de otra manera, el fallido experimento de los populistas ingleses con su Brexit con una consecuencia desastrosa que no habían anticipado podría ser al otro lado del mundo un factor clave para torpedear el ascenso de Donald Trump, otro peligroso demagogo que al igual que Boris Johnson apela no a los cerebros de los individuos sino a sus vísceras, a sus sentimientos, a su irracionalidad. Pero por lo pronto, el populismo a la Trump posiblemente ya se cargó al Imperio Británico a los infiernos.

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