miércoles, 8 de febrero de 2017

Cuando el tratado TLC por poco no nacía

Hoy parece estar de moda en México la amenaza del pseudo-presidente investido como tal pero con escasa legitimidad Donald Trump de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o TLCAN (mejor conocido simplemente como TLC para mayor brevedad) en caso de que dicho tratado no pueda ser renegociado a un tratado nuevo que sea más del gusto de Trump, o sea un tratado leonino en el que Estados Unidos sea un gran ganador obteniendo el monopolio absoluto de todo lo que Trump cree que le conviene a Estados Unidos y México sea un gran perdedor en todo. De antemano se da por hecho de que tal renegociación, aún si el Presidente Enrique Peña Nieto y su representante personal Luis Videgaray acceden a todos los términos humillantes que sean impuestos por el equipo de Trump, fracasará en cualquier intento de aprobar un tratado renegociado bajo esos términos en el Congreso de la Unión en México. De hecho, antes de que el TLC entrara en vigor, hubo una oposición firme en todo México en contra de dicho tratado de parte de numerosos sectores, y la única razón por la cual el TLC impulsado en México por el Presidente Carlos Salinas de Gortari fue aprobado es porque en ese entonces el partido político del Presidente de México todavía tenía una mayoría absoluta y podía “mayoritear” a todos los demás partidos políticos juntos. Pero ese aplastante predominio político que duró siete décadas terminó cuando durante la presidencia de Ernesto Zedillo el PRI perdió por vez su mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, y no ha podido recuperar su mayoría en el Congreso desde entonces, y casi todos los analistas coinciden en que en un México cada vez más democrático las probabilidades de que un presidente emanado del PRI (o de otro partido) pueda contar con un Congreso dominado por una mayoría absoluta del PRI (o del otro partido) son casi iguales a cero; no se ve posible que eso vuelva a ocurrir nunca más. Con las elecciones presidenciales en México que se van a llevar a cabo en 2018, aún si Donald Trump estuviera dispuesto a ceder algo a México en un TLC renegociado que ya rebautizó por cuenta propia como NAFFTA (North American Free and Fair Trade Agreement), las probabilidades de que haya suficientes votos en el Congreso de México para aprobarlo dentro del tiempo que Donald Trump a impuesto como límite (a los 200 días de haber iniciado su período como Presidente de Estados Unidos) son prácticamente nulas, y lo más probable es que Trump unilateralmente sacará a Estados Unidos del TLCAN (como ya lo hizo con el Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica que tanto trabajo le costó a la administración de Barack Obama poder sacar adelante) sin esperar a que el renegociado TLC de cualquier manera termine fracasando en el Congreso de la Unión en México. En pocas palabras, desde estos momentos se puede dar el TLC por muerto.

Sobran alarmistas que como agoreros del Apocalipsis han estado pregonando que si el TLC se viene abajo entonces México se hundirá y desaparecerá como nación, lo cual es falso porque antes de que el TLC entrara en vigor el 1 de enero de 1994 el país avanzaba y prosperaba sin mayores problemas. Había México antes del TLC en 1994, y seguirá habiendo un México después de que el TLC haya muerto a iniciativa personal de Donald Trump, así que sus amenazas no nos deben asustar. De hecho, y a largo plazo, Estados Unidos tiene mucho más que perder con el desmoronamiento del TLC que México, pero eso lo tendrán que aprender los norteamericanos en carne propia.

En estos momentos de zozobra sobre todo para los inversionistas que sacaron el mayor provecho posible de las ventajas del TLC con las cuales podían multiplicar sus ganancias por raudales volviéndose más ricos a costa de empobrecer y explotar cada vez más y más a las clases trabajadoras, vale la pena hacer un poco de memoria para recordar que, antes de que el Tratado de Libre Comercio entrara en vigor, el TLC por poco moría en el Congreso de los Estados Unidos ante la ausencia de una cantidad suficiente de votos a favor del TLC. Por poquito y el TLC habría muerto en ese entonces antes de nacer, y de haber ocurrido tal cosa hoy no habría TLC y Donald Trump no tendría argumentos con qué estar escandalizando a medio mundo esgrimiendo a la vez un gran garrote.

El tiempo al cual nos tenemos que remitir se centra en 1993, y a un personaje clave sumiso y obediente al cien por ciento a los dictados del Presidente Carlos Salinas de Gortari, el entonces Procurador General de la República Jorge Carpizo McGregor, un ex Rector de la UNAM que aunque se le ha alabado mucho en varias fuentes documentales en realidad fue un personaje por demás obscuro que dejó tras de sí una amplia estela de abusos y aberraciones en que incurrió al servir incondicionalmente al Presidente Salinas de Gortari. Se trata de un tipo verdaderamente funesto cuya sorpresiva muerte en circunstancias extrañas en 2012 dejó muchas cosas sin aclarar, muchos secretos que Carpizo se llevó consigo a la tumba. Se trata del mismo tipo del cual quedó documentada en esta bitácora en una artículo dividido en dos entradas su cuestionable actuación en torno a lo que debe considerarse como un asesinato político de alto nivel varios de cuyos culpables y encubridores siguen libres.

En esos días, cuando una de las mayores prioridades para el Presidente Carlos Salinas de Gortari era lograr ocupar el puesto de Director General de la Organización Mundial de Comercio con el apoyo de los E.E.U.U. y de los demás países del continente americano al terminar su sexenio, y cuando el destino del Tratado de Libre Comercio de América del Norte estaba siendo decidido en el Congreso norteamericano en 1993 pendía de un hilo por unos cuantos votos aún no decididos dado lo cerrado de la votación que se llevaría a cabo en el Congreso, el entonces Procurador Jorge Carpizo McGregor acatando órdenes directas del Presidente Carlos Salinas de Gortari se puso de inmmediato a la disposición de los congresistas norteamericanos para tratar por todos los medios posibles a su alcance de complacer a varios congresistas norteamericanos que estaban hartos exigiendo una justicia que no veían llegar. Es así como podemos leer lo siguiente en el periódico LOS ANGELES TIMES publicado el jueves 18 de noviembre de 1993 en la página A17:

Aún así otros congresistas abiertamente admitieron que Clinton había ganado sus votos únicamente después de que habían recibido concesiones específicas -algunas de las cuales tenían poca relación con el comercio internacional-. El Congresista E. Clay Shaw Jr. (Representante del Estado de Florida por el Partido Republicano), por ejemplo, dijo que él había aceptado apoyar el acuerdo únicamente después de que el Procurador General de México Jorge Carpizo personalmente le aseguró que un mexicano acusado de secuestrar y violar a una niña de 4 años en el Condado de Riverside sería extraditado.

La petición formulada por el congresista Shaw fué hecha a sabiendas de que al momento de hacerla el gobierno de México jamás había extraditado antes a ningún criminal de nacionalidad mexicana hacia los Estados Unidos, aún cuando Carpizo McGregor estaba por cumplir apenas un año de haber entrado como Procurador General de la República sin que hubiese ocurrido tal cosa, y pese a la existencia de un tratado de extradicción firmado entre los dos países el 4 de mayo de 1978 que entró en vigor el 25 de Enero de 1980 (este tratado está documentado en “United States Treaties and Other International Agreements”, Volumen 31, Parte 6, 1979, 4651-5954, TIAS9656, U.S. Department of State.)

A tan solo cuatro semanas los frutos del “arreglo” de alto nivel estaban aparentemente a la vista de todos. Si leemos el periódico DIARIO DE JUAREZ en su edición publicada el sábado 18 de diciembre de 1993, nos encontramos con lo siguiente:

EXTRADICION A EU
Por un voto al TLC, Mexico canjeará a un violador

La policía mexicana arrestó a (Serapio) Zúñiga Ríos, de 29 años, el miércoles en Querétaro, a unos 200 kilómetros al noroeste de ciudad de México, dijo ayer la oficina del procurador general. Zúñiga Ríos, trabajador agrícola migrante, era buscado en relación al secuestro y vejamen de una niña secuestrada de su casa en Murrieta, una comunidad del sur de California. Es la sobrina de uno de los asistentes del representante demócrata de la Florida, E. Clay Shaw, quien a cambio de dar su voto en favor del TLC demandó que las autoridades mexicanas ubicaran y extraditaran a Zúñiga. Shaw votó en favor del acuerdo el 17 de noviembre luego de recibir el compromiso de México de la captura de Zúñiga Ríos.

La extradicción del primer delincuente mexicano hacia los E.E.U.U. estaba siendo esperada y observada de cerca porque ésta podía sentar el precedente para que se extraditase también hacia los EE.UU. a cualquiera de las más prominentes figuras ligadas al narcotráfico, algo que aunque es un hecho hoy como lo demuestra la extradicción del Chapo Guzmán, en ese entonces era considerado y tratado casi como si fuera una traición a la Patria. Era una época en la cual los capos de la droga empleaban a su favor el patriotismo y el nacionalismo de los mexicanos que consideraban que solo a México le correspondía el derecho de juzgar a su propia gente, y entregar a un solo mexicano al gobierno norteamericano así fuese un narcotraficante de altos vuelos era una sumisión inaceptable.

Sin embargo, el Congresista E. Clay Shaw fué enterado un mes después de que ya había dado su voto en el Congreso norteamericano a favor del Tratado de Libre Comercio de que el delincuente a cambio de cuya extradición había dado su voto jamás sería extraditado hacia los E.E.U.U., y Carpizo McGregor fué bastante explícito en ésos días ante los medios de comunicación en que jamás permitiría que se sentara dicho precedente mientras él fuese Procurador. De éste modo, el congresista Shaw aprendió en carne propia cuánto valía la “palabra de honor” dada por el Procurador General de la República Jorge Carpizo McGregor y lo que podían esperar otros de éste ex-defensor “oficial” de los derechos humanos

Si leemos el periódico DIARIO DE JUAREZ en su edición publicada el domingo 15 de mayo de 1994 en la página 2A, nos encontramos con lo siguiente:

Incumple México a EU promesas por el TLC
Enjuició y sentenció a un violador que se había comprometido extraditar

El mes pasado, una corte mexicana lo condenó por el crimen de California y lo sentenció a 31 años de cárcel.

De acuerdo a las leyes de Estados Unidos, la acusación contra Zúñiga lo hace inmune a la extradición.

“Estamos profundamente sorprendidos y decepcionados”, declaró Robert S. Gelbard, Asistente del Secretario de Estado a cargo de casos que involucran narcóticos y crímenes internacionales, al arribar a la Ciudad de México con fines a reunirse el lunes con oficiales mexicanos.

La asperaza con la que surgió la disputa, así como el trato de negocios con el que los dos gobiernos trataron de resolver este problema, reflejan los cambios que se están llevando a cabo en las relaciones México-Estados Unidos.

Hace dos años una decisión de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos declaró, en esencia, que el gobierno estadounidense seguía manteniendo el derecho de secuestrar en el extranjero a sospechosos de crímenes. Esto hizo que el gobierno de México buscara una renegociación al Tratado de Extradición firmado en 1978.

En ese entonces la administración de Bush actuó con el fin de secuestrar a un doctor mexicano después de que fue acusado de tomar parte en la tortura y asesinato de un agente americano anti-drogas en 1985.

El gobierno de Salinas respondió con una amenaza de suspender las actividades anti-drogas realizadas por Estados Unidos en territorio mexicano. Como resultado, tanto el presidente Bush como el presidente Clinton tuvieron que comprometerse a que no se iban a cometer más secuestros.

Como ha sido negociado este nuevo tratado, estas promesas hechas por los dos presidentes se respetarían para siempre.

En esta ocasión, una similar mezcla de crimen, nacionalismo y acusaciones hechas de mala fe fueron detonadas bajo lo que parece, tomando en consideración hechos pasados, un cauteloso control diplomático.

La administración de Clinton coincidió en su reclamo con la junta del lunes de La Comisión Binacional México-Estados Unidos, una junta bianual de altos oficiales para discutir temas como la protección del medio ambiente, tráfico de drogas, vivienda y comercio.

Zuñiga, un residente legal de los Estados Unidos, fue acusado de haber secuestrado y violado a la niña en septiembre de 1992, después de haber sido despedido de su trabajo como peón de un sembradío de flores, propiedad de los padres de la niña, cerca de Temecula, poblado situado a unos 90 kilómetros al norte de San Diego.

De no haber sido por el voto del Congresista E. Clay Shaw, es posible que el TLC no habría sido ratificado por el Congreso estadounidense en su versión fast-track, y el TLC habría muerto antes de nacer. En efecto, el apoyo al TLC en Estados Unidos no era unánime, era tan marginal que los votos para romper el empate y decidir el destino del TLC en el Congreso estadounidense se podían contar, literalmente hablando, con los dedos de una mano.

Podemos ver con la lectura de la nota periodística que, medio año después de la aprobación marginal del TLC, el burdo engaño del que fueron víctimas al más alto nivel los Congresistas norteamericanos a manos del Procurador General de la República Jorge Carpizo McGregor era ya más que obvio; dándose cuenta en forma tardía los Congresistas de que habían sido utilizados por Jorge Carpizo McGregor sólo para cumplir los deseos personales del amo cuya voz era la única que a fin de cuentas Jorge Carpizo McGregor estaba dispuesto a escuchar, la voz de su amo, patrón y protector incondicional, el Presidente Carlos Salinas de Gortari.

De cualquier modo, se tiene que agregar que Carlos Salinas de Gortari se vió obligado a retirar su candidatura al puesto de Director General de la Organización Mundial de Comercio el 1 de marzo de 1995 en medio del mayor escándalo y la peor de las desvergüenzas quedando ignominiosamente en el peor de los ridículos tras el arresto de su “hermano incómodo” Raúl el 28 de febrero de 1995 por su presunta participación en la planeación del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, Secretario General del Partido Revolucionario Institucional (¡y ex-esposo de Adriana Salinas de Gortari!), siendo reemplazado por el ex-Ministro de Comercio italiano Renato Ruggiero quien tomó posesión el 23 de marzo de 1995 de su puesto como el primer Director General de la recién creada Organización Mundial de Comercio, para beneplácito de los muchos críticos de la administración salinista, entre ellos sin lugar a dudas el Congresista norteamericano E. Clay Shaw Jr., de modo que a fin de cuentas no le sirvió de nada a Carlos Salinas de Gortari el haber dejado como un bufón ante la comunidad internacional a Jorge Carpizo McGregor sólo para satisfacer sus ansias personales de poder, quedando expuesto como uno de los presidentes más nefastos en la historia contemporánea de México. Y con la publicación de un artículo en su edición correspondiente al 24 de abril de 1995 de la revista FORBES revelando un episodio criminal de Carlos Salinas de Gortari cuando siendo niño mató con un rifle de su padre a una trabajadora doméstica, no le quedó más remedio a Carlos Salinas de Gortari que salir del país en un virtual auto-exilio para no volver sino varios años después hasta que considerase que el país hubiese olvidado su desventurada gestión como Presidente de México.

Con un Presidente norteamericano ya de por sí sumamente hostil hacia el concepto del Tratado de Libre Comercio -en contraste con el Presidente Bill Clinton que hizo hasta lo indecible por lograr la aprobación del TLC en el Congreso estadounidense- y con un Congreso de mayoría Republicana que toma de modo unánime la línea de hostilidad abierta del Presidente Trump en contra del TLC, y con un Presidente mexicano que ya no tiene la capacidad legal ni la fuerza política de poder recurrir a un mayoriteo en el Congreso de la  Unión para lograr la aprobación de un TLC renegociado al gusto de Trump, se puede dar la muerte del TLC como un hecho que pronto será consumado. Es la crónica de una muerte anunciada. De hecho Canadá ya lo dá por muerto al dejar saber que no apoyará a México en alguna renegociación del TLC con Donald Trump. En 1993 fue casi un verdadero milagro del destino que se lograran reunir todas las condiciones que se requerían para que tanto en el Congreso norteamericano, y en el Congreso mexicano como en el Parlamento canadiense se lograra la ratificación del acuerdo firmado por los ejecutivos de los tres países en su versión fast track. Hoy esas condiciones no está ni siquiera remotamente dadas. Le podemos decir adiós desde hoy mismo al TLC, no es necesario esperar a que Trump desarrolle su melodrama para consumo de sus seguidores a los que mantiene alucinados como todo un showman. Y baste recordar que en 1993 el voto de un solo Congresista Republicano fue tan crucial para que México pudiese obtener la aprobación del TLC en el Congreso norteamericano, para entender que hoy algo parecido ya no va a ocurrir. Tal vez estas sean las razones por las cuales el gobierno de Peña Nieto, más realista, está enfocando sus esfuerzos para promover la compra de lo HECHO EN MEXICO, a sabiendas de que con la muerte anunciada del TLC el precio de muchos productos norteamericanos se va a disparar hasta por las nubes y se va a tener que importar productos equivalentes de otros países. Pero la otra cara de la moneda es que, al dejar de comprarle México a Estados Unidos muchos de sus productos por incosteables tras la muerte del TLC, una buena cantidad de trabajadores norteamericanos van a terminar perdiendo sus empleos, seguramente muchos de los cuales votaron por Donald Trump y el cual ahora les pagará el favor enviándolos a las filas del desempleo con la muerte del TLC, un TLC que en 1993 por poco y no nacía. Y muerto el TLC, será imposible que pueda volver a nacer, al menos los políticos mexicanos y el Ejecutivo mexicano ya no se prestarán para una segunda decepción de parte de un socio comercial que ha dejado de ser confiable y que está perdiendo rápidamente su capacidad de liderazgo mundial.

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