Este 8 de febrero de 2017 verdaderamente se conmemora un aniversario de la mayor importancia. Exactamente hace 500 años, hace medio milenio, dió inicio la Conquista de México, como consecuencia directa del descubrimiento de América logrado previamente por Cristóbal Colón. De no haber sido por tal acontecimiento, hoy no estaríamos hablando Castellano en la mayor parte del continente americano, y posiblemente yo no estaría hoy aquí escribiendo lo que estoy escribiendo; muchas cosas y eventos no habrían sucedido jamás.
Fue precisamente el 8 de febrero de 1517 cuando tres embarcaciones españolas zarparon del puerto de Santiago y navegaron por la banda norte de Cuba hasta alcanzar el Cabo de San Antonio, en el extremo occidental de la isla. La misión, encabezada por el rico encomendero Francisco Hernández de Córdoba, debía viajar desde allí hacia el sur hasta alcanzar las Islas de la Bahía, frente a la costa de Honduras, descubiertas por Cristóbal Colón en su cuarta y última travesía trasatlántica, en 1502. El propósito de los expedicionarios –de acuerdo con diversos testimonios– era capturar esclavos, pues la colonización de la isla de Cuba, luego de su conquista por Diego de Velázquez en 1511, había diezmado a la población local.
En el actual canal de Yucatán, entre Cuba y la península, la flotilla española fue sorprendida por una tormenta, que la desvió hacia una isla deshabitada. Tras desembarcar, los expedicionarios encontraron figurillas femeninas desnudas, dedicadas a Ixchel, diosa maya de la fertilidad, por lo que el lugar sería conocido como Isla Mujeres. Fue así como comenzó, por accidente, la conquista de México.
En 2017 se marcará el quinto centenario del inicio de las expediciones que concluyeron con la caída de Tenochtitlán, en agosto de 1521 y, con ella, la fundación de la Nueva España y el surgimiento de la mexicanidad. Pero no fueron Hernández de Córdoba y su centenar de acompañantes los primeros en poner pie en lo que actualmente es México. Casi seis años antes, en agosto de 1511, naufragó durante una tormenta una embarcación española que volvía a Santo Domingo desde Santa María la Antigua del Darién, en la costa caribeña de la actual Colombia. Ocho sobrevivientes lograron llegar a la península de Yucatán, donde fueron aprehendidos por los indígenas. Entre ellos estaba el clérigo sevillano Jerónimo de Aguilar, quien sería rescatado por Hernán Cortés en 1519 y serviría a éste de intérprete. En 1517 los españoles asentados en las Antillas desconocían la existencia de la península de Yucatán y el resto de lo que hoy es México. Apenas en 1508 supieron que Cuba era una isla, lo que los lanzó a explorar el Caribe, especialmente después de que la Corona española promovió el “rescate de oro” en las tierras del Nuevo Mundo.
Cambiados sus planes, la expedición de Hernández de Córdoba zarpó de Isla Mujeres y, en el norte del actual estado de Quintana Roo, fueron recibidos por indígenas que ya sabían de los españoles, pues sus comerciantes habían tenido contacto con la flotilla de Colón en Honduras. De acuerdo con el cronista Bernal Díaz del Castillo, el 5 de marzo de 1517, 12 canoas de indígenas salieron a su encuentro y los invitaron a desembarcar diciendo “cones cotoch” –o “vengan a nuestra casa” en maya–, por lo que los españoles bautizaron el lugar del encuentro como Cabo Catoche. Ya en tierra, los expedicionarios fueron emboscados, lo que dejó a dos de ellos muertos. Aun así, mataron a 15 atacantes y se llevaron a dos como prisioneros, apodados Juliancillo y Melchorejo, a quienes usarían como traductores.
Las naves españolas continuaron navegando hacia el poniente, bordeando la península, llegando hasta Kaan Pech (la actual ciudad de Campeche, de aquí le viene su nombre) el 22 de marzo de 1517, donde se aprovisionaron de agua. Los exploradores fueron bien recibidos, pero también advertidos de que debían irse pronto si querían evitar conflictos. En el mar, un fuerte viento provocó que se derramara el agua dulce de la que se habían abastecido, lo cual los obligó a tocar tierra nuevamente. En Chakán Putum (el actual Champotón) fueron atacados por indígenas mientras sacaban agua de un pozo. Allí sufrieron decenas de muertos y heridos. Incluso Fernández de Córdoba fue flechado varias veces. Sin agua, las naves partieron hacia Florida, un territorio que conocía el piloto de la expedición, el experimentado marinero Antón de Alaminos y, finalmente a Cuba, donde relataron lo ocurrido al gobernador Diego de Velázquez. Éste decidió que se organizaría una segunda expedición, pero con otro hombre al mando, lo cual molestó a Hernández de Córdoba, quien falleció diez días después a causa de las heridas sufridas y, dicen, también por el coraje.
Así terminó la primera expedición. Pero la conquista de México apenas comenzaba. Este año que está apenas iniciandoi nos dará a todos los mexicanos, a todos los latinoamericanos, y también a los mismos españoles, por sus efemérides, una oportunidad para reflexionar sobre la trascendencia de la Conquista y en particular sobre la mexicanidad y sus orígenes.
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