Abundan aquellos que acostumbrados al casi pleno estado de impunidad que muchos delincuentes gozan en México, país en donde muy pocos de aquellos que cometen un crimen son capturados y son todavía muchos menos los que son llevados a juicio y castigados con alguna pena carcelaria, creen que es la misma cosa en otros países y que los delincuentes pueden ir a tales países para hacer de las suyas violando cuantas leyes pueda haber en dichos países, sin el menor respeto hacia los demás, inculcándole a sus propios hijos el mismo modo de pensar y la misma mentalidad. Y cuando los infractores o sus hijos son atrapados fuera de México en uno de tales países y se les va a ajusticiar como lo marcan las leyes, entonces los medios nacionales como Televisa y Milenio reaccionan de inmediato e indebidamente los glorifican y hasta los elevan a la categoría de mártires -que no lo son- lamentando la cruel e inhumana justicia en otros países que les niega a los infractores de la ley o a sus hijos la oportunidad de poder violar las leyes en el extranjero como lo hacen en México.
Ya anteriormente he archivado aquí algunos ejemplos con la esperanza de que pudieran servir como escarmiento para los delincuentes mexicanos o descendientes de mexicanos que se encuentran en el extranjero advirtiéndoles que si están fuera de México se encuentran a su suerte y a merced de las leyes y autoridades en otros países que no son tan benévolas con la delincuencia como se acostumbra serlo en México. Uno de tales ejemplos es el de tres mexicanos que fueron capturados infraganti en Singapur cuando trabajaban en un almacén usado para el tráfico de drogas ilícitas, documentado en la entrada en esta bitácora titulada Tres mexicanos en el patíbulo puesta aquí en esta bitácora el jueves 23 de abril de 2015. No se ha vuelto a saber nada de ellos desde entonces y los mismos medios nacionales mexicanos que los estuvieron glorificando parecen haberse olvidado de ellos. Es muy posible que aún estén con vida pero ajándose en alguna mazmorra de Malasia, ya que en caso de haber sido indultados por el Sultán de Malasia es casi seguro de que habrían sido recibidos como verdaderos héroes nacionales y los estarían paseando por toda la República dando conferencias y autógrafos. Dudo mucho que se les haya aplicado la pena de muerte a los tres como estaba programada porque si hubieran ejecutado a uno solo de ellos es casi seguro que los medios como Televisa y Milenio se habrían encargado de levantar una ola de indignación en todo México recurriendo al Papa Francisco para lamentar por la ejecución (o las tres ejecuciones, en su caso) y habrían llevado la protesta hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para obtener una condena mundial en contra de Malasia, moviendo de paso a la gente para levantarle una estatua a los tres hermanos sinaloenses y ponerle sus nombres a varias calles de México. Pero como no se ha sabido ya nada de ellos y para los medios nacionales en México los tres han sido proclamados muertos, al menos mediáticamente hablando, lo más posible es que los tres van a pasar buena parte de sus vidas encerrados y olvidados en alguna celda de Malasia. Otro caso es el de un asesino llamado José Ernesto Medellín que como parte de su sentencia en el sistema de justicia norteamericano fué ejecutado el 5 de agosto de 2015, documentado en la entrada titulada La glorificación de un asesino puesta aquí el 6 de agosto de 2015.
Todas las advertencias que se han estado poniendo en esta bitácora advirtiendo a los delincuentes y violadores de la ley de que no anden haciendo trastadas fuera de México porque fuera de México no es como en México, ya que fuera de México ni hay tanta impunidad con los malandros ni hay tanta clemencia ni existen comisiones nacionales de derechos humanos para interceder en beneficio de quienes han cometido algún crimen, han sido inútiles y en vano. O no entienden, o no quieren escuchar, o no quieren aprender.
El caso más reciente es el de un adolescente mexicano estudiante de preparatoria de nombre Sergio Reyes (cuya fotografía aparece al principio de esta entrada), hijo de una familia de migrantes mexicanos indocumentados residente en Nueva York, el cual murió el domingo 19 de febrero de 2017 a manos de agentes de la Policía de Nueva York que le dispararon al menos 14 tiros, luego de que el joven cometiera un robo. De acuerdo con informes de la oficina forense de la ciudad de Nueva York, Reyes, de 18 años de edad, presentó 14 heridas de bala en torso, extremidades, corazón, pulmones, aorta, médula espinal, hígado, estómago y huesos. El estudiante de preparatoria fue ultimado luego de que asaltara un comercio de abarrotes en el vecindario de Bushwick, en el condado de Brooklyn, durante las primeras horas del domingo. La policía de Nueva York, por su parte, expresó que Reyes robó 12 cervezas.
La noticia, como fue dada por los medios nacionales mexicanos, manejó lo sucedido no como hechos confirmados por la policía sino recurriendo en cada párrafo al uso de palabras tales como “presuntamente”, “aparentemente”, etcétera, esto con el fin de predisponer a los lectores en contra de las autoridades norteamericanas poniendo en tela de duda todo lo que sucedió y tratando de pintar a los oficiales como criminales que simplemente se la pasan rondando las calles con la pistola desenfundada para ver a qué mexicano matan como su buena obra del día para el país del norte. Ejemplos del manejo mediático tergiversado sobran, como la nota como fue dada por Excélsior en la que se puede leer que: “El adolescente Sergio Reyes, hijo de una familia de migrantes mexicanos, murió el domingo pasado a manos de agentes de la Policía de Nueva York que le dispararon al menos 14 tiros luego de que el joven presuntamente cometiera un robo. El estudiante de preparatoria fue ultimado luego de que presuntamente asaltara un comercio de abarrotes en el vecindario de Bushwick, en el condado de Brooklyn, durante las primeras horas del domingo. Tras recibir la alerta de robo, la policía confrontó a Reyes en la calle Starr, donde aparentemente el adolescente amenazó a los uniformados con un arma de municiones”.
Sin embargo, para los policías de Nueva York, no hubo ningún “aparentemente”, ningún “presuntamente”, porque tienen un video en sus manos en el que se capta claramente a Sergio Reyes al momento en que estaba cometiendo el asalto, apuntándole con una pistola a la cabeza al empleado de la tienda que en todo caso fué la verdadera víctima. Y cuando Sergio Reyes fue alcanzado por la policía afuera de la tienda, de lo cual hay testigos oculares, en vez de entregarse a las autoridades trató de huir amenazando a los policías neoyorkinos con la pistola.
La siguiente fotografía muestra una de las imagenes del video en el que Sergio Reyes amenaza con matar al empleado de la tienda si no lo deja huír tranquilamente con lo robado:
Horas después, Patricia Reyes, la madre del adolescente ultimado por los policías neoryorkinos, una migrante poblana indocumentada de 48 años de edad, fue presentada por la prensa mexicana y los medios nacionales de comunicación en México como una dolorosa quejándose de que su hijo jamás había cometido un solo delito en toda su vida, o sea que según la madre del delincuente y al decir de la prensa mexicana, los policías neoyorkinos habían asesinado a un pobrecito inocente cuyo único crimen era ser mexicano. O sea, todo un candidato a ser sumado al martiriologío de mexicanos trabajadores y honestos víctimas de la brutalidad policiaca en los Estados Unidos a causa de alguna infracción menor que no debería ser tomada en cuenta como ocurre en México. Con méritos suficientes para ser proclamado santo y ser adorado. A modo de ejemplo del manejo tergiversado de la noticia en México, se anotará aquí que Denise Maerker en el noticiero nocturno nacional de Televisa transmitido a las 10:00 PM (hora de la Ciudad de México) el 22 de febrero por la noche le dedicó un segmento especial de tiempo aire de su noticiero para cubrir la noticia acerca de la muerte de Sergio Reyes a manos de la policía, un hecho al que ordinariamente en México no se le hubiera dado importancia alguna inclusive en los periódicos locales y que ordinariamente habría sido tratado en los periódicos como un reportaje más de la nota roja perdido entre los miles de percances de este tipo que ocurren día tras día que hablan de asaltos, secuestros y detenciones. En el reportaje de Denise Maerker se informó que se había creado el hashtag #justiciaparasergio porque se consideraba injusto e inhumano que los policías neoyorkinos hubieran arremetido en contra del delincuente disparándole 14 balas cuando le podrían haber disparado con excelente puntería digna de competidores olímpicos una o dos balas a un dedo gordo del pie amenazándolo con dispararle otra bala al otro dedo gordo del pie en caso de que no dejara de amenazar a los policías con lo que parecía desde lejos ser un revólver repleto de balas. Sin embargo, quienes piden justicia a través de las redes sociales con #justiciaparasergio para Sergio Reyes se equivocaron de país, porque en Estados Unidos a cualquier policía la ley le concede el derecho de legítima defensa cuando percibe que su vida está en peligro, a diferencia de lo que ocurre en México en donde todos los privilegios y los beneficios y los favores del sistema de justicia en lugar de ser para las víctimas son para los victimarios y a los cuales se les debe tratar en todo momento como señoritas dignas de lástima y compasión.
Como muestra de las simpatías y del favoritismo concedido en México a los infractores de la ley, entre muchas otros ejemplos que se podrían citar se asentará aquí que apenas hace poquito la Comisión Nacional de los Derechos Humanos CNDH mostró su inconformidad en contra de los agentes del orden público de Oaxaca cuya encomienda el 19 de junio de 2016 en Nochixtlán era desalojar la vialidad de varias importantes rutas de circulación masiva cuyo bloqueo estaba estrangulando a la ciudadanía en general, emitiendo un reporte afirmando que los policías locales iban armados, lo cual disgustó sobremanera a la CNDH. Y es que en la opinión de la CNDH los policías no se deberían de haber presentado armados, deberían haberse presentado sin armas y sin nada con qué defenderse exponiéndose a ser linchados por los manifestantes. Esta tolerancia inaudita hacia el vandalismo y las enormes simpatías mostradas hacia quienes escudándose tras una supuesta causa social dan rienda suelta a sus instintos trogloditas es precisamente lo que ha resultado en hechos como los que se asentaron en el trabajo México en llamas publicado aquí el 20 de noviembre de 2014, en donde ninguno de los vándalos y delincuentes que dieron rienda suelta a una orgía de destrucción y saqueos hasta la fecha ha sido detenido y mucho menos castigado. ¡Hay de aquél policía que se hubiera atrevido a dispararle a uno solo de los vándalos trogloditas para tratar de imponer la ley y el orden, porque entonces la mismísima CNDH habría intervenido muy indignada para denunciar la violación de los derechos humanos de los vándalos trogloditas, pidiendo a la menor brevedad posible unos 30 años de cárcel para el pobre policía!
Dada la naturaleza del asalto cometido por Sergio Reyes en Nueva York, se puede suponer que el adolescente pese a la reivindicación que hoy trata de hacer su madre por él pintándolo como un pobrecito chamaquito que nunca había cometido ni siquiera una infracción de tránsito, se puede suponer aunque no sea tan fácil probar que él ya tenía un largo historial previo en su haber, en contra de la santificación que su madre quiere hacer de él. El no haber estado fichado Sergio Reyes aún en los archivos de la policía no significa que el atraco cometido el domingo 19 de febrero haya sido su primer asalto, bien pudo haber cometido muchos más, pero con suficiente suerte en los demás como para no ser atrapado en los asaltos previos, en cuyo caso la conclusión tendría que ser que ese 19 de febrero se le acabó su suerte a Sergio Reyes. Y ciertamente ya no volverá a asaltar a mano armada nunca más a nadie.
Además de elevar la imagen y la memoria de su hijo a la de todo un gran hombre de conducta intachable incapaz de matar una mosca, la madre del adolescente se quejó de que la pistola que le encontraron a su hijo era una pistola de juguete, una pistola “de postas” muy realista pero al fin y al cabo de juguete, y que eso mismo no justificaba que los policías neoyorkinos hubieran ultimado a su hijo Sergio. Sin embargo, en una situación de este tipo, cuando un delincuente está confrontando a la policía con lo que parece ser un arma de verdad, ¿cómo demonios se supone que los agentes van a saber que la pistola no es de verdad? ¿Acaso se espera que los policías sean adivinos como parte de su trabajo? Tal vez en México el argumento de haberse usado una pistola de juguete para cometer un asalto así como el reclamo de los derechos concedidos por el Protocolo de Estambul sean motivos más que suficientes para mover a la Comisión Nacional de Derechos Humanos -al servicio de la delincuencia organizada y desorganizada de México- a exigir la inmediata liberación de prácticamente cualquier delincuente, pero esta piedad hacia los victimarios no aplica ni en Estados Unidos ni en muchos otros países como Australia, Canadá, Alemania, Francia, Inglaterra, etcétera. Si algún delincuente es lo suficientemente estúpido en dichos países como para tratar de amedrentar a los agentes del orden público con lo que parece ser un arma de verdad, los agentes no están obligados a ser adivinos ni a perder el tiempo preguntándole con diplomacia al malhechor si la pistola con que los está amenazando es una pistola de verdad cargada con balas de verdad o una pistola de juguete. Simple y sencillamente los policías responden como se supone que deben responder cuando está en juego sus vidas.
Tanto Patricia Reyes como su esposo Antonio Tlapanco llegaron a Estados Unidos en violación abierta de las leyes migratorias, sin permiso para ingresar en dicho país ni para quedarse a vivir allí y mucho menos para trabajar. O sea, todo este tiempo han estado viviendo allí pasándose las leyes de los Estados Unidos por el arco del triunfo, que al fin y al cabo al igual que en México creyeron que las leyes se hicieron para ser violadas. ¿O no? Se aclara que no todos los mexicanos que inmigran a los Estados Unidos lo hacen saltándose las trancas y carcajeándose de las leyes migratorias de dicho país. Hay muchos, cientos de miles, que están en listas de espera por espacio de varios años para poder tener su cita consular e inmigrar legalmente a los Estados Unidos. Pero nadie sale en defensa de ellos, nadie los cita como ejemplo de honestidad y rectitud, nadie aboga por ellos pidiendo que se reduzcan los trámites burocráticos que se les pide cumplir, porque eso es lo que les sucede a los que se quieren portar bien y se esfuerzan por cumplir con la ley. De ello ya hablé también en mi trabajo Los olvidados del periodista Jorge Ramos. Los que reciben el beneficio de toda la atención mediática que se les pueda dar son los que se saltan las trancas y se pasan las leyes por el arco del triunfo, que al fin y al cabo las leyes se hicieron para ser violadas. Y ya en Estados Unidos, trabajando sin documentación legal de ningún tipo, con el ejemplo en casa de vivir en la ilegalidad se dedican a procrear hijos (seis en el caso de la familia Reyes de Nueva York) para que así, ya con seis hijos estadounidenses, se pueda tener la posibilidad de poder arreglar papeles de residencia legal con el argumento de que “las autoridades están obligadas a darnos la residencia permanente porque somos los padres de varios American citizens”.
Está bien, los padres de Sergio Reyes se saltaron las trancas y estuvieron por años viviendo y trabajando en Nueva York carcajeándose de las leyes migratorias pasándoselas por el arco del triunfo. Pero a sabiendas de su situación irregular, por lo menos deberían de haber educado a sus hijos de una manera diferente a como lo hicieron con Sergio Reyes. ¿Cómo? Pues simple y sencillamente conminándolos diariamente a portarse bien y a respetar las leyes, lo cual se reconoce que no es cosa fácil para un padre de familia que con su mismo ejemplo ha demostrado día con día que se puede vivir en la ilegalidad sin ninguna consecuencia, Y este es el error que cometen muchos mexicanos que llegan a Estados Unidos en calidad de indocumentados. Ya se mofaron de las leyes migratorias, pues entonces ¿qué les impide mofarse de otras leyes cometiendo otros delitos? Como el procurar una identidad falsa para reclamar beneficios sociales a los que no se tiene derecho, lo cual también es un delito. O como asaltar una tienda aunque sea con una pistola de juguete. O como unirse a alguna pandilla dedicada al negocio del narcotráfico. O como el matar a alguien.
Mal hacen los medios nacionales de México tales como Televisa, TV Azteca y Milenio en elevar a los indocumentados que cometen alguna infracción seria -además de la infracción de estar residiendo ilegalmente en Estados Unidos- a la categoría de héroes nacionales y mártires, porque ello les inculca a los niños de hoy que el violar las leyes no es cosa seria y que por el contrario el delincuente tiene todo a su favor, inclusive el apoyo de los medios y hasta de políticos importantes. ¿O no acusó acaso hace poco Andrés Manuel López Obrador a la Marina de México de haber masacrado a unos pobres jovencitos argumentando incluso sin pruebas que eran menores de edad, siendo que se trató de un enfrentamiento con gente peligrosa del hampa organizada atacando con armas de alto poder a los heroicos soldados que estaban arriesgando sus vidas en su lucha contra el crimen? ¿Por qué esa insistencia de salir en defensa a ultranza de quienes violan las leyes sin respeto por aquellos oficiales del orden público que se están jugando la vida al ir en pos de quienes violan la ley? ¿Por qué darle tan malas enseñanzas a los niños y jóvenes de México en vez de hacerles ver desde temprana edad que el mal comportamiento tarde o temprano trae consecuencias? Sobre todo estando las cosas como están ahora con Donald Trump que anda buscando cualquier pretexto para endurecer su mano en contra de los mexicanos.
Ni caso tiene repetir los consejos que ya se han reiterado aquí a los mexicanos que hoy se encuentran fuera de México en algún país extranjero como Estados Unidos o Malasia recomendándoles que se porten bien, y si les resulta imposible hacerlo mejor que se regresen a México, porque de cualquier modo de plano no hacen caso. Les vale. No entienden, no escuchan, no quieren aprender. Y he aquí las consecuencias una, y otra, y otra vez. Ya vendrán más como Sergio Reyes. Muchos más. Y se repetirá la misma historia. Lástima de sus padres que no supieron o no quisieron infundirle valores a sus hijos como se acostumbraba hacerlo en épocas pasadas.
1 comentario:
Saludos cordiales,
He conocido tus publicaciones buscando información sobre TRG pero veo que tratas multitud de temas y bastante bien.
Desde España tenemos conocimiento de lo que comentas en este artículo sobre la impunidad de los malhechores pero aunque quizá no tanto, esta impunidad se va convirtiendo en norma en muchos lugares.
En el caso vuestro ¿Cuándo comenzó tan gran permisividad? ¿Qué poderes existen detrás de ello para mantenerlo contra todo el pueblo? Es algo alarmante pero lo peor es que no dice nada bueno no de los delincuentes, que son lo que son, sino del resto de las personas.
Está muy claro que el ser humano es muy inferior moral y psicológicamente de lo que se creía y ya está más que comprobado que los poderes pueden hacer con nosotros lo que quieran, sin respuesta en contra. Simples animales gregarios, de jauría, a disposición de quien tenga el poder, sin límites, y lo peor es que ya se han percatado de ello, lo que en principio les parecía imposible, pero ya lo saben. Mal futuro nos espera.
Enhorabuena por tus trabajos y los mejores deseos desde España.
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