viernes, 5 de junio de 2015

FEPADE: una dependencia inútil



Por mucho tiempo, la Secretaría de la Reforma Agraria, creada durante los tiempos del cardenismo para formalizar la expropiación de los grandes latifundios que eran propiedad de los hacendados que se beneficiaron con la dictadura del porfirismo, ha sido considerada como un “elefante blanco” (término utilizado para referirse a cierta cosa que requiere hacer un gasto muy oneroso en algo que no tiene ninguna utilidad, así como a posesiones que tienen un costo de manutención mayor que los beneficios que aportan, y también a aquellas cosas que proporcionan un beneficio a otros pero que no traen utilidad ni beneficio alguno a sus verdaderos propietarios) por el simple hecho de que llegó el momento en que ya no había más tierras por repartir, cuando toda porción de terreno que se podía repartir entre los ejidatarios ya estaba repartida, y la única manera de darle tierra a un ejidatario era quitársela a otro ejidatario. Pero aún cuando ya no había tierras para repartir, la existencia continuada de la Secretaría de la Reforma Agraria fue justificada alegando que, si bien era cierto que ya no había tierras disponibles para repartir, quedaban todavía grandes porciones de terreno que estaban aún “en litigio” y cuyo destino final no podía quedar en el limbo por la desaparición de la dependencia gubernamental encargada de promover la repartición de tierras. Esta argumentación sofista, de carácter legaloide, le inyectó oxígeno a la Secretaría de la Reforma Agraria permitiéndole seguir viviendo aunque en la práctica sirvió únicamente para seguirle dando chamba a una generación de bien pagados burócratas dizque agraristas.

La Secretaría de la Reforma Agraria no siempre se llamó como tal. Empezó como el Departamento Agrario el 17 de enero de 1934, un día después del decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación. Tiempo después, se creó el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, a partir del decreto publicado el 15 de junio de 1960 en el Diario Oficial de la Federación, aunque en realidad se trataba del mismo Departamento Agrario que después recibiría el nombre Secretaría de la Reforma Agraria. Por la grave crisis económica de México, estaba condenada a ser desaparecida en 2013, pero para 2013 simplemente pasó a ser la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Y hasta el día de hoy se resiste a morir, y los legisladores del Congreso de la Unión que no se atreven a matarla parecen estar convencidos de que si por su obsolescencia desaparece este organismo que ya no tiene otra cosa útil que hacer entonces se desencadenarán profecías terribles que tienen que ver con la desaparición no solo de México sino de la misma humanidad. Y por lo tanto, allí sigue. Y allí seguirá, como dijera Don Teofilito.

La historia de la Secretaría de la Reforma Agraria demostró cómo es posible que una agencia gubernamental cuya existencia ya no está justificada, o peor aún, nunca estuvo justificada, termina convirtiéndose en un parásito del presupuesto público sin dar nada a cambio de las enormes sumas de dinero que se le están metiendo. Es una verdadera cátedra sobre cómo la especialidad de muchos gobiernos (¿o tal vez de cualquier gobierno?) es malgastar el dinero del pueblo en inútiles proyectos faraónicos o en prebendas “para los compas” obteniéndose poco o inclusive nada a cambio de las enormes inversiones de dinero que se le están metiendo a las “grandes ideas” propuestas por el gobernante en turno.

Hoy, en el tercer milenio, la historia se vuelve a repetir. En México hay una dependencia gubernamental que no sirve absolutamente para nada, la cual está pasando a disputar el lugar que antes ocupaba la Secretaría de la Reforma Agraria. Se trata de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (FEPADE). No hay otro país en el planeta que tenga una dependencia como ésta. La FEPADE nació como resultado de la desconfianza ciudadana en todo lo que tiene que ver con la celebración de las elecciones: desconfianza en el uso de recursos públicos para promover a cierto partido en tiempos electorales, desconfianza en la confiabilidad de los contenidos de las urnas electorales, desconfianza en los métodos usados para el conteo y la anulación de votos, desconfianza en los funcionarios asignados a cada casilla electoral, desconfianza en la legitimidad de la procedencia de recursos a las arcas de los partidos, desconfianza en lo que pueda ser interpretado como medidas de presión para obligar a algunos ciudadanos a votar a favor de cierto partido político, en fin, DESCONFIANZA EN TODO.

En 2015 se acumularon evidencias nuevas (además de las muchas que ya existían) que demuestran que la FEPADE, la dependencia oficial creada para garantizar elecciones completamente limpias y completamente libres de obstáculos, no ha servido para tal cosa. ¿Y a cuáles evidencias nos estamos refiriendo?

Específicamente, nos estamos refiriendo a los hechos delictivos ocurridos el lunes 1 de junio cuando una treintena de organizaciones ligadas con las siniestras organizaciones CNTE y CETEG escenificaron grandes disturbios en al menos cinco ciudades del país saqueando y quemando instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), incinerando y robando numerosos paquetes y boletas electorales de lo cual tenemos el siguiente registro fotográfico como una de las muchas evidencias de los delitos que estas mafias de sindicatos magisteriales han cometido actuando al margen de las leyes electorales:




La destrucción de boletas electorales así como el robo de paquetes y boletas electorales no son delitos menores que se castiguen con una simple sanción económica, se trata de crímenes federales, se trata de crímenes mayúsculos que se castigan con varios años de cárcel. Precisamente para la consignación y el enjuiciamiento de delincuentes involucrados en estos delitos de orden federal fue creada la FEPADE. Todos los que trabajan en la FEPADE saben exactamente cuándo y en dónde ocurrieron los hechos, las noticias que ellos ven son las mismas noticias que ven los demás ciudadanos ordinarios. Y se sabe quiénes han estado detrás de la comisión de este tipo de delitos, hay autoría intelectual plenamente establecida. Además los que cometieron estos delitos ya ni siquiera se tomaron la molestia de presentarse embozados, puesto que de cualquier modo jamás se ha castigado a nadie que participa en estos crímenes aunque tenga el rostro al descubierto. Parecería que la FEPADE tiene aquí todos los elementos de prueba para llevar a cabo la procuración de la justicia federal en estos delitos electorales de orden mayúsculo. ¿Lo está haciendo? No. ¿Lo hará? Se antoja imposible. Si no lo ha hecho antes, ¿por qué habría de hacerlo ahora? Si se trata de aplicar la ley a rajatabla, sin distinciones, la FEPADE tendría que estar preparada para actuar y enfrentarse directamente a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de Oaxaca y a la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), empezando por el arresto inmediato y consignación ante un juez penal de los líderes de estas organizaciones sindicales porriles y vandálicas, lo cual es tanto como enfrentarse a unos de los grupos de la delincuencia organizada más poderosos del mundo. Ante la posibilidad de tener a las afueras de las oficinas de la FEPADE a varios miles de porros salvajes del magisterio prestos para tomar como rehenes a los empleados y funcionarios de la FEPADE, prestos para incendiar las instalaciones de la FEPADE, y prestos para acabar con todo y con todos, sin contar los de la FEPADE con ninguna protección de parte de las policías de la Ciudad de México (el gobierno del perredista Miguel Angel Mancera hasta la fecha siempre ha tolerado todos los desmanes y excesos que cometen los porros de la CETEG y la CNTE en contra de la ciudadanía) y sin contar con ninguna protección de parte del Ejército, lo más seguro es que antes que atender una sola denuncia en contra de los porros magisteriales de la CETEG y la CNTE todos los empleados de la FEPADE en todos sus niveles pondrían de inmediato sus renuncias con carácter irrevocable. Como dice el dicho “más vale que digan aquí corrió que aquí murió”; y la FEPADE al momento de carecer de empleados y funcionarios dejaría de existir de facto.

Sin embargo, la FEPADE está más que ávida para atender denuncias puestas en contra de “poquiteros” acusados de cometer delitos electorales. Si se trata de un humilde vendedor callejero de paletas al cual se le acusa de tener en su carrito una cartulina a favor de cierto partido político justo en el día de las elecciones, entonces sin duda alguna que la FEPADE descargará toda su ira y toda su furia en contra del vendedor de paletas, arrestándolo y exhibiéndolo ante los medios nacionales de comunicación, preparando toda la papelería y todos los expedientes para lograr que se le aplique la pena máxima al vendedor callejero de paletas cuya ignorancia (por falta de escolaridad) no justifica la violación a las leyes electorales. Para estas demostraciones mediáticas de fortaleza oficial en la aplicación de las leyes electorales la FEPADE sí es muy buena. Del mismo modo, si alguien se presenta a votar vestido con un pantalón blanco, una camisa verde y una camiseta roja, también se expone a ser arrestado por la FEPADE por usar un modo de vestir “políticamente incorrecto” y violar así en forma flagrante el código que prohibe que cualquiera pueda promocionar así sea en forma indirecta y subliminal a algún partido político en las casillas electorales el día de la votación. La FEPADE actuando con dureza draconiana en contra de un ciudadano ordinario que tiene que enfrentarse solo en contra de esta agencia es la aspiración ideal de todos los que trabajan en la FEPADE prestos para castigar con dureza a quienes actún prácticamente solos en la comisión de delitos electorales menores que en otros países no son clasificados como tales. Pero eso de tener que enfrentarse en contra de quienes actuando en grupos numerosos como la CNTE y la CETEG que roban y destruyen boletas electorales, incendian locales del INE así como casillas de votación e intimidan a quienes tratan de acudir a votar impidiéndoles con amenazas directas el poder ejercer su derecho al voto, eso ya es otra cosa completamente diferente, y las denuncias puestas ante la FEPADE para tales efectos caen en saco roto. La FEPADE solo es muy buena para hacer lo que cree que le conviene con el fin de producir la impresión de que está haciendo algo cuando en realidad no está haciendo nada, pero si se trata de enfrentar delincuentes electorales de orden mayúsculo como la CNTE y la CETEG entonces un enfrentamiento de esta clase no le conviene a la FEPADE y es entonces cuando se convierte en una agencia gubernamental sorda que se hace como que no ve y como que no escucha nada de lo que ocurre a su alrededor.

Si se trata de delitos electorales verdaderamente graves, tales como saquear e incendiar oficinas del INE, robar y quemar boletas electorales, e impedir mediante el uso de la fuerza y la violencia que los ciudadanos puedan acudir a las casillas a votar, de cosas que aparecerán en primera plana en los noticieros nacionales, y uno espera que la FEPADE entre en acción de inmediato, es casi seguro que no ocurrirá absolutamente nada, porque van a salir con alguna tarugada como “para poder proceder de acuerdo a las leyes electorales, se requiere que alguien interponga primero una denuncia, de lo contrario no se puede hacer nada”. ¿Y si se interpone una denuncia trasladándose personalmente hasta las oficinas de la FEPADE en la Ciudad de México para interponer una denuncia (un original y veinte copias, por favor)? De seguro van a salir con otra tarugada como “estamos investigando”. Si transcurridos dos años se invierte el tiempo para volver a la FEPADE a ver qué han hecho con la denuncia y comprobar a cuántos de los delincuentes electorales denunciados se ha metido a la cárcel, de seguro en la FEPADE volverán a salir con la misma tarugada: “seguimos investigando”. Y si transcurridos seis años desde que se puso la denuncia se acude a la FEPADE para ver en qué etapa se encuentran las “investigaciones”, lo más probable es que le darán la cerrazón final a la puerta diciendo algo como “el tiempo para proceder en contra ya prescribió, lo sentimos mucho, pero ya no se puede hacer nada”. El siguiente cartón es uno de los varios que circulan por Internet indicativos de las inconformidades que hay en torno a las numerosas excusas y pretextos a que recurren en la FEPADE para no meter de inmediato a la cárcel a delincuentes electorales como los cabecillas de la CNTE y la CETEG que pese a robar y quemar papelería electoral gozan de una impunidad total:




De este modo, en la FEPADE se quedarán carcajeando mientras siguen tomando su café a la vez que el denunciante sale de las oficinas haciendo una rabieta de coraje con la que no se logrará nada. En la FEPADE ciertamente no se preocupan por ignorar a la ciudadanía, que al fin y al cabo la FEPADE fue creada con un generoso presupuesto asignado por el Congreso de la Unión para su sostenimiento, y solo mediante un excesivamente largo y complicado proceso legislativo el Congreso puede eliminar el presupuesto consumido por la FEPADE desapareciendo con ello a la FEPADE. ¿Y entonces quién va a atender las denuncias relacionadas con delitos electorales si se lograra desaparecer a la FEPADE? Pues la misma Procuraduría General de la República. ¡Pero esto fue precisamente lo que se hizo el Congreso en enero de 2015 en una denuncia al pedir una investigación de delitos electorales! No se dirigió a la FEPADE, ¡ni pensarlo! Se dirigió directamente a la PGR. La denuncia interpuesta por los legisladores fue llevada ante la PGR y no ante la FEPADE, ¡precisamente porque ni siquiera los mismos legisladores que crearon a la FEPADE confían en que esta agencia inútil hará nada para dar seguimiento y cauce a la denuncia! “Pero si desaparece la FEPADE, en la PGR no harán absolutamente nada y no habrá quien dé una respuesta apropiada a las denuncias” argumentarán quizá los principales funcionarios de la FEPADE en defensa de sus chambas y prebendas. ¿Y eso qué? Si la PGR no atiende ninguna de las denuncias interpuestas por delitos electorales graves, pues no se pierde nada con la desaparición con la FEPADE porque de cualquier modo es lo mismo que está ocurriendo ahorita.

Para justificar su existencia y las enormes carretadas de dinero del pueblo que se gastan en ella, la FEPADE dá señales de vida en tiempos electorales mediante propaganda masiva a través de todos los medios para que así el ciudadano común diga convencido: “es maravillosa la FEPADE, sin ella las elecciones no se podrían realizar limpiamente en México, y por lo tanto no podría haber democracia”. Este razonamiento sofista esconde el hecho de que antes que existiese la FEPADE ya había algo de democracia en México, y es falso que sin la FEPADE la democracia en México no sería posible. Muchos países democráticos del orbe no tienen FEPADEs (como Finlandia, USA, Suecia y Canadá) porque la ciudadanía tiene confianza en sus procesos electorales y acepta los resultados sin poner un millón de objeciones basadas todas ellas en la desconfianza. En estas elecciones de 2105, entre la prolija propaganda repetida en los medios hasta el cansancio por la FEPADE había un spot en el que aparecía un presunto delincuente electoral presionando a los ciudadanos:
“Si no votas por el candidato que te dije, le quito la beca a tu hija”. ¿Sabes de algún servidor público que condiciona un programa social o un servicio público? Denúncialo. “Me tienen que aportar dinero para este partido, y si no, los corro”. Si te solicitan aportaciones para apoyar a un partido o candidato, denúncialo. Nadie puede quitarte el derecho de votar libremente, y si lo hacen, denúncialos a la FEPADE. Ayúdanos a prevenir y perseguir los delitos electorales. Nosotros nos encargaremos de hacer cumplir la ley.
No se requieren dotes de “niño genio” para darse cuenta de las truculencias usadas en esta propaganda de la FEPADE. La supuesta amenaza “si no votas por el candidato que te dije, le quito la beca a tu hija” es algo que nadie haría en el mundo real, porque aún si hiciera tal amenaza no tendría modo alguno de poder comprobar si aquellos a los que amenazó votaron “por el candidato que te dije” a menos de que fuera un adivino, en virtud de que el voto es secreto llevado a cabo dentro de unas mamparas en las que solo puede estar una persona a la vez. Si en una casilla “el candidato que te dije” obtuvo 54 votos, entonces el “amenazado” le podría decir al amenazador: “voté por el candidato por el que me dijiste que votara, uno de los 54 votos que obtuvo fue el mío”. ¿Y cómo va a saber el “amenazador” si le están diciendo la verdad? La única manera en que podría saberlo sería en el caso en el que “el candidato que te dije” no obtuviera un solo voto en la casilla, pero si “el candidato que te dije” anda tan mal, entonces de nada le servirán dos o tres votos que obtenga mediante amenazas.

¿Podría haber sido de alguna utilidad la FEPADE en las elecciones presidenciales de 1988, aquellas elecciones en las que el candidato presidencial Cuauhtemoc Cárdenas que llevaba al principio una delantera en los resultados preliminares perdió de modo casi mágico su delantera tras la misteriosa “caída del sistema” con la cual se hizo a un lado el poderoso sistema de cómputo IBM instalado para tales efectos para en su lugar contabilizar los resultados electorales a mano, revirtiendo en cuestión de horas los resultados a favor del candidato oficialista que fue a quien se le dió la presidencia de México? No solo es dudoso que la FEPADE hubiera hecho algo para investigar a fondo esa misteriosa caída del sistema pidiendo ayuda de los ingenieros de mantenimiento técnico de las computadoras IBM con el fin de deslindar responsabilidades, simple y sencillamente la FEPADE no habría hecho nada, lavándose las manos diciendo: “no es asunto de mi competencia, el sistema de cómputo está bajo control de la Secretaría de Gobernación, vayan con ellos y arréglese con ellos”. ¿Y qué tal las elecciones presidenciales de 2006 cuando la FEPADE ya existía, en las cuales los resultados preliminares que iban a ser dados por el IFE (Instituto Federal Electoral) la misma noche de las elecciones en base a una promesa formulada casi como juramento por el mismo presidente consejero del IFE, Luis Carlos Ugalde, no fueron dados a conocer esa noche sino que sospechosamente fueron retrasados, resultados iniciales que hoy se sabe le estuvieron dando consistentemente una ventaja al candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador? Los resultados cumulativos solo fueron dados a conocer tres días después por Luis Carlos Ugalde, y ello sólo cuando a última hora y de manera extremadamente sospechosa la ventaja que llevaba López Obrador se revirtió a favor, por un margen pequeñísimo, del candidato oficialista. Estamos hablando de algo en lo que la misma presidencia de la República estaba en juego. López Obrador exigió un recuento. ¿Y qué hizo la FEPADE? Pues se sentó en su mula y se quedó como el chinito, “nomás milando”. Esto tiene relevancia hoy porque la FEPADE de ese entonces es la misma FEPADE que la FEPADE de la actualidad.

La FEPADE no sirve hoy absolutamente para nada, ya lo ha demostrado. Si hoy mismo desaparece, nadie la echará de menos excepto los burócratas en los niveles superiores que solo se la pasan papando moscas y cobrando sus nóminas generosas para las cuales el impuestívoro SAT se la pasa sacando dinero de los bolsillos del pueblo mexicano, haciendo honor a la máxima atribuída al presidente mexicano Adolfo López Mateos que dice: “cada mexicano tiene metidas sus manos en los bolsillos de otro mexicano, ¡y ay de aquél que trate de romper la cadena”.

Estableciendo comparaciones, la FEPADE de México es algo así como la agencia antidrogas DEA (Drug Enforcement Administration) de los Estados Unidos. Si el Congreso norteamericano desaparece a la DEA, no habrá ni menos norteamericanos drogadictos que los que hay ahora ni habrá más drogadictos que los que hay ahora, el consumo de drogas ilegales se mantendrá igual. La “guerra contra las drogas” empezada por el presidente Richard Nixon, si es que se le puede llamar “guerra” aunque en realidad nunca lo fué, se perdió desde el momento en que Estados Unidos decidió que esa “guerra” se tenía que llevar a cabo única y exclusivamente fuera de territorio norteamericano, en contra de los proveedores externos (“those damn Mexican drug lords, those damn Colombian drug lords”, “those damn Peruvian drug lords”, etc.) sin tocar en lo absoluto a los que dentro de los Estados Unidos manejan (con presupuestos mayores que los que maneja la agencia espacial NASA) las gigantescas operaciones de distribución de drogas ilegales para garantizar que puedan llegar a todos los confines de los Estados Unidos en cualquier ciudad de la Unión Americana. Dentro de los Estados Unidos la DEA jamás en su historia ha arrestado a ningún capo norteamericano de altos vuelos involucrado en la distrubución de drogas que sea de la estatura de los capos que han sido arrestados o eliminados en México y Colombia (como Pablo Escobar Gaviria, Vicente Carrillo Fuentes, Servando Gómez Martínez “la Tuta”, etcétera); y casos aislados de arrestos y consignaciones que los detectives norteamericanos pretenden presumir como el de John Gotti no cuentan porque estos arrestos no han hecho jamás ninguna mella en la distribución interna de drogas ilegales en territorio norteamericano. Desde el momento en que alguien dentro del gobierno norteamericano tomó la decisión de que dentro del territorio norteamericano no se tocaría a ninguno de los “grandes” ni siquiera con el pétalo de una rosa, la “guerra contra las drogas” se perdió; es una guerra perdida, y los billones de dólares que se han invertido en la DEA para la erradicación de la drogadicción dentro de territorio norteamericano ha sido dinero tirado a la basura, dinero que ha ido a parar a un barril sin fondo (como el dineral que Estados Unidos gastó en la Guerra de Vietnman, la cual también perdió).

A diferencia de la Secretaría de la Reforma Agraria, que sí tenía una misión qué cumplir cuando nació, la FEPADE jamás ha cumplido su misión. No tiene una sola consignación importante que justifique el dinero que se ha invertido en ella hasta ahora. ¿Ha perdido algún gobernador electo su triunfo antes de tomar posesión de su cargo como resultado de una denuncia puesta en contra suya ante la FEPADE por la comisión de delitos electorales que le ayudaron en su triunfo? Ni en sueños. ¿Ha perdido algún alcalde electo su triunfo antes de tomar posesión de su cargo como resultado de una denuncia puesta en contra suya ante la FEPADE por la comisión de delitos electorales que le ayudaron en su triunfo? Tampoco. ¿Ha perdido algún diputado electo o algún senador electo su triunfo antes de tomar posesión de su cargo como resultado de una denuncia puesta en contra suya ante la FEPADE por la comisión de delitos electorales que le ayudaron en su triunfo? Tampoco.

La FEPADE únicamente dá señales de vida en tiempos electorales, cuando se procura mucha promoción y difusión de su existencia a través de los medios, tanto en la radio y la televisión como en la prensa cotidiana. En los largos lapsos intermedios de tiempo (de una elección a otra), debemos suponer que quienes trabajan en la FEPADE se la pasan durmiendo simple y sencillamente porque no tienen absolutamente nada que hacer excepto presentarse a cobrar su nómina. Los osos exhiben un comportamiento similar, conocido como hibernación, pero esto ocurre solo por espacio de algunos meses y solo ocurre de un año a otro. Pensándola bien, trabajar en la FEPADE debería ser el sueño de cualquier burócrata: un trabajo cómodo y bien pagado, y sólo durante las temporadas electorales hay que estar atendiendo las denuncias telefónicas puestas a la línea FEPADETEL haciéndoles creer a los denunciantes que sus denuncias serán “atendidas con prontitud recibiendo un seguimiento hasta sus últimas consecuencias”. Si esto es lo único que hay que hacer, entonces la única habilidad que tienen que demostrar aquellos que aspiren a trabajar en la FEPADE es la habilidad para contar cuentos chinos, la habilidad de estarle dando “atole con el dedo” a los denunciantes hasta que se cansen y dejen de estar dando lata.

Con lo que le cuesta la FEPADE al pueblo de México, se podrían construír, equipar y mantener operando con una planta completa de maestros cinco escuelas de bachillerato de tiempo completo. ¿Cual de estas dos opciones cree el lector que le pueda ser más útil al pueblo de México? ¡Ea, señores diputados y senadores del Congreso de la Unión! ¡Despierten! Y pónganse a trabajar, aunque sea por una sola vez en sus vidas. Sirve que les ponen el ejemplo a los señores de la FEPADE que deben de estar aburridos y cansados de tanto descansar en las largas temporadas cuando no hay procesos electorales en curso.


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