martes, 16 de junio de 2015

Malos perdedores



“En la democracia se gana o se pierde por un voto.
Así es la democracia”
(Felipe Calderón Hinojosa, candidato presidencial del PAN, julio de 2006)

La sucesión presidencial de 2006 se decidió por una diferencia casi insignificante (porcentualmente hablando, inferior al uno por ciento), entre los votos obtenidos por el presunto triunfador, el candidato del PAN Felipe Calderón, y los votos obtenidos por el segundo finalista, el candidato del PRD Andrés Manuel López Obrador.

Contrariamente a una promesa casi solemne que había hecho el Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Luis Carlos Ugalde, de que los resultados preliminares de acuerdo al Programa de Resultados Preliminares (PREP) serían anunciados la misma noche del domingo en que se efectuaron las elecciones, con la finalidad de darle a los mexicanos un avance de las tendencias de la votación, esa noche no se anunció absolutamente nada y solo hubo un silencio total. Pero tampoco se dió ningún avance basado en el PREP el día lunes, comco tampoco se dió avance alguno de las tendencias de la votación el día martes. Fue hasta el miércoles, tres días después, cuando el Consejero Presidente del IFE anunció, de golpe y porrazo, al candidato del PAN como el virtual ganador de las elecciones presidenciales. Esto por sí solo hubiera sido bastante sospechoso, suficiente como para levantar suspicacias y poner en duda los resultados anunciados. Pero el impacto vino poco después, cuando se supo que la misma noche del domingo después de haberse cerrado las casillas el que llevaba una ventaja ligera no era el candidato del PAN sino el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador. Y la noche del día siguiente, el candidato de la izquierda mantenía una ligera ventaja sobre el candidato del PAN. Y todavía la noche del martes, el candidato de la izquierda seguí manteniendo una ligera ventaja sobre el candidato del PAN. No fué sino hasta la noche del miércoles cuando justo a última hora la tendencia favorable a Andrés Manuel López Obrador se “revirtió” dándole al candidato del PAN una ligera ventaja, la ventaja suficiente por un puñado de votos para proclamarlo como el triunfador de la contienda electoral de 2006.

Para justificar su inexcusable y prolongado silencio, en violación descarada y socarrona al juramento que le había hecho a la Nación, Luis Carlos Ugalde argumentó que no había dado a conocer los resultados del PREP acumulados en la noche de ese infausto domingo porque “asegún” él, el margen de diferencia de votos entre los principales contendientes estaba tan estrecho que no era posible establecer claramente una tendencia a favor de alguno de los candidatos en particular, y que era necesario esperar a que se siguieran contabilizando más actas del PREP “para dar una mejor idea” sobre la tendencia de la votación. Mismo razonamiento usado para “justificar” el no dar a conocer los resultados del PREP en los días posteriores.

La justificación dada por Luis Carlos Ugalde no solo era una explicación peregrina, era un argumento francamente estúpido, un verdadero insulto a la inteligencia de los votantes. No era eso lo que se le había prometido al pueblo de México. Si desde antes de que se efectuaran los comicios Luis Carlos Ugalde hubiera dicho “se darán a conocer los resultados del PREP la misma noche del domingo, siempre y cuando la diferencia estadística entre los porcentajes de los dos principales contendientes fuese superior al uno por ciento”, entonces Luis Carlos Ugalde habría estado justificado en guardar silencio y en no dar ningún resultado obtenido del PREP. Pero no fue eso lo que se había prometido. Se había prometido que se estarían dando a conocer los resultados del PREP a partir de la misma noche del domingo, sin que mediase ninguna otra consideración de por medio, o sea que aunque la diferencia fuese de unos cuantos votos, o inclusive de un solo voto, de cualquier modo los resultados serían dados a conocer puntualmente tal y como se había prometido.

Si la misma noche del domingo en que se celebraron las elecciones Luis Carlos Ugalde hubiera dado a conocer los resultados cumulativos del PREP hasta cierta hora (digamos, acumulados hasta las nueve de la noche), aunque la diferencia porcentual entre Andrés Manuel López Obrador del PRD y Felipe Calderón del PAN hubiese sido de un solo voto, Luis Carlos Ugalde como Presidente Consejero del IFE habría cumplido su promesa al pie de la letra. Y esa noche México se habría enterado que el candidato presidencial que llevaba la delantera era López Obrador. Y si Luis Carlos Ugalde hubiera actuado de la misma manera la noche del lunes, México se habría enterado de que López Obrador mantenía una ligera ventaja porcentual sobre el candidato del PAN. Y si Luis Carlos Ugalde hubiera actuado de la misma manera la noche del martes, México se habría enterado de que López Obrador seguí manteniendo una ligera ventaja porcentual sobre el candidato del PAN. Lógicamente, si después de una ventaja sostenida por varios días por López Obrador, Luis Carlos Ugalde hubiera anunciado que a última hora los resultados se habían revertido a favor del candidato del PAN, es posible que muchos simpatizantes del candidato de la izquierda se habrían lanzado a las calles para dirigirse a la sede del IFE para incendiar el recinto y colgar a Luis Carlos Ugalde de una horca.

Ante lo sucedido, Andrés Manuel López Obrador y los partidos que apoyaban su candidatura pidieron un recuento de la votación “voto por voto, casilla por casilla”. Pero ante esta petición, los panistas (tanto la cúpula como las bases) en vez de decir “apoyamos la propuesta, puesto que nosotros siempre hemos sido paladines de la democracia en México, para que se haga un recuento de toda la votación presidencial, con la finalidad de que los resultados sean limpios y transparentes y no hay nada turbio que ocultar”, se opusieron enérgicamente a que hubiera un recuento de la votación presidencial, dando por triunfador absoluto a Felipe Calderón y cerrando sus oídos y su entendimiento a cualquier otro tipo de razonamiento que no fuera de los panistas. En todo México, no hubo un solo panista que diera su apoyo a la petición de López Obrador de abrir los paquetes electorales para llevar a cabo un recuento de la votación en la modalidad voto por voto, casilla por casilla. Es aquí cuando Felipe Calderón haciéndose el ofendido recriminó al presunto perdedor diciéndole en varias ocasiones “en la democracia se gana o se pierde por un voto, así es la democracia”. En respuesta, López Obrador denunció que había sido la víctima de un sofisticado fraude electoral cibernético, y volvió a insistir en su demanda de que se llevase a cabo un recuento de la votación, demanda a la que el PAN actuando como un bloque de granito sólido se opuso terminantemente afirmando que nunca permitiría tal recuento de la votación “porque no estaba contemplado en las leyes”. Y mientras que el resto del mundo demandaba atender la solicitud del recuento de la votación, en el panismo solo había oídos sordos. Felipe Calderón, apoyado por sus incondicionales en el PAN, que eran todos, se montó en su mula e insistió muy indignado que “nadie puede pretender ganar en las calles lo que no obtuvo en las urnas”.

Andrés Manuel López Obrador insistió en su triunfo afirmando que la prueba contundente del triunfo estaba en los paquetes electorales, y que un recuento total de los votos demostraría no sólo que él había ganado en buena lid, sino que se probaría además la existencia del fraude electoral cibernético que estaba denunciando, acumulándose suficientes pruebas para acusar a los perpetradores del fraude ante los tribunales y enviarlos a la cárcel. Algunos panistas empezaron a titubear diciéndose a sí mismos en sus reuniones privadas: “¿serán ciertas las acusaciones formuladas por el candidato presidencial del PRD?”, “¿realmente habrá ganado López Obrador la contienda, aunque fuera por un solo voto, y a él le corresponde ocupar la silla presidencial”, “si estamos tan seguros de que nuestro candidato Felipe Calderón ganó, ¿por qué oponernos a un recuento de la votación que en todo caso solo confirmará nuestro triunfo y dará plena legitimidad a Felipe Calderón?”.

A fin de cuentas nunca se supo quién fue el verdadero presidente legítimo de México, porque el PAN recurrió a todos los recursos y a todas las mañas habidas y por haber para impedir a toda costa el recuento “voto por voto, casilla por casilla” que le hubiera dado legitimidad a Felipe Calderón (o, en caso contrario, hubiera sacado al PAN de la presidencia de México). Lo que menos le interesaba a los panistas era obtener legitimidad en las urnas, sino mantenerse en el poder a como diera lugar. Y se salieron con la suya. No se sabrá jamás quién ganó realmente la elección presidencial de 2006 ni se comprobarán las acusaciones de fraude en contra del panismo, porque en 2013 con la aprobación entusiasta del panismo nacional se llevó a cabo la destrucción total de las boletas electorales, borrándose así todas las evidencias.

Hoy, a ocho años de distancia, ocurre algo parecido, pero en esta ocasión es en el estado de Colima, en donde lo que ha estado en juego es la gubernatura de Colima.

Sin embargo, en el caso actual el candidato triunfador no es el candidato del PAN, Jorge Luis Preciado Rodríguez, es el candidato del PRI, José Ignacio Peralta. Y en las actas de escrutinio el candidato del PRI le ganó al candidato del PAN por unos cuantos cientos de votos. A partir del momento preciso en que se anunció oficialmente el triunfo del candidato priista, los panistas de Colima apuntalados personalmente por el presidente nacional del PAN Gustavo Madero (instalado permanentemente en Colima para ejercer presiones con la finalidad de garantizar que el próximo gobernador de Colima sea el panista Jorge Luis Preciado) pidieron, o más bien, exigieron casi a gritos ondeando sus bandeloras y llenando las calles de Colima con claxonazos en apoyo a una supuesta victoria del PAN, un recuento total de la votación de Colima “voto por voto, casilla por casilla”. ¡Pero un momento! ¿No era este tipo de recuento de votos algo a lo que en las elecciones presidenciales de 2006 se opusieron ferozmente los panistas? Pues sí. Ellos mismos terminaron demandando lo mismo a lo que antes se opusieron, ¡y hasta usando las mismas palabras!. O sea que cuando el PAN ganó por una diferencia porcentual mínima, la respuesta del PAN a un recuento de votos “voto por voto, casilla por casilla” fue NO, ¡eso no lo vamos a permitir jamás!. Pero cuando el PAN pierde por una diferencia porcentual mínima como acaba de ocurrir en Colima, entonces la cosa cambia por completo.

En Colima, el candidato del PRI ganó por un margen de diferencia que no excede los mil votos, en lo que ha sido llamado como un “final de fotografía” (frase alusiva a la etapa final de las carreras de caballos en los hipódromos en donde es necesario recurrir a una fotografía de precisión para determinar cuál de los dos caballos que llevaban la delantera y que iban casi al parejo llegó a la meta primero aunque sea por la punta de una nariz o una lengua extendida hacia afuera). Pero los panistas indignados no le aceptaron el triunfo basado en unos cuantos cientos de votos. ¡Pero un momento! ¿Acaso uno de los lemas más cacareados de los panistas, que se dicen sumamente respetuosos de la democracia, no es el que dice que “en la democracia se gana o se pierde por un voto, así es la democracia”? Para el panismo, el lema es válido solo cuando el PAN ha ganado aunque sea por un solo y muy cuestionable voto, pero si el PAN ha perdido no por un voto ni por unas cuantas docenas de votos sino por cientos de votos, ¡entonces la cosa cambia! ¡Nada de que “en la democracia se gana o se pierde por un voto”, nadie le va a enseñar el Padre Nuestro al señor cura!

Atendiendo los reclamos de los panistas de Colima, se hizo lo que no se hizo en las elecciones presidenciales de 2006. Se llevó a cabo el recuento de la votación “voto por voto, casilla por casilla”. Los priistas, en un gesto de caballerosidad que los panistas no mostraron en las elecciones presidenciales de 2006 con el candidato López Obrador, no se opusieron a la petición de los panistas, que fue aprobada por unanimidad en el Instituto Estatal Electoral de Colima. ¿Y cuál fué el resultado del recuento de votos? ¡Que se confirmó por segunda ocasión el triunfo del candidato priista!

En realidad, el recuento voto por voto casilla por casilla exigido por el PAN encierra una doble intención. La postura pública es darle transparencia y legitimidad al proceso electoral, ese es el discurso público. Pero la intención oculta, el propósito no-declarado, es fijarse en aquellos votos que puedan ser anulados argumentando cualquier tarugada. “Este voto a favor del PRI tiene que ser anulado porque el tache fue puesto usando no la crayola proporcionada por el IEE para tal efecto sino usando un bolígrafo de tinta negra”. “Este otro voto a favor del PRI tiene que ser anulado porque aunque el punto de cruce de las dos líneas está en el centro del logo del PRI, una de las líneas del tache se sale en su extremo unos cuantos milímetros fuera del casillero tocando el casillero de otro partido, y esto se puede interpretar como un voto a favor de dos opciones distintas”. “Y este otro voto a favor del PRI también tiene que ser anulado porque en lugar de usar un tache con dos líneas cruzadas se puso un círculo en torno del logo del PRI sombreando con crayola el interior del círculo, y si no es un tache entonces no vale”. Y así por el estilo. De este modo, si el candidato del PRI ganó por 487 votos de ventaja, entonces si con estas argumentaciones sofistas se logran anular 488 votos que habían sido emitidos a favor del PRI el que gana es el candidato del PAN, Jorge Luis Preciado, y entonces sí y ahora sí, en la democracia se gana o se pierde por un voto. Otra variante de esta chapuza consistiría en hacer que se anulen exactamente 487 votos a favor del PRI, con lo cual no hay un mero empate técnico sino un empate matemático en el que nadie gana ni pierde entre los dos principales contendientes, y como no hay ganador ni perdedor pues... ¡a celebrar nuevas elecciones se ha dicho!, mientras que en el PAN vuelven a ondear sus banderolas y se ponen a cantar pasajes de ópera para sus comerciales en televisión. En los tiempos en los que el PRI era el Goliath a vencer, los panistas (que eran muy pocos) repetían sin cesar la cantaleta del fraude electoral argumentando que para ganar el PRI recurría a chapuzas como los tacos de votos, las urnas embarazadas, el “ratón loco” y otras marrullerías. Pero en cuanto el PRI dejó de ser el invencible, el PAN no encontró nada malo en agregarle sus propias trampas a la lista de chapuzas, y se puede decir que superaron al maestro. Esto incluye la falsificación de pruebas usadas para impugnar elecciones. De cualquier modo, en las elecciones de Colima de 2015 no se pudo usar la invención panista de la “anulación selectiva de votos” porque al ir saliendo las boletas electorales de cada ánfora de hecho había más votos del PAN que podían ser anulados que votos del PRI susceptibles de anulamiento; o sea que no le convenía al PAN poner en práctica esta táctica porque la brecha de votos a favor del PRI se habría ampliado en lugar de reducirse y esto no le convenía al PAN.

Cualquiera diría, que por congruencia y ya no tanto por dignidad, los panistas de Colima se habrían ido a sus casas rumiando su derrota, después de haberles dado gusto en su demanda de un recuento de votos “voto por voto, casilla por casilla”. ¡Pero no, eso jamás! ¿Y qué quieren entonces ahora? Pues la anulación de las elecciones para la gubernatura de Colima. Pero si iban a llegar a ésto, ¿entonces para qué demonios estaban pidiendo un recuento de la votación “voto por voto, casilla por casilla”? Pues, este, ejem, este, se trata de... se trata de... ¡se trata de estrategias de campaña! ¡Sí, eso es! Se trata de estrategias y tácticas “para ganar lo que legítimamente nos corresponde”. ¿Y si para darles gusto se vuelven a celebrar elecciones en Colima y vuelven a perder? ¡Pues otra nueva lucha para que se anulen las segundas elecciones y se celebren unas terceras elecciones! Y así sucesivamente, hasta que el PAN gane por el desgaste de los opositores, a ver quién se cansa primero.

El 15 de junio, el PAN de Colima anunció oficialmente que los resultados de las elecciones para la gubernatura de Colima serían impugnados. Y el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, dijo ante los medios que “el PAN está agraviado por la manera de actuar del Instituto Estatal Electoral (IEE) en Colima”. Esto suena a farsa vil, porque en todo caso quienes se deberían de sentir agraviados serían los priistas, a causa del hecho de que estando al aire siendo entrevistada por Joaquín López-Dóriga, la Consejera Presidente del IEE en Colima, Felicitas Alejandra Valladares Anguiano, afirmó a última hora que en un nuevo conteo de la votación los resultados se habían revertido a favor del PAN, y que el panista Jorge Luis Preciado sería el próximo gobernador de Colima. Ante esta aseveración radiada a cadena nacional por nadie menos que la Consejera Presidente del IEE de Colima, los panistas de Colima salieron a las calles ondeando sus banderolas y festejando su triunfo, inundando Colima con claxonazos de triunfo desde sus carros y dándole vueltas a las oficinas centrales del PRI en Colima para mofarse de los priistas y sacarles la lengüa. ¡Les ganamos! ¿No que no? ¡Ha muerto el PRI, viva el PAN! Eso dijeron a viva voz. El problema es que la osada afirmación de que los resultados de la gubernatura de Colima se habían revertido a favor del PAN fue una mentira de principio a fin, y la funcionaria que trató de favorecer al PAN fue puesta entre la espada y la pared ante las peticiones de su destitución de parte de los indignados priistas, con lo cual la Consejera Presidente del IEE “rectificó” diciendo que le habían pasado un dato equivocado. Se trató de una mentira emitida desde la cúpula del mismo IEE, con la intención de revitalizar al panismo en Colima dándoles nuevas esperanzas a los panistas y atizando la hoguera, aunque fuera por breve tiempo mientras los panistas preparaban los argumentos de impugnación. ¿Y todavía así tuvo Gustavo Madero el cinismo y el descaro de decir que el PAN estaba agraviado por la manera de actuar del Instituto Estatal Electoral de Colima? ¿Lo dijo acaso haciéndose el ofendido porque la Consejera Presidente del IEE no se sostuvo por más tiempo en su mentira? Dicho sea de paso, el incidente con el cual se mostró una parcialidad a favor de uno de los contendientes desde la más alta cúpula del IEE en Colima hace sospechar de la presencia de varios funcionarios electorales que debiendo ser imparciales no lo son porque detrás de su capa de imparcialidad esconden un favoritismo más que obvio a favor de una de las partes en conflicto.

Independientemente de que Jorge Luis Preciado, el candidato del PAN a la gubernatura de Colima, milita en un partido acostumbrado a hacer rabietas y patalear como niño retobado cuando pierde una elección por escaso margen, gritando ¡fraude, fraude, fraude! y prendiéndole mil veladoras a todos los santos con la esperanza de que se anule una elección en donde ha perdido por escaso margen, está el hecho de que el tipo está malacostumbrado a “ganar” no por el voto directo de las mayorías, sino por la puerta falsa de la plurinominalidad llamada eufemísticamente “representación proporcional”, llegando a ocupar puestos que jamás debería de haber ocupado, al lograr colarse (o ser puesto) en los primeros lugares de las listas plurinominales como parte de las cuotas de poder que la partidocracia promovida por el PAN le ha impuesto a México. Cuando le dicen a uno de estos plurinominales “diputado” o “senador”, termina creyéndosela, y no quieren entender que no hay gobernadores plurinominales como tampoco hay alcaldes plurinominales, y mucho menos presidentes de la República plurinominales. Creyéndose la divina garza, cuando se lanzan por el voto directo del pueblo y sus nombres aparecen en las boletas electorales suponen erróneamente que su instauración se debe tomar como un hecho consumado. Solo cuando se someten al voto directo del pueblo y éste mayoritariamente les dá la espalda es cuando se les bajan un poco los humos, pero solo temporalmente, para volver a inflarse al regresar al Congreso de la Unión para ocupar una curul o un escaño por la vía plurinominal, que es la única manera en la que pueden “ganar” estos “paladines de la democracia”. El atractivo de aparecer en los primeros lugares de las listas plurinominales es tal que hasta Margarita Zavala, la esposa del ex presidente Felipe Calderón, la cual ya ha dado a conocer sus intenciones de postularse para la presidencia de México, trató infructuosamente de ser postulada por el PAN en estas elecciones como candidata a una diputación federal, ¡pero no por la vía mayoritaria, no con su nombre apareciendo en la boleta electoral, NO, eso NO!, sino por la vía plurinominal. No lo logró, y no lo logró porque el presidente del PAN Gustavo Madero se opuso a ello, y si se opuso a ello fue porque quería que su nombre apareciera en primerísimo lugar de las listas plurinominales del PAN, con la consecuencia de que Gustavo Madero ya tiene asegurada una diputación plurinominal (que no ganó con el voto directo de nadie) en la próxima legislatura, que seguramente usará para postularse para la presidencia de México en donde para su mala suerte no tendrá ya la cómoda ventaja de poder contender como plurinominal.

La cuna en donde nacen los plurinominales es un caldo de cultivo de individuos que no saben perder porque no han aprendido a perder. Pero esta cuna se está empezando a achicar no tanto porque la partidocracia haya decidido que ya es hora de que aquellos que quieran ser legisladores se lo ganen sin ayuda de plurinominalidad alguna, poniendo sus nombres en las boletas electorales para que la gente premie a los legisladores por su buen trabajo o para que los castigue por su mal desempeño, sino porque están apareciendo nuevas opciones en el panorama electoral que están creciendo en sus porcentajes de votación a costillas de los porcentajes que han estado perdiendo los partidos mayoritarios, esto además de que los candidatos independientes se están empezando a perfilar como una amenaza mortal para la superviviencia de los plurinominales, ya que si los porcentajes a favor de tal o cual partido son muy bajos entonces las probabilidades de obtener prebendas plurinominales irán cayendo en consecuencia. O puesto de otro manera: si va a haber candidatos independientes por los que se puede votar directamente, ¿quién quiere o quién necesita plurinominales que nunca contienden por nada?

De todo lo anterior se puede sacar una conclusión lógica: el PAN solamente acepta una derrota en las urnas cuando el triunfador le lleva varias decenas de miles de votos de ventaja. Si el triunfo es marginal con solo unos cuantos cientos de votos de ventaja, de inmediato se alzan los gritos desesperados de protesta exclamando ¡fraude!, pataleando y exigiendo la anulación de la elección y la celebración de nuevos comicios. De nada sirve que las elecciones hayan sido avaladas por el INE, que se haya pedido a cada elector presentar su credencial INE de elector para que pueda votar y que en la casilla de votación se haya cotejado su fotografía con el listado de fotos de cada elector, que se le haya marcado a cada elector un dedo con tinta indeleble para que no pueda votar otra vez en otra casilla, que en la casilla de votación se le haya puesto una muesca a su credencial de elector para que no la pueda usar en otra casilla, que se hayan usado boletas de elector numeradas, que haya representantes de cada partido en las casillas y que el conteo de la votación se lleve a cabo en presencia de los representantes de los partidos políticos, extendiéndose al representante de cada partido copia de las actas de votación firmadas por todos los representantes y los funcionarios electorales en una elección ciudadanizada. Nada será suficiente para darle gusto al mal jugador que pide que se anule un gol del contrario porque la cancha tenía medio milímetro de más en la medida oficial de su altura permitiendo con ello que la pelota entrara. Lo único que se puede hacer con tal mal jugador es tomarlo como loquito y no hacerle caso, o pedirle que se retire del partido so pena de echarlo fuera por ser incapaz de aceptar lo que se conoce como el fair play.

Tomando el caso reciente de Colima como paradigma, cuando el margen de diferencia es escaso entonces para los panistas solo hay democracia si ganan, y si no ganan el fraude electoral está más que probado, y hay que organizar marchas de protesta exigiendo la anulación de las elecciones ondeando banderolas del PAN, hay que convocar a las masas a la desobediencia civil, y hay que bloquear carreteras y puentes internacionales (como ocurrió en 1986 con el bloqueo de los puentes internacionales Paso del Norte y Córdova-Américas en la frontera con USA), lo que sea para presionar por la anulación de las elecciones. Si se pierde en las urnas hay que judicializar el proceso electoral para ganar en los tribunales lo que no se pudo ganar en las urnas. ¿Entonces la decisión manifestada en las urnas por las mayorías no cuenta? Pues no cuando el pueblo se ha equivocado, y si el pueblo se ha equivocado hay que enmendarle la plana como si los votantes fueran menores de edad. Así razonan los que no saben perder. Y hasta se dan el lujo de parafrasear al dictador Porfirio Díaz cuando dijo: “México no está preparado para la democracia”. Pero cuando gana el PAN en donde gana el PAN, entonces el pueblo es sabio y ha actuado con madurez cívica, y los resultados electorales deben ser respetados (eso dicen). Como en las elecciones presidenciales de 2006.



1 comentario:

chuy talamantes dijo...

al concluir el pasado mes de julio se terminó de llevar a cabo el conteo oficial de los votos que corresponden a las elecciones que se celebraron aqui en Chiapas, y el gran triunfador fue el Partido Verde Ecologista de Mexico, que se ha convertido en la primera fuerza política en Chiapas, seguido por el PRI.
los dos grandes perdedores fueron el PAN y su ahora palero el PRD.
en vez de aceptar la voluntad soberana del pueblo, el PAN y el PRD estan chillando a todo volumen criticando las elecciones celebradas en Chiapas como un fraude electoral gigantesco, el peor de la historia, y estan amenazando con pelear hasta el final en los tribunales para que los tribunales les den lo que el pueblo no les quiso dar en las urnas.
si en estas mismas elecciones bajo las mismas condiciones los resultados hubieran sido al reves, PAN y PRD las estarian alabando como un gran triunfo de la democracia, las mas limpias de la historia, los chiapanecos no tenemos duda de ello.
con razon el PAN hizo todo lo que pudo ante el Instituto Nacional Electoral para que se le quitara su registro al Partido Verde y para que se le impusieran multas altisimas impagables.
el error del PRD fue haberse convertido en aliado y palero del PAN.
como chingados esperaba el PRD ganar en Chiapas despues de haber gobernado Guerrero convirtiendolo en un estado narco.
y como chingados queria el PAN que los chiapanecos le dieran el gane despues de que todo Mexico perdio doce años con los malos gobiernos de Fox y Calderon.
de plano el PAN y el PRD no tienen madre, les vale, quieren poder y mas poder y el pueblo que se chinge.
pues ahora los que se chingaron fueron ellos, y si se van de Chiapas y nos dejan trabajar en paz tanto mejor, no necesitamos a la diabolica parejita PAN-PRD para que se hagan como que quieren trabajar juntos y que se hagan como que quieren resolvernos nuestros problemas.
que el PRD se vaya a Rusia, y que el PAN se vaya a USA, y aquí en Chiapas nos quedaremos para trabajar muy contentos bajo las siglas del Partido Verde al que los chapuceros del PAN y el PRD insisten en querer quitarle su registro porque nomas no le pueden ganar aqui en Chiapas en buena lid