El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto promovió, impulsó y presumió como uno de sus más grandes logros la Reforma Educativa elevada a rango constitucional. Las mafias magisteriales como la CETEG y la CNTE de inmediato se opusieron, y dieron rienda suelta a sus desmanes violentos para presionar para que se de marcha atrás a la reforma.
Como una solución posible al conflicto entre los porros del magisterio y el gobierno, aquí mismo se propuso la aplicación de un examen no de carácter nacional sino de carácter regional para ser administrado en las zonas en conflicto, un examen relativamente sencillo que hasta los maestros con capacidades diferentes de algunas zonas de Oaxaca, Guerrero y Chiapas pudieran aprobar. Pero como ni siquiera pudieron con esto (tal vez son tan ignorantes o tan analfabetas que no pueden responder ni siquiera a las preguntas más elementales de exámenes típicos que se aplican a los escolapios del primer año de primaria), el gobierno de Enrique Peña Nieto optó por la salida más fácil aunque ciertamente anticonstitucional y por ende ilegal.
A fin de cuentas, después de haber estado ignorando olímpicamente las demandas de los disidentes magisteriales de que se diese marcha atrás en su totalidad a la Reforma Educativa,el secretario de Educación Pública Emilio Chuayffet postrado de rodillas y humillado salió con el típico “dijo mi mamá que siempre no”, anunciando que los exámenes de evaluación de maestros y contendientes a plazas magisteriales no sólo en las regiones en conflicto sino en todo México quedaban suspendidos por tiempo indefinido hasta nuevo aviso. Y lo hizo a través de un comunicado telegráfico; ni siquiera tuvo Chuayfett el valor civil de enfrentar a los medios y dar la cara. Muy atrás quedaron los desplantes arrogantes del hombre fanfarrón y prepotente al que los porros magisteriales tachaban como intransigente, el cual apenas en febrero de 2015 había advertido que la Reforma Educativa no era negociable ni admitía excepciones. Pero cinco meses después, “¡dijo mi mamá que siempre no!”. Al menos Chuayffet hubiera hecho su retractación olímpica en una fiesta después de haber consumido varios litros de tequila, al menos así le habría podido echar la culpa al alcohol por decir incoherencias. Pero parece que quería dejar en claro que no se trataba de incoherencias, se trataba... se trataba... ¿ejem, de qué se trataba? “Discúlpenme señores de la prensa, pero tengo que ir al baño; ustedes saben, el tequila señores, el maldito tequila”.
Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto, el hombre que estuvo presumiendo por más de dos años como suya la autoría de la Reforma Educativa y por lo tanto al ser aprobada por el Congreso debería de haber sido el primero y el primer responsable en aplicar su propia reforma en cumplimiento a su juramento institucional en su toma de posesión del cargo como presidente “prometo cumplir y hacer cumplir la Constitución, y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”, se lavó las manos como Poncio Pilatos, y para el martes 2 de junio cuestionado sobre la decisión de detener indefinidamente el proceso de evaluación de la reforma educativa a los maestros, se limitó a decir que “los comentarios respecto a este tema los ofrecerá la Secretaría de Educación Pública”. En efecto, luego de inaugurar el centro comercial Toreo Parque Central y poner en marcha uin kiosko digital para expedir actas de nacimiento, cuando al mandatario se le preguntó sin con ésta determinación su gobierno no había claudicado en llevar adelante esta reforma estructural o había preocupación por el actuar de los maestros inconformes, le dijo a los reporteros: “Hay que hablar a la Secretaría de Educación, ahí tendrán todas las respuestas a este tema...”. O sea, los remitió a un funcionario acobardado del gabinete presidencial que no quiso dar la cara cuando se dió este espectacular “salta pa'tras”. Uno de los reporteros insistió: “¿No se está cayendo la reforma educativa, presidente? ¿Es claudicación, presidente?”, y tomado por sorpresa contestó: “Se me vinieron peron encima todos. Cuando les dé una entrevista, platicamos, y les doy la respuesta a todas sus interrogantes, hoy sólo me da gusto saludarles y agradecerles que estén presentes. Gracias”. Es el mismo melodrama de siempre cuando nadie, ni siquiera el presidente de México, quiere tomar responsabilidad por acciones que derivan de la misma presidencia, aventándole la “papa caliente” a sus subordinados que ni siquiera hacen mutis.
En las mentes de los editorialistas y analistas tanto dentro como fuera de México no hay absolutamente ninguna duda de la principal y única razón por la cual el jefe del Ejecutivo dió marcha atrás en la pieza central de su Reforma Educativa, torpedeando y hundiendo al fondo del mar algo de su propia autoría, y ello después de haber sido aprobada por el Congreso de la Unión después de meses de intensas negociaciones, y elevada a rango constitucional después de haber sido aprobada por el número de estados que se requerían para ratificar la reforma plasmándola en la Constitución. Lo hizo en respuesta directa a las protestas de las pandillas magisteriales CNTE y CETEG, que le han demostrado al resto de la población de México cómo es posible hacer que el gobierno dé marcha atrás incluso en algo que ya ha sido elevado a rango constitucional, sin tener que recurrir a un levantamiento armado. Para el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, fue como si después de una misión de exploración lunar la NASA les hubiera dado la orden a los astronautas de regresar a medio camino antes de llegar a la Luna porque de acuerdo a unos ingenieros de pacotilla parece que la nave “no tiene suficiente gasolina para el viaje de ida y vuelta”. Se trata de un fracaso colosal, de un retroceso de proporciones históricas.
Las protestas violentas llevadas a cabo por los “maistros grilleros” que no saben enseñar en las aulas de clase (en las cuales casi nunca están) pero que sí saben protestar y hacer temblar a quienes no cedan a sus extorsiones y chantajes, se mantienen a pesar de que el presidente Peña Nieto les concedió a los porros gorilescos su mayor demanda, la eliminación de las evaluaciones que ordena la reforma educativa. Si el presidente ingenuamente (por ponerlo en términos blandos) creyó que sacrificar su reforma educativa le ganaría una paz duradera o por lo menos una tregua, se equivocó. Históricamente, siempre ha sido una mala táctica ceder ante los extorsionadores y chantajistas, ya que lejos de aplacarlos esto los envalentona al corroborar los extorsionadores y matones la debilidad de aquellos a quienes están extorsionando.
Es sorprendente el hecho de que el gobierno federal, que de hecho ya tiene el control de la nómina magisterial en todo México, haya cedido ante las presiones de los porros magisteriales “good for nothing” (buenos para nada) de regiones como Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y Veracruz. El gobierno federal tenía (y sigue teniendo) en sus manos la capacidad para enfrentar unos grupúsculos que actúan en plena impunidad, organizaciones que más que magisteriales son políticas. Pero tanto en este caso como en muchos otros lo que ocurre simple y llanamente es que hay una falta de voluntad para aplicar la ley. Visto a distancia, los guerrilleros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas erraron su método de lucha en contra del entonces gobierno unipartidista de México. En vez de tomar las armas y organizar guerrillas en la Sierra para enfrentarse a las fuerzas armadas del gobierno, si hubieran fundado algo como la CETEG y la CNTE posiblemente hoy estarían aún con vida, y con sus bolsillos repletos de dinero como obtenido de gobernantes acobardados cediendo todo el tiempo a sus chantajes y extorsiones.
El editorialista Javier Cuéllar comentó en torno a lo que está sucediendo: “Con los sucesos acaecidos este lunes próximo pasado (1 de junio), donde una treintena de organizaciones ligadas con la CNTE escenificaron grandes disturbios en al menos cinco ciudades del país, saqueando y quemando instalaciones del INE e incinerando y robando numerosos paquetes y boletas electorales, nos damos cuenta que lo del boicot al proceso electoral anunciado tantas veces por esa organización no era puro cuento, como nos lo trató de hacer aparecer el señor Córdova Vianello (Consejero Presidente del INE). Ahora vemos que la estrategia del gobierno federal a cargo del presidente Enrique Peña Nieto súbitamente dá un golpe de timón y, en un alarde de blandenguería, cede a uno de los postulados más coherentes de la Reforma Educativa suspendiendo el programa de evaluación de maestros proyectada para elevar el paupérrimo nivel cultural y educativo del magisterio en general. Seguramente después caerán uno a uno todos los ejes de la endeble Reforma Educativa que ahora visualizamos como prendida de alfileres. Presumiblemente, la CNTE convocó a todos los maestros a un paro nacional, pero lo que vimos el lunes en nuestros televisores no era una huelga sino una serie de actos vandálicos, lapidarios e incendiarios, provocativos, propios de una insurrección, mismos que fueron secundados en nuestra fronteriza ciudad por una de las células agitadoras enclavada en la escuela primaria turno vespertino Francisco González Bocanegra, ubicada en la etapa número 9 del fraccionamiento Riberas del Bravo. Ahí, los integrantes de la CNTE suspendieron arbitrariamente las clases de unos 637 alumnos con el pretexto de solidarizarse con las hordas magisteriales a nivel nacional, enterándonos de que una parte de su plantilla de profesores se fueron presumiblemente a la ciudad de México a realizar disturbios. Desde luego, muchos padres de familia no entienden esa lucha magisterial por los tintes de guerrilla que manifiestan casi invariablemente, porque esa no es la forma de defender sus derechos, máxime cuando están afectando la educación de un alumnado depauperado que ve en su escuela la única vía de salir de pobre. Sin embargo lo que sí nos queda claro es la escasa consistencia del gobierno federal para sostener sus propuestas cediendo a las pretensiones anti educativas del CNTE. Lo que sí es real, es la blandenguería que acusa el gobierno federal poniendo de rodillas a la Secretaría de Educación Pública. Dicen que el CNTE no es delincuencia organizada, pero lo que vimos el lunes no parecía otra cosa con la excepción de que lo que robaron no eran paquetes de droga sino boletas electorales, pero en toda la demás gama de delitos que se están cometiendo desde hace aproximadamente un año a la fecha, o quizás más, no parecía otra cosa. Estos disturbios ponen en evidencia la existencia en nuestro país de un estado fallido que está haciendo agua precisamente en el segmento educativo, con grandes y graves consecuencias para la marcha de la república”.
La pieza central de la Reforma Educativa era (y sigue siendo) la aplicación de exámenes de evaluación y competencia para seleccionar a los mejores maestros de todo México para darles plaza dentro de las escuelas públicas, garantizando con ello la mejor calidad posible para los alumnos de las escuelas primarias y secundarias de todo México así como los colegios de bachillerato. Sin los exámenes de evaluación, no tiene ningún sentido hablar de una reforma educativa.
Pero la decisión unilateral de suspender por tiempo indefinido los exámenes de evaluación de mentores tiene otras repercusiones inmediatas con efectos a corto plazo.
Sin la aplicación de los exámenes de evaluación, los cuales tenían como propósito seleccionar a los mejores mentores, ¿cuáles serán entonces los criterios que serán usados para cubrir las plazas vacantes de maestros (tanto las que se abran por la jubilación de maestros como las que se vayan dando por la apertura de nuevas escuelas) en el próximo ciclo escolar? ¿Dejar que las plazas sigan siendo repartidas (vendidas) por los líderes magisteriales que se han estado haciendo ricos con el tráfico de las plazas? ¿Pues que acaso la Reforma Educativa no tenía como propósito fundamental acabar con estas corruptelas añejas? ¿O de qué se trata todo ésto?
Más allá de la cuestión educativa y el impacto que hayan tenido los porros magisteriales de la CETEG y la CNTE en la nulificación, así sea meramente temporal, en la aplicación de los exámenes de evaluación, se revela otro problema de fondo. ¿De qué sirve elaborar cientos de miles, o quizá millones, de leyes, elevándolas a sacrosanto carácter constitucional, si no va a haber la voluntad de aplicarlas? De nada sirve tener en los libros cinco mil millones de leyes, una montaña gigantesca de códigos y procedimientos para todas las situaciones habidas y por haber, si en la práctica no se va a aplicar ninguna de ellas. Y de cualquier modo, nadie por “cerebrito” que sea puede memorizar cinco mil millones de leyes, y ni siquiera subdividiendo la aplicación de ciertas leyes para que sean manejadas por especialistas se puede esperar que haya seres humanos que lo capten todo en su gran totalidad en lo que toca a todas las normas y leyes y procedimientos que aparezcan publicados en el Diario Oficial de la Federación. Los códigos fiscales son una muestra de ello, y ni siquiera los especialistas en materia fiscal han podido mantenerse al día en todos los cambios y modificaciones que se han estado haciendo a lo que ya es una aberración por su voluminosa extensión. Los romanos dijeron: “el desconocimiento de las leyes no justifica la violación o desacato a las mismas”. Eso tal vez sea cierto, pero siempre y cuando se trate de algo breve y de carácter general como los Diez Mandamientos. En un país en el que sigue habiendo un alto porcentaje de analfabetismo, es ilusorio esperar que todos y cada uno de los ciudadanos conozcan al dedillo todas y cada una de las leyes que están obligados a respetar, y que encima de ello estén al tanto de todas las modificaciones, actualizaciones, enmiendas y remiendos que los legisladores elucubren a cada rato en sus tiempos de ocio.
Es posible que el gobierno de Peña Nieto, mal enterado de las lecciones que dá la Historia, está esperando a que concluyan las elecciones que deben ser llevadas a cabo el domingo 7 de junio de 2015 (como dice el dicho, ¡ya salió con su domingo siete!) con la ilusa idea de que los porros se aplacarán. Pero esta es una estrategia que de antemano está condenada al más absoluto fracaso, ya que la experiencia demuestra que cuando se cede ante un grupo de carácter nihilista o fascista el grupo no descansará hasta conquistar el poder, algo para lo cual incluso la democracia actúa como un estorbo a las intenciones de los porros magisteriales. Si para tratar de aplacar un poco a los porros magisteriales Peña Nieto iba a matar su propia reforma educativa, hubiera sido menos humillante para él y más institucional para la presidencia enviar al Congreso de la Unión una contrareforma proponiendo la derogación de todo lo que tuvo que ver con la reforma educativa que él mismo propuso, regresando al país a las condiciones anteriores en las que la repartición de las plazas magisteriales (el botín principal en juego) estaba en manos de los mismos sindicatos magisteriales corruptos que se encargaban de vender las plazas. Sin embargo, es demasiado tarde para intentar ésto, porque si se requirió una labor dura y penosa de varios meses para formar un consenso entre los diputados y senadores para lograr la aprobación de la reforma educativa, se antoja poco probable que se pueda convencer a todos de dar marcha atrás, sobre todo si se está cediendo ante presiones o chantajes. Para los legisladores, se trata de un problema creado por el mismo Ejecutivo, se trata de su propia reforma. Él fue su autor, y a él le toca resolver el problema. La reforma ya está plasmada en la Constitución, y eso no tiene vuelta de hoja.
Lo que puede venir sucediendo en México con la tan cacareada Reforma Educativa es lo mismo que ocurrió en el episodio conocido como la Guerra Cristera. El gobierno, de carácter fundamentalmente laico y socialista, promulgó una serie de leyes que coartaban la libertad religiosa. Los creyentes católicos se alzaron en armas, y al grito de ¡Viva Cristo Rey! doblegaron al gobierno poniéndolo de rodillas aunque no derrotándolo puesto que el objetivo de los Cristeros no era apoderarse del gobierno para establecer una teocracia en México. Los insurrectos demandaban la derogación de las leyes que prohibían la libertad religiosa. El gobierno no las derogó, pero tampoco las aplicó. Las leyes siguieron en los libros, pero terminaron siendo letra muerta. De este modo, el epílogo de la Guerra Cristera no terminó como un triunfo para ninguna de las partes en conflicto, sino que derivó en una tregua que se prolongó por varias décadas. Lo mismo puede terminar sucediendo con la Reforma Educativa, sobre todo tomando en cuenta que los insurrectos de hoy no tienen nada de cristiano en sus demandas y en sus métodos, y no van a cambiar de mañas simple y sencillamente porque no están dispuestos a cambiar. Y a diferencia de los Cristeros, ellos sí tienen puesta la mira en el derrocamiento del gobierno para tomar en sus manos el control de todo México.
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