sábado, 29 de noviembre de 2014

El gran timo del Black Friday




El día siguiente al Día de Acción de Gracias, que en este año 2014 cayó en viernes 28 de noviembre, es conocido en los Estados Unidos como el Black Friday o Viernes Negro, y es considerado como el inicio formal de la temporada navideña. El mismo día de Acción de Gracias, o sea el jueves, prácticamente todos los comercios están cerrados en la Unión Americana, preparándose para abrir sus puertas a altas horas de la madrugada con las super-ofertas de lo que es conocido propiamente como el Viernes Negro.

La costumbre indica que el jueves en que cae el Día de Acción de Gracias es un día dedicado a descansar, a convivir con la familia, a no salir de casa para nada. Y el viernes siguiente es el día en el que se debe estar preparado para empezar con los ajetreos de las compras navideñas. La palabra Viernes Negro proviene de los términos que usan las empresas en sus libros de contabilidad. Desde mucho antes de la invención de las computadoras electrónicas, en los libros de contabilidad había dos columnas en las cuales se llevaba un registro de los activos (lo que la empresa tiene a su favor, en términos de pesos y centavos) y de los pasivos (lo que la empresa tiene en contra suya, o sea sus deudas). Se acostumbraba llenar las columnas de los activos en números negros, y las columnas de los pasivos en números rojos. Inclusive en las viejas máquinas de escribir se utilizaban cintas de tinta en las cuales la mitad del carrete de cinta era tinta negra y la otra mitad del carrete de tinta era cinta roja, precisamente para elaborar documetos contables con este propósito. Un día cualquiera en el que una empresa opera con pérdidas es un día en el que la empresa operó con números rojos. Y un día cualquiera en el que la empresa tuvo ganancias es un día en el que la empresa operó con números negros. Puesto que es en la temporada de las fiestas de fin de año cuando muchos comercios tienen su mayor cantidad de ventas (para algunas la temporada representa hasta la mitad de las ventas que hacen en todo el año), y puesto que es el viernes que sigue al Día de Acción de Gracias el día en el cual empiezan las ventas navideñas y la afluencia masiva de compradores a los negocios incrementándoles sus ganancias y garantizando con ello que operarán con números negros, por la fuerza de la costumbre a ese viernes se le ha dado en llamar Viernes Negro.

Para garantizar que los compradores saldrán en grandes cantidades a gastar su dinero en Viernes Negro, en Estados Unidos las grandes cadenas comerciales y muchas otras tiendas incluyendo comercios en pequeño publicitan algunos artículos con precios sumamente bajos, tan bajos que pueden ser capaces de convencer a cualquiera de salir de casa con su billetera lista para ser vaciada hasta el último centavo. Son las famosas ofertas comerciales en las cuales, por ejemplo, un boombox que normalmente cuesta unos 50 dólares se puede obtener a una oferta de super-ganga en la mitad de su precio normal, o sea 25 dólares. Y un frasco de vitaminas C que usualmente se vende a ocho dólares se puede obtener a cinco o inclusive hasta cuatro dólares. Esto es lo que atrae a muchos compradores norteamericanos a las ventas del Viernes Negro. Al abrir sus puertas las tiendas, se inicia una carrera frenética de compradores enloquecidos que incluso se pelearán entre sí para arrebatarse los artículos que están rebajados a la mitad, a la tercera parte, o incluso a la cuarta parte de su precio normal de venta.

Sin embargo, las super-ofertas comerciales del Viernes Negro en Estados Unidos están basadas en un gran timo. Sí, es cierto, en muchas partes tienen refigeradores grandes a precios irrisorios como cien dólares, o lavadoras de alta capacidad a gangas insuperables de cincuenta dólares. Son ofertas en las que la tienda definitivamente pierde dinero. Pero… (y en esto consiste el timo) se trata de mercancías en las cuales las tiendas tienen una existencia sumamente limitada, digamos en cantidades de diez o viente. En otros tiempos, ni siquiera tenían uno solo de esos artículos super-ganga disponible al momento de abrir las puertas en Viernes Negro, se trataba de propaganda engañosa usada como cebo para atraer consumidores a la tienda. Pero eventualmente el engaño fue quedando al descubierto cuando clientes que recién entraban a la tienda grabaron en sus teléfonos celulares la constancia de que la tienda no tenía uno solo de esos artículos anunciados como grandiosas ofertas en los volantes y promocionales publicados en los periódicos, la confirmación visual era enviada de inmediato a los canales de televisión que se encargaban de reproducirla, trayendo con ello gran descrédito y vergüenza para los comercios que incurrían en dicha práctica. ¿Cómo era posible que, acabando de abrir las puertas en Viernes Negro, cuando no había nadie en ninguna caja registradora, los primeros clientes en entrar vieran que todos los artículos anunciados como super-gangas se hubieran agotado ya? La exposición de esta modalidad de fraude fue posible gracias al advenimiento de teléfonos celulares con cámara integrada, algo que no estaba disponible en forma masiva en el siglo pasado.

Como el anunciar artículos en super-ganga de los cuales no había uno solo en existencia en los anaqueles el día de las ofertas se volvió un asunto riesgoso capaz de darle muy mala fama a los comercios que incurrían en tal práctica, los comerciantes del Viernes Negro se vieron obligados a poner físicamente en sus anaqueles algo de lo que anunciaban como super-gangas a esos precios. Pero… ponían únicamente cantidades de dos o tres para cada ganga, diciéndole a quienes no alcanzaban tales super-gangas (pese a estar entre los primeros cien clientes en entrar a la tienda): “solo nos mandaron dos piezas”.

Al quedar expuesta la nueva modalidad del fraude, grandes cadenas como BestBuy respondieron garantizando un mínimo de artículos por super-ganga agregando al pie de cada oferta: “Se garantiza que habrá una existencia mínima de veinte piezas de este artículo por tienda, con un límite máximo de una pieza por consumidor”. Y esta es la situación actual.

De cualquier modo, muy pocos de los que acuden a las tiendas norteamericanas el Viernes Negro encontrarán las super-ofertas que buscan a los precios anunciados con que son anunciadas, porque en las grandes cadenas de tiendas como BestBuy se empiezan a formar largas colas de clientes afuera de las puertas desde antes de la hora en que se abren las puertas (generalmente a las seis de la madrugada) en virtud de que los únicos que alcanzaran tales super-ofertas serán los primeros veinte o treinta que estén al principio de la cola. Si la cola consta de unas dos mil personas (lo cual se sigue viendo en varios casos), entonces apenas el uno o el dos por ciento de la clientela que acude el Viernes Negro al establecimiento tendrá oportunidad de arrebatarse las ofertas. El restante 98 ó 99 ciento de los que vienen atrás en la cola se quedarán sin nada en lo que respecta a las super-ofertas.

Quizá lo más irónico es que se sospecha que muchos de quienes se benefician con las super-ofertas del Viernes Negro ni siquiera están comprando los artículos para ellos mismos, los están comprando para volverlos a vender obteniendo una ganancia en la transacción. Tómese por caso un proyector de televisión digital cuyo precio de fábrica sea de 300 dólares y cuyo precio normal de venta al consumidor en días normales sea de 350 dólares, lo cual le deja a la tienda una ganancia de 50 dólares por artículo vendido. Si la tienda pone ese proyector en venta en Viernes Negro no a los 350 dólares sino a 200 dólares, entonces en lugar de ganarle 50 dólares a cada proyector le estará perdiendo cien dólares. Si únicamente garantiza una existencia de diez proyectores por tienda, le perderá mil dólares en total a la venta de esos diez proyectores. Los que alcanzan a comprar proyectores a tales precios, una vez que salen de la tienda con ellos, los pueden poner a la venta a 250 dólares, con lo cual le ganan 50 dólares a la venta de un proyector que revendan. Y el que les compra el proyector a 250 dólares también se estará ahorrando una buena cantidad de dinero con respecto al precio regular de venta, en ese caso cien dólares. De este modo, el revendedor se gana 50 dólares y el comprador de la reventa se ahorra cien dólares. Y los revendedores generalmente no arrebatan un solo artículo cuando la tienda abre sus puertas, tratan de llevarse varias docenas (de diferentes artículos, claro está, no del mismo al haber una limitación típica para cada tipo de producto de uno por cliente) de lo que alcancen a agarrar. De este modo, al revender todo lo que compren, pueden obtener ganancias de unos mil dólares, libres de impuestos (puesto que la venta es directamente de un revendedor particular a un comprador particular, o sea de particular a particular, no de una tienda establecida a un particular), lo cual no está nada mal para haber acampado un día antes (o dos y hasta tres días antes) a las afueras de la tienda. Se sospecha que estos son precisamente los primeros que van formando la cola a las afueras de las tiendas, se sospecha que estos son precisamente los que se llevan sus tiendas de campaña, aunque obviamente nunca lo van a admitir, y se llevan a sus familiares cercanos con ellos a pernoctar en las tiendas de campaña para que en los pocos artículos de venta restringida en los cuales la tienda ciertamente perderá dinero se pueda rebasar el límite máximo usual de un artículo para cada tipo de artículo puesto como artículo gancho. He aquí una foto de tales compradores que han montado sus tiendas de campaña tres días antes del Viernes Negro cuando ni siquiera se han dado a conocer las super-ofertas que serán puestas como los artículos gancho:




Seguramente las grandes cadenas comerciales ya se han dado cuenta de que algunos si no todos de los que montan sus tiendas de campaña afuera de las tiendas antes del inicio de sus ventas anuales del Viernes Negro no son compradores regulares sino revendedores. Pero esto no les hará cambiar su estrategia, en virtud de que las fotografías y videos de esas tiendas de campaña alineándose afuera de las puertas desde varios días antes del Viernes Negro es muy buena propaganda gratuita a través de los medios de comunicación (prensa, tv) y las redes sociales. Visto de esta manera, lo que pierden en la venta limitada de unos cuantos artículos a precios super-rebajados es lo que de otro modo gastarían en publicidad y propaganda para promover sus ventas, es parte del costo de hacer negocios, así que en realidad las tiendas no pierden. Pierden más cuando no hay afluencia de compradores así sea vendiendo las mercancías al costo sin obtener ganancias.

Si bien es cierto que cada tienda pierde dinero el Viernes Negro con las ofertas más publicitadas a precios de super-ganga, también es cierto que se repone con creces de sus pérdidas con las compras que hagan los visitantes que ya están dentro de la tienda y que llevan una buena cantidad de dinero para gastar. Como la gran mayoría de ellos no alcanzarán a comprar el televisor plano de cincuenta pulgadas que está anunciado a un precio super-ganga de ochenta dólares, ya estando dentro de la tienda serán tentados por otras ofertas no tan grandes como la secadora de 410 dólares que está siendo vendida a un precio reducido de 390 dólares, o la cámara fotográfica de 800 dólares que está en especial a 760 dólares. Sumando una a una estas otras ofertas en las cuales la tienda ciertamente no pierde un solo centavo y sí tiene una ganancia neta, el volumen de las ventas puede ser suficiente para darle unas entradas elevadas a cada tienda al finalizar el mes de noviembre, operando como dicen los contadores “en números negros”. Las super-ofertas limitadas son consideradas como artículos gancho para atraer a clientes potenciales a la tienda como un imán atrae los clavos.

A estas alturas, muchos de los que hacen cola a las afueras de tiendas como BestBuy ya se han dado cuenta de las artimañas que entrañan las super-gangas anunciadas en los periódicos y en los volantes, ya se han dado cuenta de que prácticamente ninguno de ellos logrará poner jamás sus manos en tales super-ofertas. Entonces, ¿por qué siguen acudiendo, engrosando en colas desde altas horas de la madrugada cuando aún no ha salido el sol y cuando por ser temporada casi invernal las temperaturas exteriores están sumamente bajas?

Algunos sociólogos lo atribuyen a la fuerza de la costumbre. Es como un ritual al cual muchos norteamericanos fueron acostumbrados desde chicos. La histeria anual que se ha estado manifestando en las afueras de las tiendas el Viernes Negro es una herencia del pasado, es como revivir las emociones de épocas pasadas inyectando un poco de adrenalina al organismo ante la expectativa sobre si algunos de los artículos con alguna rebaja moderada (no necesariamente las super-gangas que muchos jamás alcanzarán) todavía estarán disponibles cuando les toque su turno de entrar a la tienda.

Sin embargo, las generaciones de ayer están siendo reemplazadas paulatinamente por las generaciones de hoy, las cuales cuentan ya con herramientas tecnológicas con las que no contaban las generaciones de ayer, específicamente, Internet, que permite hacer compras-en-línea a través de empresas gigantescas como Amazon. Se puede ya, desde la comodidad de la casa, sin tener que ponerse un abrigo para salir fuera, sin tener que formar parte de una cola enorme de gente tiritando bajo un viento helado bajo una obscuridad casi total, comparar precios de una manera casi instantánea localizando los lugares en donde están las mejores gangas. Y no es necesario el estarse peleando con alguien en alguna tienda para tratar de ganarle una pieza de un artículo que parece estar rebajado al máximo, se puede acudir a un sitio virtual y ver en tiempo real si aún le quedan en existencia artículos de los que está anunciando a precio reducido. Con unos breves pasos, desde la comodidad de la computadora en casa, se hace el pago electrónico y se cierra la transacción, y tan solo es necesario esperar a que el artículo sea entregado en casa sin necesidad de tener que salir fuera para recogerlo de una tienda. Hay empresas que con tal de maximizar sus ventas están dispuestas a absorber los costos de transporte, de modo tal que el consumidor no tiene que pagar nada más que el precio que ve anunciado en la ventana de exhibición del artículo.

Aún es muy prematuro para anticipar lo que sucederá con el tradicional Viernes Negro como se ha venido  celebrando desde hace muchas décadas. Varias cadenas comerciales, con tal de ganarle clientes a otras empresas, están empezando a abrir sus ventas al público no en el Viernes Negro sino en el día anterior, o sea en el mismo Día de Acción de Gracias, generalmente a las seis de la tarde. Anteriormente, la tradición sugería que todos querían permanecer en casa todo el Día de Acción de Gracias descansando en compañía de la familia, y dedicar el siguiente día, o sea el Viernes Negro, los esfuerzos y las energías para empezar con las compras navideñas. Sin embargo, los comercios norteamericanos están empezando a descubrir que, contrariamente a la suposición de que todos quieren quedarse en casa a descansar durante el Día de Acción de Gracias, muchos están dispuestos a salir de compras en la tarde de ese día si hay alguna tienda abierta. Y en la tarde del 27 de noviembre, había muchos compradores potenciales dispuestos a salir a comprar. La cadena de tiendas Wal-Mart abrió sus ventas del Día de Acción de Gracias a las seis de la tarde del mismo día en vez de esperarse hasta el día siguiente para hacerlo a las seis de la madrugada como acostumbraba hacerlo. Y los consumidores acudieron. Y las ventas que hicieron los almacenes de la franquicia Wal-Mart ese 27 de noviembre representan los clientes que perdieron aquellos comercios que se esperaron hasta el día siguiente para hacer las mismas ventas a la muy incómoda hora de las seis de la madrugada.

De seguir así las tendencias, hay la posibilidad cada vez más real de que no tardará mucho tiempo para que el tradicional Viernes Negro pase a ser una tradición del pasado que no fue capaz de sobrevivir a los tiempos modernos, expirando en aras de la modernidad. Y de ser así, es posible que los únicos que se formarán en línea con sus tiendas de campaña haciendo cola en las afueras de las tiendas BestBuy serán los cien primeros que saben a ciencia cierta de antemano que serán los únicos que alcanzarán las super-gangas anunciadas en existencias limitadas.

Y si tal cosa llega a ocurrir, esas grandes cadenas comerciales, por primera vez, empezarán realmente a perder dinero, con la perspectiva no de un Viernes Negro sino de un Viernes Rojo, operando con pérdidas, en números rojos en su contabilidad, en lo que vendría siendo un Red Friday.

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