sábado, 18 de julio de 2015

AMLO, Presidente de México

¿Andrés Manuel López Obrador, presidente de México?

Si señores, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué acaso no era ya un cadáver político, sin ninguna esperanza de retorno a la vida política de México?

Desde antes de la primera ocasión en que Andrés Manuel López Obrador contendió por la presidencia de México, ya se le había tratado de impedir la posibilidad de llegar a la Presidencia de México echando mano de procedimientos pseudo-legales, recurriéndose al desafuero del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México por supuestamente no haber respetado un amparo -un amparo del que hoy nadie se acuerda-, con la intención de meterlo a la cárcel con ese pretexto aunque fuera por unas cuantas horas para así poder argumentar a posteriori que “la Constitución prohibe claramente que pueda contender para la presidencia de la República cualquiera que haya estado en prisión por algún delito”. López Obrador, que en ese entonces era el principal puntero en casi todas las encuestas y sondeos de opinión para convertirse en el próximo presidente de México, no promovió ninguna defensa en contra de tal procedimiento, confiado de que en caso de ser metido a la cárcel con la sola intención de impedirle contender por la presidencia lo convertiría en un caso célebre de orden mundial, un verdadero mártir de la democracia. Al último momento, el gobierno -panista- de Vicente Fox reculó y dió marcha atrás rehusándose a meter a López Obrador a prisión, lo cual trajo consigo la renuncia casi inmediata del Procurador Rafael Macedo de la Concha.

Pero el procedimiento de desafuero no fue la única arma utilizada en contra de López Obrador. Se recurrió también a unos videos de colaboradores suyos -videos difundidos inicialmente por panistas connotados- en donde a uno de ellos se le podía apreciar apostando grandes sumas de dinero en un casino de lujo de Las Vegas, y a otro de ellos (René Bejarano) embolsándose gruesos fajos de dinero que le estaba entregando el corrupto empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz. Los videos no probaban nada en contra de López Obrador, pero se tenía la esperanza de que la gente dijera “si sus colaboradores hacen esto, si son deshonestos, entonces López Obrador también deben de serlo”. Los videoescándalos le costaron a López Obrador un margen importante en los puntos porcentuales que llevaba de delantera en los sondeos de opinión, pero aún así López Obrador continuó manteniendo una delantera indicativa de triunfo.

Al no servir ni el desafuero ni los videoescándalos para detener a López Obrador en 2006, se recurrió a una intensa guerra sucia -en las que el PAN ha acumulado ya bastante experiencia porque parece que no conoce otras maneras de poder ganar- en las diariamente y a todas horas se estuvo acusando a López Obrador de ser un peligro para México, poniendo imágenes de tanques en movimiento y ametralladoras y fusiles de alto poder representando el entorno de países en donde se han llevado a cabo violentos golpes de Estado. La intención de la propaganda era asustar a la gente en contra de López Obrador inspirando el voto del miedo a favor del partido gobernante, el PAN.

La guerra sucia del PAN en contra de López Obrador en 2006 a través de las televisoras le restó un porcentaje adicional de votos a López Obrador, pero López Obrador continuó manteniendo su delantera en varios sondeos de opinión. De este modo, la solución final para impedir que López Obrador se convirtiera en presidente de México terminó siendo lo que muchos consideran un fraude electoral sofisticado que a duras penas le pudo dar un muy estrecho margen de triunfo al candidato panista Felipe Calderón. Hasta la fecha, hay millones de mexicanos que están convencidos de que el sistema -en ese entonces el PAN- le robó a López Obrador la presidencia de la República.

El segundo gran intento de López Obrador por convertirse en presidente de México llegó en 2012, con el pueblo de México decepcionado y desencantado ante una guerra en contra del narcotráfico iniciada por Felipe Calderón al iniciar su administración que terminó costándole al país más de 50 mil muertes y más de 20 mil desaparecidos. Ya en ese entonces se podía “oler” que el pueblo de México le aplicaría un voto de castigo al PAN sacándolo fuera de la presidencia.

En esta ocasión, “chamuscadas” en 2006 las maniobras del desafuero, los videoescándalos y la guerra sucia equiparando a López Obrador con la frase “un peligro para México” (en todo caso, el que resultó en forma comprobada haber sido siempre un peligro para México resultó ser el presidente panista Felipe Calderón con su infructífera y mal planeada guerra en contra del narco iniciada en Michoacán a las pocas semanas de haber sido investido como presidente), para 2012 la única carta que quedaba en la baraja era la fabricación de ilusiones y percepciones recurriendo a encuestas amañadas, y quizá la más famosa fue la de la empresa encuestadora GEA-ISA que desde un principio y en forma consistente le estuvo dando al candidato del PRI Enrique Peña Nieto una delantera tan amplia en los sondeos de opinión que era imposible que Peña Nieto fuera rebasado por el candidato que ocupaba el segundo lugar en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador (el PAN, con su candidata Josefina Vázquez Mota, ocupaba ya el tercer lugar en casi todos los sondeos de opinión y se daba por hecho su expulsión de la silla presidencial en 2012).

Las encuestas electorales amañadas tienen dos objetivos, los dos de carácter psicológico. El primer objetivo es desmoralizar lo más que se pueda a los simpatizantes de cierto candidato que lleva la delantera o que se encuentra muy cerca del que lleva la delantera, haciéndoles creer que su candidato va mucho más atrás en las preferencias de los electores de lo que realmente va, desmoralizándolos y haciendo que ya no salgan a votar por su candidato al cual se le vaticina una derrota “casi segura” pese a que en realidad tenga muy buenas probabilidades de triunfo. El segundo objetivo es crear una aura de invincibilidad en torno al candidato que supuestamente lleva una amplia delantera -y cuyo partido supuestamente está detrás de la contratación de las encuestas amañadas-, para que de este modo inmediatamente después de celebradas las elecciones se proclame de inmediato el “triunfo” del supuesto ganador cuando ni siquiera han cerrado las casillas.

Antes de las elecciones de 2012, la encuesta GEA-ISA (entre otras) le daba consistentemente al candidato priista Enrique Peña Nieto una delantera tan amplia sobre su principal competidor Andrés Manuel López Obrador, que el triunfo del primero sobre el segundo tenía que ser considerado como un suceso estadísticamente inevitable. Al acercarse el día de las elecciones, el margen de delantera se fue cerrando un poco, aunque de cualquier modo al candidato del PRI se le seguía otorgando una delantera tan considerable que el principal competidor puesto por las pseudo-encuestadoras en tercer lugar de las preferencias electorales se quejó diciendo que “las encuestas se encuentra copeteadas” (una referencia al corte de pelo usado por Enrique Peña Nieto).

Pero al día siguiente de las elecciones, el sondeo más importante de todos que es la votación actual, demostró que la enorme delantera que de acuerdo a GEA-ISA y otras pseudo-encuestadoras supuestamente tenía Peña Nieto en realidad no era tan amplio, y de hecho era un margen de diferencia mucho más pequeño. Si las encuestas de GEA-ISA fueron fabricadas “a la orden”, falsas de origen, lo interesante sería saber quién o quienes fueron los que concretaron el arreglo. Hasta la fecha, no se sabe si fue el PRI o si fue el PAN quienes estuvieron detrás del amañamiento llevado a cabo por GEA-ISA, tanto el PRI como el PAN tenían sus motivaciones para demeritar a López Obrador, aunque existen razones fundamentadas para sospechar que detrás del amañamiento estuvo gente importante del Partido Acción Nacional, habido el hecho de que dicho partido ya ha incurrido en acciones similares en otras elecciones (en esta bitácora se documentó un ejemplo de ello).

De este modo, y por segunda ocasión, el aspirante presidencial Andrés Manuel López Obrador no pudo llegar a la presidencia, en lo que muchos consideran un segundo robo.

Pero ahora, para las elecciones presidenciales de 2018, las cosas han dado un vuelco impresionante. El vuelco se debe a un factor que tomó por sorpresa a muchos: la fuga de Joaquín Guzmán Loera mejor conocido como El Chapo. Resulta que la reciente fuga de Joaquín Guzmán Loera -mejor conocido como El Chapo- de un penal de alta seguridad ha puesto a Andrés Manuel López Obrador en “caballo de hacienda” directo hacia Los Pinos.

Tras su espectacular captura en 2014 por la Marina Armada de México, se suponía que Joaquín Guzmán Loera iba a ser uno de los presos más custodiados y vigilados en todo México, bajo observación continua las 24 horas del día, incluso más vigilado y supervisado que el mismo presidente de la República. En México. Casi nadie en México, de acuerdo a la vox populi, se traga la historieta de telenovela de que la fuga de El Chapo se debió a algo equiparable a un quasi-acto de magia en el cual El Chapo entró a una regadera de la cual ya no salió.

Desde un principio tanto dentro como fuera de México varios funcionarios de primer nivel así como muchos observadores y analistas estuvieron insistiendo en que sería imposible impedir una segunda evasión de El Chapo en México, y que la única manera de impedir que se escapara sería extraditándolo a los Estados Unidos. El gobierno de Enrique Peña Nieto respondió diciendo que en esta ocasión sería imposible que El Chapo se fugara porque sería el recluso mejor vigilado de México, negando de este modo su extradición a los Estados Unidos. ¿En qué basó Peña Nieto tal exceso de confianza? ¿Realmente es uno de los presidentes más ingenuos que haya habido en toda la historia de México? ¿O como dice la generalidad de la gente, Peña Nieto personalmente intervino con evasivas para que El Chapo no fuera extraditado a Estados Unidos a sabiendas de que en Estados Unidos realmente sí le sería imposible escapar a El Chapo? La segunda explicación es dramáticamente seria porque supone que desde un principio hubo un acuerdo tácito entre El Chapo y el presidente de México para facilitarle al primero las condiciones propicias para su fuga. En esto se basa la hipótesis de que, dada la enorme importancia de El Chapo y las dificultades que se tuvieron para su captura, la única manera en la que se podía fugar era con una autorización previa del presidente Peña Nieto para permitir su fuga. En pocas palabras, se trataría no solo de una corrupción de alto nivel, sino de una corrupción del más alto nivel.

Es importante destacar que las prisiones norteamericanas, aún las de máxima seguridad, no son cien por ciento seguras. Y ninguna prisión va a ser cien por ciento segura para hacerle imposible el escape a un individuo clasificado por la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo. Pero se supone que, siendo Estados Unidos otro país en donde no hay tanta corrupción como en el sistema carcelario mexicano, una fuga de un penal norteamericano le hubiera costado a El Chapo por lo menos veinte veces más de lo que le costó su fuga en México con la construcción del famoso túnel de kilómetro y medio. Una prueba reciente de que incluso en las cárceles norteamericanas pueden ocurrir fugas consideradas improbables -no imposibles, simplemente improbables- está en la fuga reciente ocurrida en el penal de alta seguridad de Clinton (irónicamente ocurrida justo cuando en México se presume que estaba siendo terminada la construcción del túnel subterráneo que le permitiría a El Chapo su fuga). Pero para poder fugarse, los dos reos tuvieron que haber recibido ayuda de alguien, y tal ayuda se las proporcionó una funcionaria carcelaria que ahora está detenida y enfrenta una larga condena en prisión. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en México, en la fuga ocurrida en el penal correcional de Clinton uno de los reos fue recapturado justo cuando trataba de llegar hasta Canadá mientras que el otro de nombre Richard Matt murió al oponer resistencia a su arresto. En todo caso, lo relevante es que tanto aquí en México como en Estados Unidos fugarse de un penal de alta seguridad o de máxima seguridad es algo que forzosamente requiere de ayuda externa tomando en cuenta que son raros los casos de reos que tengan habilidades como las que tenía el mago escapista Houdini.

Aún suponiendo completamente falsa la hipótesis -que circula en boca de muchos- de que el presidente Peña Nieto personalmente giró las instrucciones necesarias para permitirle a El Chapo su fuga en un lapso no mayor de un año, en la política lo que importa en grado mayor son las percepciones. Y en estos momentos la credibilidad de Peña Nieto está casi en punto cero en lo que a este asunto respecta. Aunque no sea así, muchos le suponen manchado, corrompido, indigno de portar la banda presidencial que le fue puesta en su pecho. Y a la hora de votar, el grueso de los electores se deja llevar más por las percepciones que por las realidades. Al presidente Peña Nieto los electores ya no lo pueden castigar máxime que goza de un fuero que lo coloca por encima de la ley -un fuero que dicho sea de paso fue dejado intacto por las administraciones emanadas del PAN en los dos sexenios que gobernaron a México-. Pero los electores pueden ejercer su venganza en contra del partido del cual emanó Peña Nieto. Y ese partido político es el PRI. Por su parte, el PAN no está en condiciones de poder sacar ventaja política del asunto porque fue precisamente durante la primera administración presidencial panista cuando El Chapo se fugó de la prisión, y a diferencia de la segunda fuga de El Chapo para la cual se tuvo que recurrir a una elaborada construcción de un tunel subterráneo de kilómetro y medio de longitud equipado con rieles y con iluminación (una verdadera maravilla de la ingeniería, considerando que tenía que llegar a un punto casi exacto dentro del penal), en la primera fuga de El Chapo que ocurrió cuando el PAN empezó a gobernar al país El Chapo ni siquiera requirió que se le construyera un tunel de escape, se salió por la puerta principal de entrada después de dejarle suficiente dinero a varios funcionarios para su jubilación.

El efecto de la fuga de El Chapo ha sido devastador sobre la moral de la Marina Armada de México que con mucha meticulosidad trabajó en la captura de El Chapo. ¿Para qué trabajar tan arduamente en la captura de un solo individuo, si una vez capturado se le dejará escapar sin problema alguno gracias a la enorme putrefacción que existe en las esferas oficiales cercanas a la presidencia de México? A causa de esta desmoralización, se antoja casi imposible que la Marina Armada de México vuelva a poner el mismo entusiasmo y la misma dedicación y energía en la recaptura de El Chapo que antes puso en su captura inicial. ¿Para qué, si de cualquier modo lo van a dejar escapar? De este modo, la única acción efectiva con la cual Peña Nieto podría tratar de rescatar aunque sea un poco el deteriorado prestigio de su administración muy posiblemente no ocurrirá, por lo menos no antes de la fecha crucial de 2018 cuando se renovará la presidencia de México.

Con el PAN en la picota, y con el PRI subido a la misma picota merced a la espectacular fuga de El Chapo, además de alguna candidatura independiente que pueda haber la única opción dentro del sistema de partidos es MORENA, el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, una opción que ya desde la primera elección importante no solo confirmó su registro como partido político sino que avasalló al PRD vapuleándolo en la Ciudad de México en donde antes el PRD era virtualmente “la única opción viable”.

Para muchos electores, el PAN y el PRI han dejado de ser opciones viables. Y el PRD va cuesta abajo con MORENA reemplazándolo en varias partes de México. En efecto, MORENA llegó para quedarse. Esto le deja el camino libre a Andrés Manuel López Obrador. Nadie puede usar ya en su contra ningún proceso de desafuero porque desde hace años que López Obrador no ocupa ningún cargo público del cual se le pueda desaforar. No le pueden hacer una guerra sucia como la de 2006 a través de las televisoras porque si lo hicieran acusándolo nuevamente de ser “un peligro para México” entonces todos en México dirían “esa tonadita ya me la sé, y el que resultó ser un peligro fue el otro que sumió al país en una cruenta narco-guerra para la que México no estaba preparado”. Tampoco se le pueden hacer videoescándalos porque ya no hay más material (videos) que puedan sacar en contra suya, y si los hay desde la época en la que López Obrador era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México la utilidad de tales videos ya caducó y no sirven para interponer una denuncia legal en contra de nadie por los plazos que hay en la prescripción de los delitos. Con el INE, substituto del IFE, reformado y ampliado en sus facultades, es extremadamente difícil que en 2018 le puedan hacer a López Obrador un fraude electoral como el que se presume que le hicieron en 2006 para robarle su triunfo y darle la presidencia por un muy escaso margen a Felipe Calderón Hinojosa. Y en lo que toca al uso de encuestas amañadas, tras la experiencia de 2012 y el descrédito de empresas como GEA-ISA ya no es posible recurrir a lo mismo para impedir que López Obrador pueda llegar a la presidencia. Si vuelven a salir otra vez con encuestas que coloquen a López Obrador muy por debajo de las preferencias electorales de quien lleve la delantera, de seguro muchos dirán “esa tonadita ya me la sé, y resultó ser un fraude”. El mismo López Obrador puede usar esto a su favor diciendo en sus spots “acuérdate de las falsas encuestas con las que una vez ya te mintieron”. Todo esto le deja el camino libre a Andrés Manuel López Obrador para que pueda llegar a ser el presidente de México en 2018. Ya no hay obstáculos en su camino. El único obstáculo que podría haber enfrentado hubiera sido al actual partido gobernante el PRI. Pero la fuga de El Chapo le ha removido este escollo a López Obrador. En el horizonte ya no se vislumbra que haya nada que lo detenga.

Si Andrés Manuel López Obrador en estos momentos va corriendo en caballo de hacienda hacia Los Pinos, es porque el PAN y el PRI pusieron a López Obrador en dicho caballo. El PAN le proporcionó el caballo, y el PRI le proporcionó la silla de montar, las bridas y los estribos. Entre ambos se encargaron de resucitarlo, y ni el uno ni el otro cuentan con armas para detenerlo más las que ya se usaron en contra suya y no se pueden volver a usar. Ahora solo falta esperar a ver qué pasa.

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