lunes, 12 de septiembre de 2016

No pasa nada



El charro canoso, ya entrado en años pero bien engalanado en su traje de charro con todo y espuelas, apoyado en la barra de la cantina le pide al cantinero que le prepare otro trago para ahogar sus penas.

-Sírveme otra igual que las anteriores, otra especial de Chente, preparada con una cuarta parte de tequila, una cuarta parte de aguardiente, una cuarta parte de cognac, y una cuarta parte de mezcal, y con su piquetito de anís.

-Don Chente, ya ha bebido usted demasiado. Mejor váyase a descansar a su casa.

-No quiero volver a repetirlo, sírveme otra.

-Pero es que usted ya ha bebido 54 “especiales de Chente”, y si sigue así se va a acabar todas las existencias de la cantina.

-Te digo que me sirvas otra, que para eso te pago.

El cantinero le prepara otro trago, y Don Chente se queda mirando la copa con una mirada como si quisiera morir allí mismo.

Ante la mirada de los parroquianos de la cantina, entra caminando pausadamente con la cabeza baja un hombre joven engalanado como charro de hacienda. Al verlo, uno de los parroquianos exclama asombrado:

-¡Pero si es Alexis el Potranquillo!

El hombre joven llega hasta en donde está el charro canoso, y arrodillándose a los pies del anciano charro le dice suplicante:

-¡Apá Vicente! ¡Tenemos que hablar! ¡Te ruego, te suplico, que me dejes explicarte!

Sin voltear a mirarlo, haciendo como si no existiera aquél joven y dirigiendo su mirada al cantinero, Don Chente bebe su trago de un solo golpe diciéndole de inmediato al cantinero:

-Venga de ahí otra especial de Chente.

Mientras el cantinero le prepara el trago número 56 a Don Chente, el hombre joven insiste, con los ojos abultados de tanto llorar:

-¡Apá! Le tengo que explicar muchas cosas, no quiero que queden malentendidos entre nosotros!

El charro canoso apura el trago sin hacerle caso, diciéndole al cantinero:

-Sírveme otro, pero que esta vez sea doble.

El cantinero trata de hacer entrar en razones al anciano charro:

-Don Chente, si le sirvo esa bebida, serán ya 58. Se nos puede usted enfermar.

-¿Y a quién le importa si me enfermo? ¿A quién le importa si me muero? Tengo el alma ensangrentada, tengo clavada una espina en el corazón. Me he llevado la más grande decepción de toda mi vida. Venga de ahí, cantinero.

Mientras el cantinero obedece la orden de su cliente predilecto y empieza a preparar otro trago, esta vez doble, el charro canoso saca su Samsung Galaxy S7 y se queda mirando una fotografía que abarca toda la carátula de su teléfono inteligente. El hombre joven continúa hablando pero ahora en voz baja, tan baja que apenas se le escucha. El charro canoso, echando todas sus penas por fuera, se pone a cantar La vida no vale nada de José Alfredo Jiménez mientras la banda de mariachi de la cantina se apresta para hacerle compañía con música ranchera:
No vale nada la vida,
la vida, no vale naaaaaaddaaa,
comienza siempre llorando,
y así llorando se acaba,
por eso es que en este mundo,
la vida no vale naaaadaa.
(la vida no vale naaadaa, coro del mariachi)
El charro joven famoso a quien los del pueblo llaman el Potranquillo llora inconsolablemente tratando de que el charro canoso le haga caso:

-¡Apá! ¡No sabe cuánto lo siento! ¡Me arrepiento de lo que ha sucedido! Yo no quería que se supiera de esta manera.

Sin voltear a mirar al joven que está arrodillado ante él suplicándole su atención, el charro canoso se dirige a todos los demás parroquianos del tugurio gritando:

-¡Yo no soy el padre de ningún marica! ¡Yo no soy el padre de ningún joto! ¡Yo era el padre de un Potranquillo, no de un jotillo, hasta que ese machito murió hace poquito! ¡Trágame tierra!

Mirando todavía hacia el rostro del cantinero, el charro canoso le muestra la imagen que aparece en su Samsung Galaxy S7:




-¿Cómo la ves, cantinero? Esta fotografía fue tomada en un bar de gays, en un bar de jotos, en un bar de maricas, al menos eso es lo que dice la gente. Pero afortunadamente yo no estoy emparentado con ninguno de los invertidos que acude a ese antro de degenerados. Yo eduqué a todos mis hijos para que crecieran siendo unos verdaderos machitos, hombrecitos en toda la extensión de la palabra, admirados por las mujeres y respetados o temidos por los demás hombres, fuertes y viriles como toros. No, no, no, yo no soy nada de ninguno de los que aparecen en la foto. ¡Venga otro trago de ahí, cantinero!

Sollozando, y sin atreverse a levantar su mirada del suelo, el hombre joven se dirige nuevamente al charro canoso insistiendo:

-¡Apá! ¡Apá! ¡Por favor! ¡Perdóneme apá, pero esto no puede quedar así nomás! ¡Déjeme explicarle! ¡Déjeme aclarar las cosas!

Furioso, el charro canoso voltea su mirada al joven que dice ser su hijo, pero únicamente para ponerle una bofetada tan fuerte que el joven sale volando por los aires traspasando las puertas giratorias de la cantina hasta caer inconsciente a la mitad de la calle empedrada. Haciendo pucheros y echando pujidos, Don Chente se dirige nuevamente al cantinero:

-¡Cantinero! ¡Venga otro trago de ahí, y lo quiero triple!

-Don Chente, usted tal vez ya estaría en el libro de los récords Guiness si hubiéramos tenido en la cantina alguien que pudiera notarizar y dar fe de todos los tragos que se ha tomado. Bueno, ahí le va el trago número... me parece que ya perdí la cuenta. Ha de ser el trago número 60.

-¡Todos mis hijos son muy machitos! Yo mismo me encargué de que crecieran sin temerle a nada, valientes y entrones, muy viriles, deseados por las mujeres de todas las edades por ser unos verdaderos sementales...

El charro canoso empieza a entonar otra canción conocida, mientras los mariachis de la cantina se preparan para hacerle nuevamente acompañamiento musical al charro de edad más que madura:
De Cocula es el mariachi
de Tecalitlán los sones
de San Pedro su cantar
de Tequila su mezcal
y los machos de Jalisco
afamados por entrones
para eso traen pantalones
Don Chente desenfunda su pistola y se pone a tirar balazos al aire mientras algunos parroquianos salen corriendo despavoridos de la cantina. Después de haber tirado cinco balazos, quedándole una sola bala en el tambor del revólver, el charro le da un giro rápido al tambor para que se pierda la ubicación exacta de la bala, y llevándose la pistola a la cabeza se apresta a jalar el gatillo en una versión mexicana de la ruleta rusa, diciéndole al cantinero

-Ahorita vas a ver lo que es un verdadero macho. Me voy a jugar la vida. Te apuesto mil pesos a que al jalar el gatillo no habrá una detonación. Si sale la bala y muero, autorizo a los aquí presentes a que saquen un billete de mil pesos de mi cartera para que te paguen la apuesta, y con el resto del dinero de la billetera le compro a todos los demás en la cantina trago tras trago hasta que todo el dinero en mi billetera se haya gastado. ¿Le entras, cantinero?

-Don Chente, no necesita demostrarnos que usted es todo un hombre con los pantalones bien fajados. Nadie pone en tela de duda su valor, su hombría. Usted es un verdadero macho entre los machos, y todos sus hijos también deben serlo. No por nada usted nació en Jalisco, no por nada usted es de los machos de Jalisco afamados por entrones y que para eso traen pantalones.

-Pues de todos modos, voy a apuntar hacia mi cabeza con la pistola y voy a retar al destino y voy a jalar el gatillo, y si no muero me traes cinco especiales de Chente para celebrar que burlé al destino.

El charro canoso se lleva la pistola a su cabeza, y justo cuando va a jalar el gatillo, entra corriendo casi providencialmente otro hombre joven, no vestido de charro como el anterior sino a la moderna. Al verlo, un parroquiano grita emocionado:

-Pero si es Ricki, el famoso cantante de Puerto Rico que empezó su carrera musical con Los Menuditos!

-¡No lo hagas, Chente! ¡No lo hagas! Escúchame primero antes de que te arrepientas de lo que vas a hacer- grita Ricki.

No habiendo alcanzado a escuchar, el charro canoso jala el gatillo de su pistola ante el espanto de los parroquianos.

-¡Chente! ¿Qué has hecho?

Un silencio absoluto se apodera de la cantina, mientras todos observan hacia el lugar en la barra de la cantina en donde se encuentra el charro.

Con el  humo saliendo de la pistola, el charro da un soplo a la punta de la pistola diciendo:

-El destino se resiste a dejarme ir. La bala no estaba en el lugar en donde accioné la matona. No sé si yo me estoy burlando del destino, o si el destino se está burlando de mí.

El charro canoso se queda perplejo al darse cuenta de que a su lado se encuentra Ricki, el famoso cantante portoriqueño, y bajando su aún humeante pistola para ponerla nuevamente en la funda, Don Chente le dice a Ricki:

-¿Ricki? ¿Realmente eres tú, Ricki? ¿Qué te trae por aquí?

-Vine corriendo en cuanto me enteré de la crisis en la que entraste cuando viste por vez primera esas fotos que están circulando en Internet de tu hijo el Potranquillo, y temiendo que fueras a cometer una barbaridad tu esposa y tus demás hijos se comunicaron conmigo pidiéndome que hablara contido para hacerte entrar en razón, para ver si con mi intervención te puedo convencer que hagas las paces con tu hijo...

-¡No me hables de ese mal nacido! Es la mayor decepción que me ha dado la vida. No quiero saber nada de él por el resto de mi vida. Para mí, el tipo del que me hablas es un desconocido, no es mi hijo, ha dejado de serlo. El hijo que tenía era un verdadero machito, todo un ídolo de la charrería, todo un astro en los palenques. Yo lo había preparado para ser un diestro en el arte del jaripeo, para ser todo un ídolo en lo que tiene que ver con las lides de los palenques y la charrería. Pero ese ingrato ya está muerto. El Potranquillo que tenía lo formé para ser todo un hombre de pies a cabeza, no un joto...

-Ese es precisamente tu problema, Chente. Tú querías que tu hijo fuera como tú querías que fuera, sin respetar sus deseos, sin respetar sus inclinaciones, sin respetar lo que él quería para él mismo. Hizo toda su vida como tú querías que hiciera su vida, no como él hubiera querido hacer su vida. ¿Por qué no lo dejaste ser él mismo?

-Yo honré a mis padres formándome como todo un hombre, como todo un gran charro muy solicitado en los palenques y muy solicitado por las mujeres más hermosas de México. Yo nunca los deshonré, yo jamás anduve por las calles haciendo desfigurios...

-¿Y las veces que te has puesto borracho hasta las manitas, y no solo en tus películas, Chente?

-Bueno, eso es parte de ser un macho.

-¿Y qué tal si tu padre se hubiera opuesto a que tú continuaras adelante con tu carrera de charro cantor y que en lugar de ello te hubiera metido a estudiar para sacerdote? ¿Le habrías dado gusto? ¿Te habrías dejado ser metido al seminario para estudiar el sacerdocio?

-Bueno, por principio de cuentas, a mí no me llamaba la atención una carrera por el sacerdocio. Esa no era mi vocación.

-¿Entonces estás de acuerdo que para tí era importante que tu padre te dejara en libertad de escoger lo que querías ser y lo que querías hacer con tu vida?

-No es lo mismo.

-Allí es donde te equivocas. Es exactamente lo mismo. Tu padre te dejó ser lo que tú querías ser, y no intentó convertirte en algo que no querías ser, en algo que no eras. ¿Por qué no le habrías de dar el mismo derecho a tu propio hijo que el derecho que te dieron tus padres a tí?

-Entiéndeme, Ricki, que hay límites. Como eso de querer meterse con individuos de costumbres raras en antros de homosexuales...

-Y si eso es lo que él quiere hacer, y si ya está crecidito y tiene mayoría de edad, ¿a tí en qué te puede? ¿A tí en que te afecta?

-Es que el honor familiar...

-No me salgas con eso. Tú estás hablando de otros tiempos. Pero estos son tiempos nuevos. Mírame a mí. Yo vivía aprisionado tratando de ser lo que no era, todo un sex symbol para las chavas, y no solo las chavas latinas. Por mucho tiempo fingí ser lo que no era. Y a todos les daba gusto menos a mí. Un buen día, decidí salir del closet, y así se lo dije a mi administrador, el cual se escandalizó y puso el grito en el cielo...

-Pero las consecuencias que se tienen que arrastrar de por vida...

Ricki le insiste al venerado charro:

-Mira, tú no te preocupes, porque no pasa nada. Cuando yo decidí salir del closet y revelar al mundo entero mi homosexualidad hace seis años, justo antes de que lo hiciera mi administrador me advirtió que ello sería el fin de mi carrera como cantante, que ya nadie atendería ninguno de mis conciertos y nadie compraría ni mis discos ni mis videos. ¿Y sabes qué fue lo que sucedió? Pues nada. Absolutamente nada. Sigo teniendo miles y miles de admiradoras mías alrededor del mundo a las cuales no les importa que yo sea gay. Mis conciertos se siguen llenando, y sigo vendiendo igual que antes. Hasta tengo ya dos hijos lindos a los que quiero mucho como padre y parece que me comprenden.

-Sí, pero...

-¡Ningún pero! Se trata de tu propio hijo, tu propia sangre, tu propia carne. Míralo desde otro punto de vista. ¿Te acuerdas de Vanessa Williams?

-¿Cuál Vanessa Williams?

-La que fue coronada como Miss América en 1984.

-Si, la recuerdo. Se hizo famosa por ser la primera mujer afroamericana en ganar el certamen Miss América. Y después aparecieron una fotografías suyas de carácter pornográfico en donde estaba en sugestivas poses lesbianas, a raíz de las cuales fue presionada y obligada por la todavía sociedad conservadora y moralista de ese entonces a renunciar a su corona como Miss America. Fue algo muy triste, muy conmovedor.

-En ese entonces, un escándalo así supuestamente destruía por completo no solo la reputación sino la carrera artística de cualquiera. Nadie te iba a contratar y ningún representante artístico quería verte ni te quería representar. Eras algo así como un paria, como un enfermo de lepra, como un apestado. Te destruían hasta que no quedaba nada de tí y de tus viejas glorias.

-Sí, lo recuerdo.

-Pero Vanessa Williams en vez de dejarse vencer por la humillación, relanzó su carrera como cantante y como actriz, y recibió el apoyo del público, Ha hecho mucho dinero, se ha hecho muy famosa como una mujer hermosa y luchona, y hablando en cuestión de pesos y centavos así como en cuestión de popularidad, en comparación con todas las Miss América de antes y de hoy Vanessa Williams está mucho mejor que cualquiera de ellas. Al final de cuentas, ¿la castigó la vida por su desliz que le costó la corona de Miss América? ¡Claro que no! Al final de cuentas, no pasó nada, y por el contrario, le ha ido mil veces mejor que a todas las demás Miss América puestas juntas, tanto en el terreno económico, como en el terreno artístico, y como en el terreno sentimental.

-En eso tienes razón, Ricki.

-Vayamos ahora a tu país, a tu querido México. ¿Te acuerdas de José López Portillo, el hombre que hundió al país?

-Por favor, no me recuerdes a ese jijo de toda su...

-Para que veas, ése sí fue un mal nacido. Destruyó la economía de México mientras él se daba una gran vida de lujos y frivolidad. Y ya después de que terminó su negro sexenio, repleto de corrupción, ¿qué le hicieron? ¿Lo castigaron? ¿Lo metieron a la cárcel? ¿Le quitaron por lo menos la mitad de su fabulosa pensión presidencial para pagar una parte así fuese muy chiquita de la terrible deuda externa que le dejó a México? ¡Nada de eso! El muy cínico, el muy descarado, continuó con su vida como si nada hubiera pasado, yendo a fiestas sociales, casándose con una actriz de películas de ficheras, y haciendo el ridículo sin que nada le importara, que al fin y al cabo nadie lo iba a meter a la cárcel. Y cuando murió el muy degraciado, nadie lo metió a la cárcel. Y hasta hay calles, avenidas y escuelas con su nombre honrando a quien destruyó al México idílico de aquél entonces. Como ves, no pasó nada. Se salió con la suya el muy desgraciado. ¿Acaso tu hijo el Potranquillo ha sido peor que José López Portillo? ¿Verdad que no?

-A ese JoLoPo lo deberían de haber quemado en leña verde. Tienes razón, Ricki, no le hicieron nada. No pasó nada.

-¿Ya ves? Y podemos ir más lejos con este argumento. ¿Cuántos gobernadores y presidentes han usado su cargo en México para enriquecerse a manos llenas, aceptando moches y fajos de billetes bajo el agua a la hora de repartir contratos para obras multimillonarias, cuántos han saqueado las arcas públicas, cuántos han endeudado a sus estados y al país por varias generaciones?

-Pues... un chingo.

-¿Y qué les han hecho? ¿A cuántos de ellos han metido a la cárcel por tráfico de influencias? ¿A cuántos de ellos han metido a la cárcel por enriquecimiento ilícito? ¿A cuántos de ellos los han castigado por dejarse corromper aceptando moches y sobornos viviendo como príncipes en mansiones que ya desearían para sí los príncipes de Arabia Saudita? Dame nada más cinco nombres, Chente, haz memoria y dame solo cinco nombres.

-A ver, déjame ver Ricki. Mmmhhh... pues no, no recuerdo ni uno solo.

-Mira Chente, te la voy a poner fácil, te voy a ayudar. Uno de ellos fue el gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, preso por narcotráfico, aunque en ese caso cometió sus delitos en una forma tan descarada que aún corrompiendo a varios jueces que lo absolvieron proclamándolo una inocente paloma no pudo terminar enjaulado, pero en esto ayudó el hecho de que el gobierno norteamericano estuvo ejerciendo mucha presión sobre el gobierno de México para que se tronara a Mario Villanueva. Ahora dame los nombres de otros cuatro gobernadores o presidentes que hayan terminado en la cárcel.

-Dejame ver, Ricki... Creo que Humberto Moreira, Guillermo Padrés, Javier Duarte...

-Pues no, Chente, ninguno de esos a pisado la cárcel hasta el día de hoy. Ni siquiera fueron obligados a renunciar cuando estaban cometiendo todo de lo que hoy se les acusa, y mucho menos se les ha obligado a que devuelvan aunque sea la mitad de sus dineros mal habidos. Lo que hicieron lo hicieron precisamente a sabiendas de que las probabilidades de que serán metidos a la cárcel en México son tan remotas que es más probable que caiga un meteorito en la Casa Blanca enWashington. Por eso hicieron lo que hicieron, porque saben que no serán castigados, porque saben que no pisarán la cárcel, porque saben que no les pasará nada porque en México no pasa nada. ¿Acaso es más grave lo que hizo tu hijo el Potranquillo que lo que han hecho esos pájaros de cuenta? En comparación con esos pillos, el Potranquillo es un santo que ha hecho todo su dinero honestamente cantando en los palenques, y eso es lo que realmente importa Chente, no su orientación sexual o los desfigurios que haga públicamente con su vida privada.

-Tienes razón, Ricki, tienes mucha razón.

-Te voy a dar otro ejemplo, Chente. Ve lo que está sucedienco en Oaxaca. Un grupo miserablemente pequeño de hampones y vándalos que se dicen maestros pero que no lo son porque jamás en su vida han impartido un ciclo escolar completo por andar haciendo desmadres, ha destruído la economía del estado enviando a cientos de negocios de gente honesta a la bancarrota. Los niños de Oaxaca se han quedado sin clases, los hampones de la CNTE se han entregado a una orgía total de destrucción secuestrando camiones, saqueando comercios, haciendo plantones, bloqueando carreteras; y los gobernantes empezando por el inútil de Gabino Cué que deberían de aplicar la ley para meter a esos delincuentes a la cárcel no cumplen con su obligación de garantizar el estado de Derecho, se quedan como el chinito, “nomás milando” estableciendo “mesas de diálogo” en las que no se llega jamás a ningún acuerdo y ambas partes solo van a perder el tiempo mientras los gobernantes dejan que esa pandilla de delincuencia organizada llamada CNTE haga lo que se le venga en gana y no solo eso, hacen como que los van a correr por no asistir a sus trabajos pero a la hora de la hora les pagan su nómina completa mimándolos y consintiéndolos, hacen como que les van a descontar su sueldo por los días que faltaron a clases pero a la hora de la hora les pagan la nómina completa sin descontarles los días que no trabajaron, y hacen como que los van a meter a la cárcel pero a los pocos días los sueltan libres hasta pidiéndoles perdón. Y aunque tanto los gobernadores de esos estados así como el mismo Presidente de México no hacen absolutamente nada para acabar con ese parásito social llamado CNTE que como gangrena está destruyendo el tejido social de México, de todos modos esos parásitos en el gobierno siguen cobrando puntualmente sus cheques con dinero que les paga el pueblo por cumplir una obligación que no cumplen, la de ser garantes del estado de derecho. ¿Y por qué los hampones de la CNTE hacen lo que les da la gana y los gobernantes no hacen nada para meterlos a la cárcel como lo ordena la Constitución? Pues porque saben que no pasa nada, ni los de la CNTE se quedarán sin su chamba, o mejor dicho sin su cheque de nómina porque no trabajan y simplemente cobran, y los mal llamados gobernantes tampoco dejarán de percibir sus cheques, todo sacado de los bolsillos del pueblo con impuestos que esos sí el gobierno no está dispuesto a perdonar. ¿Acaso el Potranquillo ha sido peor que toda esa basura social?

-Ahora que me lo dices, me estoy convenciendo que mi hijo el Potranquillo es mucho más honesto y mucho más trabajador que todos esos inútiles que se dicen maestros y que no dan clases, y todos esos que se dicen gobernantes y no gobiernan sino simplemente hacen como que gobiernan y también se dedican a cobrar.

-Y no solo son los gobernantes y los maestros de membrete y los normalistas vándalos que con el apoyo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que los mima alegando sus derechos de libertad para manifestarse se creen con derecho a destruír y vandalizar todo aquello que a la sociedad le ha costado tanto trabajo construír. También los que se encargan de impartir la justicia andan por las mismas. ¿Cuántos miembros de la delincuencia organizada no se han beneficiado con amparos de todo tipo que les conceden jueces y magistrados presuntamente a cambio de una buena lana bajo el escritorio, alegando tecnicismos y recurriendo a argumentos de defensa como el Protocolo de Estambul? Dime, Chente, ¿a cuántos jueces y magistrados han metido a la cárcel en México por actos de corrupción, por haberse dejado sobornar? ¿Destituyeron y metieron a la cárcel al Juez de distrito de Procesos Penales Carlos López Cruz en el Distrito Federal por absolver y proclamar inocente y blanca paloma al hermano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari? ¿Destituyeron y metieron a la cárcel a los magistrados que dejaron en libertad a Rafael Caro Quintero así como a muchos otros? Todo lo contrario. Los dejan seguir trabajando como si nada hubiera pasado, y les permiten retirarse y jubilarse recibiendo una pensión vitalicia excesivamente generosa como si no fuera suficiente el dinero que logran amasar gracias a los actos de corrupción en que se ven involucrados. Dame un solo nombre, Chente, no te pido más, un solo nombre, de un juez o de un magistrado que alguna vez, sobre todo en los juzgados federales, hayan metido a la cárcel una larga temporada en México con muchos años de prisión por los delitos de soborno y cohecho.

-No se me viene a la mente ninguno.

-¿Y sabes por qué todos esos jueces y magistrados se dejan corromper? Porque saben que a ellos tampoco les pasa nada. Por eso sigue la corrupción en el sistema judicial en México, porque no pasa nada. ¿Acaso el Potranquillo ha hecho peor que lo que han hecho esos malos y corruptos impartidores de justicia?

-Lo que dices es cierto, Ricki. Mi Potranquillo jamás ha hecho algo como todos esos que corrompieron sus valores.

-Si al Potranquillo están dispuestos a perdonarlo su esposa y sus hijos, y aceptarlo tal y como lo que es, ¿por qué no habrías de hacerlo tú? ¿O acaso habrías preferido que tu hijo hubiera salido como Pablo Escobar, como Donald Trump, o como Efraín Ríos Montt?

-¡Ni lo mande Dios! Así como estamos, estamos bien.

-Ve pues afuera, Chente. A lo mejor tu hijo ya recuperó la consciencia y está afuera de la cantina esperándote para suplicar de rodillas tu perdón.

-Te doy las gracias, Ricki. Me has abierto los ojos. Me voy a reconciliar con mi hijo y haré las paces con él diciéndole que no me importan sus gustos o sus preferencias o su orientación sexual, yo no voy a obligarlo a ser o pretender ser algo que no es, lo seguiré considerando como mi hijo. Estoy en deuda contigo, Ricki, ¿qué puedo hacer para demostrarte mi agradecimiento?

Haciéndole guiños con los ojitos, Ricki le responde:

-Dame un besito en la boca, Chente, que sea de lengüita.

-¡Sácate!

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