viernes, 2 de diciembre de 2016

Eliminar la Comisión Nacional de Salarios Mínimos



El jueves 1 de diciembre del año en curso, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) acordó por unanimidad otorgar a partir del 1 de enero de 2017 un aumento de siete pesos al salario mínimo, con lo que el salario mínimo llegará a 80.04 pesos diarios.

Para poder apreciar el beneficio que se pueda esperar de este aumento al salario mínimo, tomando en cuenta que un kilo de tortillas cuesta unos 14 pesos en la ciudad en donde vivo, lo que se le está otorgando a un trabajador es medio kilo de tortillas, que repartido por partes iguales entre una familia de cuatro personas le viene tocando unos 125 gramos de tortillas a cada miembro de la familia. Y no alcanza ya para nada más, ni siquiera para unos tacos, porque para preparar unos tacos así sea sin su chilito o al menos algo de sal se requiere más dinero que el aumento no alcanza a dar. Se puede establecer otra comparación con un pordiosero que instalado cerca de un templo recabe en promedio tres monedas de a peso cada cinco minutos con tan solo extender la mano y poniendo cara de lástima. En una hora podrá recabar 36 pesos (de hecho podrá recabar más porque la estimación que se ha dado es demasiado baja). Y en ocho horas, el equivalente de una jornada laboral, podrá recabar 288 pesos, o sea más de tres veces el salario mínimo que puede esperar recabar un trabajador en una jornada laboral de duro trabajo partiéndose la espalda las mismas ocho horas. Esta es la magnitud del supuesto beneficio salarial que supuestamente la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos les está otorgando a los trabajadores de México. Esto no alcanza para cubrir ni siquiera la canasta básica en México que debe incluír otras cosas como los gastos relacionados con los pagos de luz, agua, gas, ropa, calzado, transporte, medicinas, y muchas otras cosas más que pueden ser consideradas como artículos de primera necesidad.

El aumento salarial otorgado por el gobierno está por debajo del aumento que había sido propuesto por los mismos empresarios de México a través de la Confederación Patronal de la República Mexicana, un aumento de 89.35 pesos. Y se trata de la primera vez en la historia de México una agrupación que representa los intereses de los empresarios en México propone en vez de oponerse a cualquier aumento al salario mínimo.

En la ciudad fronteriza en donde vivo, colindante con los Estados Unidos de Norteamérica, hay la sospecha de que los salarios mínimos en México, ya de por sí irrisorios, están siendo mantenidos a un nivel excesivamente bajo con el fin de poder ofertar la mano de obra mexicana barata a las empresas maquiladoras norteamericanas para que, con la diferencia abismal entre lo que ganan los trabajadores norteamericanos y la miseria de salarios que ganan los mexicanos, la mano de obra mexicana ofrecida a los norteamericanos como mano de obra esclava seguirá siendo muy atractiva para atraer empresas norteamericanas para la “gran creación de empleos” que el gobierno de México ha estado presumiendo hasta el cansancio. Sí, muchos empleos que se vienen a México, pero explotando a los mexicanos como mano de obra esclava.

En un reportaje de esos que hacen época y que merecen ser recordados, en el noticiero Al Despertar transmitido por Televisa desde la Ciudad de México el 2 de diciembre de 2016 el conductor Carlos Loret de Mola entrevistó a Basilio González Núñez, titular de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, para que justificara lo irrisorio del aumento al salario mínimo, y después de estar alegando González Núñez que un aumento adicional sin un aumento en la productividad sería inflacionario, Loret de Mola enfocó las baterías directamente hacia González Núñez haciéndole ver ante el pueblo de México que el presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos en México obtiene obtiene ingresos mensuales por cerca de 173 mil pesos. El sueldo base del funcionario es de 17 mil 409 pesos. Sin embargo, González recibe una compensación mensual adicional de 156 mil desde 2003, lo cual suma los $173 mil, de acuerdo con la información de Loret de Mola. Esto equivale a 5 mil 580 pesos diarios, o sea el equivalente de 90 salarios mínimos al día. Por más que Carlos Loret de Mola le estuvo insistiendo sobre este tema, lo exagerado de su sueldo y beneficios compensatorios, ya desnudado ante el auditorio televidente Basilio González se estuvo haciendo tarugo sin responder a ninguna de las preguntas clave, saliéndose por la tangente y metiendo otros temas que no venían al caso.

Basilio González Núñez ha estado viviendo del presupuesto de la Nación por 25 años consecutivos. Tomando en cuenta su sueldo  base de 17 mil 409 pesos, y su compensación mensual de 156 mil pesos desde 2003, este hombre le ha costado al pueblo de México un total de 27 millones de pesos en los últimos 13 años. Se ha hecho multimillonario a costillas del pueblo de México sacrificando a la clase trabajadora de México con salarios de hambre para hacer atractiva la mano de obra mexicana barata a las empresas norteamericanas que quieran abrir fábricas maquiladoras en México para explotar a los mexicanos como mano de obra esclava substituta de la mano de obra esclava que antes tenían en los estados sureños.

Obviamente, al presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos no le preocupa en lo absoluto lo irrisorio del raquítico aumento al salario mínimo de los trabajadores, porque él mismo gana muchísimo más que el salario mínimo, lo cual le ha permitido vivir a cuerpo de rey a costa de la clase trabajadora de México que paga sus impuestos.

En un artículo publicado en Milenio el 14 de diciembre titulado “¿Por qué no se va Basilio?”, el periodista y conductor Carlos Puig asienta: “En 1991, Carlos Salinas de Gortari era presidente de México. Manuel Camacho Solís era regente de la ciudad en la que no votábamos. Raúl Salinas era el hermano aún cómodo y privilegiado. Luis Donaldo Colosio era presidente del Partido Revolucionario Institucional. Fernando Gutiérrez Barrios era secretario de Gobernación, Arsenio Farell Cubillas era el secretario del Trabajo.La liga mexicana se disputaba con un torneo largo y una liguilla final. Ese año, los Pumas, dirigidos por Miguel Mejía Barón fueron campeones. El campeón goleador fue Luis García, con 26 anotaciones. Descendió el Irapuato y ascendió el León. Bryan Adams cantando en inglés y Ana Gabriel y Daniela Romo cantando en español encabezaron las listas de canciones más hot de aquel año; Camilo Sesto quedó en cercano tercero.Terminator 2 arrasó en las taquillas aunque el Oscar se lo llevó Silence of the Lambs. La Palma de Oro fue para Barton Fink, de los hermanos Coen. En México, Alfonso Cuarón estrenó Solo con tu pareja y María Novaro, Danzón.En 1991, cada dólar costaba 3 mil pesos, o lo que es casi lo mismo, 3 pesos de los de ahora porque un par de años más tarde le quitaron tres ceros a aquel peso. En 1991, López Obrador vivía en Tabasco y Enrique Peña Nieto era soltero.Ese año el salario mínimo en México fue de 12 mil pesos.Y ese año fue nombrado presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos el señor Basilio González Núñez, a quien sin temor a equivocarme y sin necesidad de consultar Google, puedo nombrar el único miembro de la administración pública federal que ha mantenido un nivel de tal responsabilidad (y salario) durante los últimos 24 años, cruzando 5 sexenios.Porque Basilio González Nuñez, sí, usted lo sabe, es aún el presidente de la comisión que dice cuánto debe ser el mínimo.Y la semana pasada, se apuró muchísimo en decretar de cuánto será el aumento para 2016; y se apuró, porque alguien le mandó a hacerlo, seguramente el secretario del Trabajo, para que esto fuera antes de que se completara el proceso legal que oficialmente desligue al salario mínimo de una serie de tarifas y servicios y no haya pretexto alguno para mantenerlo en los niveles que está.A sus 71 años, don Basilio sigue cumpliendo al patrón, al que le dio su chamba hace 24 primaveras, a quien lo ha mantenido ahí.¿Por qué sigue ahí don Basilio?”.

Se ha repetido hasta el cansancio que ese salario mínimo es ficticio, porque nadie en México que tenga que alimentar a una familia y darle educación a sus hijos lo puede hacer con esa miseria. En su gran mayoría, los empresarios en México se ven obligados a compensar a los trabajadores de México dándoles una buena cantidad de trabajo en horas extra, habido el hecho de que las primeras 9 horas de tiempo extra se pagan a una tasa del 200% del salario normal. Ni siquiera las empresas maquiladoras norteamericanas que se vienen a explotar a los mexicanos como mano de obra esclava pueden encontrar trabajadores en México ofreciéndoles únicamente el salario mínimo porque no se presentaría nadie a sus puertas, se ven obligadas a otorgar bonos de despensa y otros beneficios adicionales. Los pocos que se resignan a trabajar por el salario mínimo sin compensaciones adicionales ni bonos de despensa ni tiempo extra garantizado se ven obligados a meter a todos los demás miembros de la familia a trabajar, para así poder sacar adelante el barco entre todos. Si el salario mínimo en México fuera elevado de un día a otro hasta, digamos, unos 120 pesos diarios o más, los patrones no sentirían la presión de compensar con tiempo extra de horas de trabajo o con bonos de despensa y otros beneficios adicionales al salario mínimo. Les seguirían pagando a sus trabajadores con el nuevo salario mínimo pero ya sin esos beneficios adicionales, sin necesidad de subir los costos de los bienes y servicios que sus empresas producen. Esto manda por tierra el trillado argumento de que cualquier aumento al salario mínimo en México será inflacionario.

Lo más paradójico del caso es que la abismal diferencia entre los salarios que se pagan en México y los salarios que se pagan en los Estados Unidos, precisamente el atractivo para jalar a México empresas norteamericanas ofertándoles mano de obra esclava, es que el hombre que será el próximo presidente de los Estados Unidos y que ha amenazado con terminar con el Tratado de Libre Comercio está argumentando esa misma disparidad como una competencia desleal que le está costando empleos a los norteamericanos, una competencia desleal que ha prometido terminar para siempre de acuerdo a lo que pronunció en su discurso reciente ante los trabajadores de la empresa Carrier en Indiana. Canadá no tiene ese problema con los Estados Unidos ni con su nuevo presidente electo porque los salarios de los trabajadores canadienses, en dólares canadienses, están más o menos a la par con los salarios de los trabajadores en los Estados Unidos.

Ante la completa y absouta inutilidad de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, hay algo que se puede hacer al respecto. Puesto que en estos tiempos que demandan austeridad fiscal la propuesta que se presentará aquí difícilmente será puesta en la mesa por ninguno de los inútiles diputados y senadores del Congreso de la Unión, todos los cuales viven también a cuerpo de rey a costillas de los ciudadanos de México que pagan sus impuestos, me veo en la necesidad penosa de tener que tomar la iniciativa para proponer lo que ni a los legisladores de México ni al gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto se les ocurre o se les ha ocurrido proponer:
Desaparecer la Comisión Nacional del Salarios Mínimos y eliminarla por completo del presupuesto de egresos de la Federación.
En efecto, ¿para qué queremos los mexicanos tan inútil y costosa comisión que no sirve absolutamente para nada? El mismo Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, ha sonado la voz de alarma alertando que vienen tiempos difíciles para México. Entonces, ¿qué esperan para acabar con una agencia inútil y costosa que a estas alturas representa un gasto inútil e innecesario? Si hoy mismo el Congreso de la Unión y el Ejecutivo terminan con la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, el país no pierde absolutamente nada, la clase trabajadora de México no pierde tampoco absolutamente nada, y representaría de inmediato un ahorro substancial. Y de paso, simbólicamente se le puede ofrecer a Basilio González Nuñez un trabajo dentro del gobierno en el cual se le pague el salario mínimo de 80.04 pesos diarios por hacer algo útil como prepararle el café a los funcionarios públicos, a ver si acepta trabajar por ese salario que él mismo hoy está defendiendo y justificando con tanta energía, aunque lo más seguro es que rechazaría la oferta considerando ese salario como un insulto a su persona creyendo merecer más, mucho más que eso. Por lo menos el equivalente de unos 90 salarios mínimos diarios. Y si simplemente se le manda a su casa, tal vez Basilio sea lo suficientemente cínico para interponer una demanda laboral por despido injustificado exigiendo lo que marca la Ley, o sea el equivalente de tres meses de sueldo más 20 días por cada año trabajado, y así hacerse aún más rico, siempre a costa del pueblo de México al cual Basilio junto con el Congreso de la Unión le han estado viendo la cara de estúpido por 25 años.

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