Las hemorroides aparecen como si fueran barros aunque una comparación un poco más aproximada serían las varices que aparecen en las piernas como resultado de una mala circulación. Aunque pueden tener diversas causas, las más usuales son ya sea períodos prolongados de estreñimiento (la materia fecal dura al ser expulsada al exterior lastima y debiita las paredes del recto) o por la condición contraria, períodos prolongados de diarrea a veces causados por una mala alimentación o una infección gastrointestinal no tratada adecuadamente.
La prostatitis por su parte es algo que afecta únicamente a los hombres, al carecer las mujeres de próstata. Contrario a lo que comúnmente se cree, no es algo que afecte únicamente a adultos, también puede afectar a jóvenes que tienen algún tiempo de haber entrado en la pubertad y han estado abusando de su naturaleza sexual auto-excitándose y masturbándose con demasiada frecuencia. La condición puede ser agravada al recurrir a la práctica de impedir la eyaculación del semen justo cuando está a punto de ocurrir. El síntoma inconfundible es una sensación de inflamación del recto (y de hecho, eso es).
El tratamiento básico de la prostatis consiste en una visita regular al médico, el cual cubriendo su mano con un guante de latex introduce su dedo dentro del recto y oprime en derredor la próstata tal vez forzando la expulsión de algún fluído prostático. Es una maniobra parecida a la que lleva a cabo un urólogo cuando examina la próstata por vía rectal manual en búsqueda de algún abultamiento que pueda ser sintomático del mucho más serio cáncer de próstata. Este procedimiento suele ser desagradable para el orgullo de muchos varones más por la mella en su vanidad que por las molestias que pueda causar cuando se está llevando a cabo, razón por la que muchos prefieren aguantarse y aguantar las incomodidades de su prostatitis. Es importante destacar que no hay medicamentos mágicos que reduzcan la inflamación de la próstata, el masaje rectal manual es la terapia tradicional para su tratamiento.
Como ya se dijo, las hemorroides y la prostatitis son condiciones médicas diferentes, pero cuando se combinan en una misma persona los efectos pueden ser bastante molestos. La razón por la cual la prostatitis agrava las hemorroides es que ocurre precisamente en la zona rectal en la cual hacen su aparición las hemorroides. La próstata es una glándula que rodea la zona rectal, justo en el área en donde se dan las hemorroides. Es por ello que cualquier terapia para disminuír la inflamación de la próstata puede ayudar enormemente a disminuír las molestias que las hemorroides ocasionan por sí solas, e inclusive puede disminuír el tamaño de las hemorroides a grado tal que es muy posible que con el control e inclusive la desaparición de la prostatitis también desaparezcan las hemorroides o disminuyan a tal grado que se tendrá la sensación más cercana que pueda haber a una cura. ¡Una cura a las hemorroides, sin recurrir a medicamentos y mucho menos a cirugías! ¿No es esto algo que valga la pena considerar?
Existe una manera de reducir los síntomas de la temible combinación hemorroides-prostatitis, produciendo una sensación de alivio tal que inclusive para muchos les puede producir una sensación de cura, la cual no requiere de visitas al médico ni comprar medicamento alguno. En pocas palabras, la terapia que se proporcionará aquí es gratuita; lo importante es ajustarse con regularidad a lo que hay que llevar a cabo, y sobre todo no esperar resultados en cuestión de horas, tomará algo de tiempo que pueden ser varios días o varias semanas para notar los beneficios, aunque para quienes han padecido esta condición por años el tiempo de obtención de resultados es casi insignificativo.
Es importante antes de comenzar con esta terapia ir por lo menos una sola vez a ver al urólogo para un examen rectal con la finalidad de eliminar la posibilidad de que haya un cáncer de próstata en gestación; esto le puede proporcionar una tranquilidad al paciente quitándole de su mente la duda de que sus condiciones se puedan deber a un tumor cuando en realidad no hay tumor alguno.
La terapia es la siguiente:
1) Primero que nada, viene la parte que será menos agradable para muchos varones, pero a la cual no se le puede dar vuelta de hoja. Hay que reducir al mínimo la actividad sexual, lo cual incluye sobre todo la proscripción de todo tipo de auto-excitación en los órganos genitales (las masturbaciones) en las que al llegar al clímax se haga un esfuerzo para impedir la eyaculación. Mientras se lleve a cabo el tratamiento, la cópula con la pareja debe limitarse a una vez por semana o mucho mejor aún a una vez cada dos semanas, y cuando se lleve a cabo se hará del modo más rápido posible. Para compensar, los encuentros pueden constar de muchas caricias así como muchos besos en la boca, en el cuello, en el pecho, en los brazos, en la espalda, en las piernas y en las pantorrilas, ya que la zona problemática no está allí. Lo importante es reducir la cópula a un suceso rápido. En pocas palabras, se tiene que adoptar casi casi el comportamiento de un santo. Lo importante es tratar de no estarse excitando “allí abajo” con los dedos. Sin embargo, esto no implica que el alivio que se obtiene con la eyaculación va a ser eliminado por completo, ya que para el común de los mortales estamos hablando de una necesidad biológica que el cuerpo exije, y en forma por demás irónica una abstinencia total de sexo puede conducir a una prostatitis al igual que los excesos de actividad sexual; en sacerdotes y ministros religiosos que siguen al pie de la letra la filosofía de la abstinencia sexual total es común ver incidencias de prostatitis. Téngase en cuenta que es biológicamente imposible evitar las eyaculaciones mediante una abstinencia total de sexo, porque aunque la abstinencia total se trate de llevar a cabo de cualquier modo la próstata sigue produciendo fluido prostático y los testículos siguen produciendo espermatozoides, y tarde o temprano esta producción automática y progresiva de semen se va acumulando y tiene que ser expulsada hacia afuera aún pese a la represión voluntaria del hecho, y aunque se le evite lo más probable es que ocurrirá en lo que se conoce como la eyaculación nocturna en la cual el individuo no tiene ningún control sobre lo que sueña o sobre lo que su cuerpo quiera hacer de modo automático. El extremo que nos interesa, desde luego, es el exceso de actividad sexual. Muchos varones que padecen de hemorroides tal vez se hayan dado cuenta ya de que cuando tienen una actividad sexual intensa, las inflamaciones de las hemorroides se agravan, y hasta pueden hacer su aparición nuevas hemorroides. Es por ello que en la terapia que se llevará a cabo la actividad sexual tiene que ser limitada en modo severo. Recuérdese que la alternativa a unas hemorroides sumamente inflamadas y duras puede terminar requiriendo una cirugía desagradable precisamente en la parte del cuerpo que tiene que ser usada diariamente para la expulsión de materia fecal, lo cual es bastante molesto cuando en el quirófano se ha llevado a cabo una ablación quirúrgica de las hemorroides.
2) Otra parte integral de la terapia consiste en un secado constante de la zona colindante con el recto sin tallado alguno de la piel interna de los glúteos con papel sanitario como ocurre cuando se limpia el recto después de haber ido al sanitario a regir. Tallar el recto y la zona cercana (moviendo el papel sanitario mientras se presiona la piel interna de los glúteos) para limpiarse después de haber expulsado materia fecal y recoger cualquier suciedad que se haya acumulado es algo que lastima sobremanera las hemorroides que haya allí, y hasta puede derivar en una infección en esa zona que tendrá que ser tratada con antibióticos (se trata, después de todo, de una de las partes más sucias del organismo). El que padece de hemorroides tiene que aprender a limpiarse de otra manera. Para esto, del rollo de papel sanitario se toma una tira larga de papel (de unos 50 o 70 centímetros, más o menos del largo del brazo) y se efectúan varios pliegues o dobleces (se pueden tomar como referencia las muescas puestas por los fabricantes del papel sanitario para el corte manual del papel sanitario a lo largo de una línea transversal) hasta formar un pequeño colchón. Se abren los glúteos y este colchón de papel se introduce entre los glúteos (¡por ningún motivo hay que introducirlo dentro del recto!) acomodándolo sobre el ano y la zona circundante cubriendo las hemorroides externas y aprisionando el papel sanitario entre los glúteos con fuerza moderada cubriendo también las hemorroides externas (o sea las que están fuera del recto, no las que están dentro del recto y son inalcanzables excepto por introducción forzada). El propósito es aprovechar la capacidad de absorción del papel sanitario para absorber la humedad que tiende a acumularse cada tres o cuatro horas en quienes padecen prostatitis. Si se lleva a cabo esto en forma correcta, se descubrirá que tras haber secado perfectamente el recto y la zona al cabo de unas tres o cuatro horas se vuelve a acumular humedad en esa parte del cuerpo (cuando se acaba de obrar, la humedad se puede volver a acumular tan rápidamente como en cuestión de media hora, y en tal caso hay que volver a limpiar esa humedad absorbiéndola con papel sanitario). Cuando esa humedad rectal no es removida, sobre todo antes de llevar a cabo de una caminata larga, a los veinte o treinta minutos de la caminata se puede sentir una sensación incomda junto con la necesidad de volver a limpiar allí; y al limpiar es posible encontrar otro rastro desagradable con el que son familiares quienes padecen de prostatitis: la presencia de algo que parece ser sangrado. Y de hecho se trata de una especie de sangrado. Sin embargo, no lo es en el sentido en que haya una hemorragia, se trata de algo muy curioso en donde se “suda” sangre con plasma de sudoración. Quienes se han topado con esta condición frecuentemente se espantan al pensar que tienen una herida abierta en salva sea la parte que está sangrando y que requiere ir a un hospital. No lo es, y la mejor manera de comprobarlo es llevando a cabo el secado que aquí se ha descrito. Tras efectuar el secado, al volver a llevarlo a cabo en una media hora o una hora y suponiendo que no se ha efectuado ninguna caminata, se encontrará que no se está “sudando” plasma sanguíneo. El secado constante y suave del recto y de las hemorroides por sí solo contribuye enormemente a disminuír las incomodidades ocasionadas por las hemorroides que se han complicado por la presencia de la prostatitis. Algunos eventualmente descubrirán que la acumulación de humedad en el recto tiende a ser más frecuente en temporadas de calor cuando se suda con mayor intensidad, sobre todo en aquellas personas que sudan más profusamente que otras, aunque esto ocurre con generalidad, y por lo tanto el secado sanitario de la zona rectal entre los glúteos deberá hacerse más seguido sobre todo cuando se ha caminado y se ha estado sudando por más de media hora.
3) La tercera parte de la terapia consiste en el reforzamiento de los músculos en la zona en la cual se encuentra el recto, lo cual ayuda a mejorar la circulación en esa zona y a desbloquear las hemorroides. Los músculos que nos interesan son el esfinter anal externo y el esfinter anal interno. Estos músculos sobre los cuales podemos tener un control voluntario son los que impiden que la materia fecal pueda salir al exterior cuando no estamos en el sanitario y estamos dedicados a nuestras actividades cotidianas. Cuando vamos al sanitario para expulsar excremento, el esfínter anal (hablaremos de ambos músculos como si fueran uno solo, ya que se complementan entre sí) se afloja y se hace suave. Podemos compararlo con un anillo que aumenta de diámetro, de un diámetro casi igual a cero a un diámetro de una pulgada (más o menos, en esto hay variabilidad). Ejercitar este músculo, sin tocarlo para nada, requiere algo de maña, y descubrir la manera de controlarlo en forma voluntaria al principio puede que no sea fácil, pero una vez que se ha logrado descubrir la forma de controlarlo se le puede hacer funcionar a voluntad. La primera vez que se hace, estando ya sea sentado o acostado, completamente relajado, diríjase la atención hacia el recto, y hágase como si se fuera a obrar pero sin hacerlo, tratando de “tensionar” el recto de una forma parecida a como se tensiona el bíceps del brazo sin levantarlo o sin moverlo y sin extenderlo. Este “tensionamiento” de un músculo sin moverlo es lo que hacen algunos gimnastas cuando practican ejercicios isométricos. Cuando una persona se para de manos con las manos puestas en el piso y los pies apuntando hacia el techo estirados por completo, se trata de tensionar lo más posible los músculos de las manos haciéndolos “duros” para poder mantenerse inmóvil parado de manos. Una vez que se ha descubierto que se puede tomar un control sobre el músculo del esfínter anal, se podrá comprobar que este músculo sólo se puede tensionar “hacia adentro”, causando voluntariamente que su diámetro disminuya; no es posible “abrirlo” radialmente. Una vez que se ha comprendido y entendido esto, el siguiente paso consiste en “tensionar” voluntariamente el esfínter anal primero por unos cinco segundos seguidos, después aprender a mantenerlo tensionado por unos diez segundos seguidos, y eventualmente por unos veinte segundos o un poco más. Estos ejercicios para fortalecer el músculo del esfínter anal son conocidos como ejercicios de Kegel o Kegels en honor del médico Doctor Arnold Kegel quien fue pionero en proponer y defender esta terapia. Aquí refinaremos y ampliaremos un poco más la terapia original de los kegels para cubrir una zona más amplia que abarque los músculos internos de ambas piernas que alcanzan hasta la pelvis, conocidos en terminología médica como músculos aductores. Para llevarlos a cabo, acuéstese boca arriba en la cama y levántense ambas rodillas para que queden apuntando hacia el techo pero manteniendo las plantas de ambos pies en la cama. Acérquense ambas rodillas hasta que casi se toquen. Ciérrense los puños de ambas manos como si se fuese a dar un golpe fuerte con cada mano. Extiéndanse ambos brazos con los puños cerrados, juntando ambas manos de modo tal que quede dedo pulgar contra dedo pulgar y dedo índice contra dedo índice, poniendo ambos puños cerrados entre las rodillas (por esto es necesario subir las rodillas, de no hacerse esto no es anatómicamente posible poner los dos puños entre las rodillas). Una vez que se está acostado boca arriba con los puños cerrados puestos entre las rodillas, póngase en la mayor tensión que se pueda al esfínter anal cerrando al mismo tiempo las rodillas apretando ambos puños que las mantienen separadas, poniendo también en tensión los músculos internos de ambas piernas. De este modo, tanto el esfínter anal como los músculos interiores de las piernas estarán en tensión. Cuéntese hasta diez o quince y aflójese. Y esto es todo, esta relativamente rápida maniobra completa un kegel. Si se desea una variante para tensionar los músculos de las piernas hacia adentro a la vez que se “jala” también hacia adentro el esfínter anal, en vez de usar las manos se puede poner una pelota de basquetball entre las rodillas tratando de apachurrarla entre las rodillas. Y si se quiere algo de movimiento en vez de simple tensionamiento muscular, se puede procurar algún complemento gimnástico como el que se muestra a continuación:
Inclusive hasta se puede usar una pelota cualquiera para presionar y tensionar hacia adentro los músculos aductores en combinación con el tensionamiento de los músculos del recto:
No se requiere efectuar muchos kegels para obtener un alivio. Al principio, basta con un solo kegel de unos veinte segundos en la mañana, y otro de veinte segundos por la noche. Después, se puede agregar un kegel intermedio para llevarse a cabo al mediodía. No le llevará más de un minuto en total hacer los tres kegels. Con el paso de los días, se irá descubriendo cuántos kegels diarios se requieren para hacer que el alivio perdure. Aunque más de diez kegels diarios sería algo inusual, cada persona es la que debe ajustar la cantidad diaria de kegels y la duración de cada kegel a lo que le produzca el mejor resultado.Esta terapia de tres técnicas usadas en combinación puede ser muy efectiva, y no requiere de medicamentos ni procedimiento quirúrgico alguno, y hasta puede salvar al paciente de la dolorosa y sumamente incómoda visita al quirófano usada para extirpar las hemorroides mediante la aplicación del cuchillo en salva sea la parte. Sin embargo, se advierte de antemano que los resultados no son instantáneos; tardó tiempo en llegarse a esta condición (en algunos casos años) y no se puede eliminar en cuestión de unas cuantas horas. Sin embargo, es razonable experimentar algún alivio a la semana de haber empezado el tratamiento, y al cabo de varias semanas se puede experimentar una sensación de cura.
Al estarse sometiendo a la terapia que aquí se propone, evítese el estreñimiento (tomando alimentos con mucha fibra como los frijoles y las tortillas de maíz evitando alimentos grasosos como el tocino y las frituras condimentadas) e igualmente evitar y controlar las diarreas, teniendo en mente que tanto el estreñimiento como las diarreas son precisamente los principales causantes de la aparición de las hemorroides, aunque hay otras causas que ocurren en otros casos como la práctica de la sodomía agresiva (penetración anal) que se da entre los varones que sostienen relaciones homosexuales para lo cual se vuelve imperativo reducir al mínimo absoluto tales prácticas (y dicho sea de paso, la práctica de la sodomía es una costumbre que puede predisponer a una mujer a la aparición de las hemorroides, no de inmediato, sino con el paso del tiempo, al irse debilitando progresivamente las paredes musculares que rodean al recto). Por lo tanto, antes de atender el problema de unas hemorroides combinadas con una prostatitis así sea leve, es importante atender y resolver primero cualquier problema gastrointestinal que se tenga. En esta bitácora ya se ha publicado aquí un trabajo previo que proporciona algunas sugerencias para atender las irregularidades del tracto digestivo.
Y si bien, las mujeres carecen de una glándula prostática, también suelen padecer de hemorroides. Y la buena noticia es que también ellas pueden poner en práctica la terapia que aquí se ha dado, y también pueden esperar obtener alivio y beneficios, e inclusive una cura total de las hemorroides.
Por último, no es recomendable mezclar la terapia que aquí se propone, la cual no requiere de la adquisición de medicamento alguno y es completamente natural, con la ingesta de fármacos y paliativos anti-hemorroidales como Doxium y Nikzon, porque si hay una mejora el paciente no sabrá si la mejora se debe a la puesta en práctica de la terapia de tres pasos que se ha dado aquí o si se debe a un efecto curativo del complemento medicinal (hay una variedad de productos supuestamente anti-hemorroidales que sirven únicamente como placebos que producen una sensación de alivio únicamente porque la persona tiene fé y está convencida de que le son de utilidad, efecto placebo sin el cual no proporcionan ninguna mejoría).