Una característica fisiológica bastante conocida pero poco agradable en los adultos es el olor que se desprende en las axilas sobre todo cuando han transcurrido varios días sin que la persona se haya dado un buen baño, para lo cual inclusive con un baño diario es necesario recurrir a desodorantes.
En algunas personas, no en todas, esta condición es particularmente ofensiva pese a que tales personas se asean escrupulosamente en forma diaria. Los desodorantes simple y sencillamente no parecen funcionarles como les funcionan bien a otras personas. Esto se puede deber a un problema poco conocido pero que suele ocurrir sin que inclusive los médicos a los que acude la persona buscando ayuda se den cuenta de ello y le puedan recomendar algo para que pueda resolver su situación. El problema en cuestión es que se trata de un problema no de bacterias que son las causantes del olor axilar típico sino de hongos. Y a estos hongos no los mata ningún jabón antiséptico por bueno que sea. Tampoco los mata el alcohol, ni los mata ningún bactericida, y además tienen la facultad de poder “hundirse” debajo de la superficie de la piel y “echar raíces” al igual que como lo hacen las hierbas. La siguiente microfotografía nos muestra el aspecto que tiene el hongo que produce el pie de atleta:
Aunque pueda parecer sorprendente, con bastante frecuencia los hongos que ocasionan una condición particularmente fuerte de mal olor axilar son los mismos que los que producen el pie de atleta. Y la cura para tal condición conocida como dermatomicosis radica en estarse aplicando por un cierto período de tiempo (que puede variar de una semana a dos semanas) en cada axila un compuesto anti-hongos del tipo de compuestos químicos conocidos formalmente como antifúngicos o antimicóticos.
Cualquier persona que haya padecido pie de atleta sabe muy bien lo que es tal condición. El mal olor de pies generalmente va acompañado de una sudoración excesiva con la cual los calcetines pueden terminar completamente húmedos al finalizar el día y quitarse los zapatos. Y esta condición no se cura lavando muy bien los pies aunque sea dos o tres veces al día con el mejor jabón que se pueda encontrar (a menos de que sea un jabón antimicótico), como tampoco se elimina frotando alcohol en la piel de los pies infectados con el pie de atleta. Lo que puede sorprender a muchos es que basta con que algunas de las esporas causantes del pie de atleta se puedan alojar en las axilas para empezar a multiplicarse, y estas esporas de hongo al igual que el hongo ya multiplicado no son visibles a simple vista.
Un compuesto químico de amplio espectro de actividad antimicótica y que a bajas concentraciones actúa como fungicida contra dermatofitos y ciertos hongos dimórficos es la terbafina. Usada contra levaduras, la terbafina puede actuar como fungicida (mata al hongo directamente) o como fungistático (detiene e impide el crecimiento del hongo) según la especie de hongo. Interfiere en una etapa temprana de la síntesis de componentes fundamentales del hongo, cuyo resultado es la muerte del mismo hongo. El alivio de los síntomas clínicos usualmente se produce a los pocos días de iniciarse el tratamiento. Antes de aplicar el antimicótico al área axilar es recomendable tener la axila depilada para que no haya presencia de pelo que pueda reducir el contacto directo del fungicida con la piel; queremos que el antimicótico se deposite en la piel, no en el pelo. Téngase presente que el hongo no es un hongo depositado únicamente en la superficie de la piel, penetra por debajo de la piel en donde echa “raíces” al igual que el pasto echa raíces debajo de la superficie de la tierra, siendo esta la razón por la cual no es tan fácil liberarse del hongo.
Así como algunas de las relaciones de pareja se “avinagran” cuando a uno de los cónyuges le hieden los pies, y las relaciones se restablecen a la normalidad cuando la condición del pie de atleta es eliminada, del mismo modo la mejoría de los problemas de tipo axilar ocasionados por hongos en las axilas pueden mejorar cuando tal condición es eliminada con un fungicida que pueda remover el hongo.
Hay algunas personas que son alérgicas a la terbinafina, y lo saben porque desde la primera aplicación empiezan a sentir comezón, ardor e irritación en la piel. Afortunadamente, para estas personas existen otros fungicidas alternativos como el clotrimazol.
Es importante señalar que, aunque el uso de un antimicótico para eliminar en las axilas el mismo hongo que ocasiona el pie de atleta puede mejorar considerablemente el control de la sudoración corporal excesiva en las axilas y la producción de mal olor, el aseo diario y el uso de desodorantes debe mantenerse vigente, porque del mismo modo que los bactericidas no son antimicóticos y no pueden eliminar el hongo causante del problema, los antimicóticos tampoco tienen efecto alguno sobre las bacterias que requieren el uso de aseo y desodorantes porque no son bactericidas.
Resuelto el problema axilar causado por hongos, sería sumamente deseable que pudiera existir alguna “vacuna” capaz de desarrollar anticuerpos que puedan eliminar por completo las bacterias que ocasionan el mal olor, lo cual no es tan fácil como parece en virtud de que las vacunas actúan principalmente en contra de los virus que son una forma de vida completamente distinta a las bacterias, y menos en una época en la que ya hay bacterias resistentes a todo tipo de antibióticos. De cualquier modo, aunque algún biólogo molecular pudiera desarrollar algo para matar por completo y en forma definitiva a las bacterias que viven permanentemente en las axilas y a las cuales ningún aseo las puede eliminar por completo, tengo la sospecha de que si tal descubrimiento fuera realmente efectivo entonces las compañías fabricantes de desodorantes se acercarían con el científico para comprarle todos los derechos de la patente y pagarle para no fabricar ni divulgar los detalles de su descubrimiento en virtud de que el negocio de los desodorantes es un negocio mundial multimillonario, y una “cura definitiva” para el mal olor de axila capaz de volver obsoletos a los desodorantes actuales llevaría a la quiebra a estos negocios multimillonarios. No les conviene que se desarrolle tal “cura”, y si se pudiera desarrollar o descubrir por accidente tampoco les conviene que los detalles sean divulgados ya que ello pondría en grave riesgo a dichas empresas, las cuales estarían dispuestas a pagar cualquier monto con tal de mantener su presencia en el mercado. Así funciona el capitalismo.
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