jueves, 3 de noviembre de 2016

El Justiciero de la Marquesa



México ya tiene su propia versión de El Llanero SolitarioEl Avispón Verde, y Arrow. Excepto que se trata de un personaje verdadero, de carne y hueso, no es un personaje de historietas de ficción, es real en toda la extensión de la palabra. Al igual que los héroes clásicos de las historietas, no trabaja para ninguna dependencia policiaca ni para alguna agencia oficial de gobierno, lo cual considerando los niveles de corrupción que hay en las instancias oficiales en México es un punto a su favor y no en contra. Mantiene su identidad verdadera en el anonimato, al igual que Clark Kent. Combate en contra de los malandros que roban y asesinan, defiende a los inocentes, defiende a las víctimas, y es duro en contra de los delincuentes.

Su primera aparición pública empezó en la madrugada del lunes 31 de octubre de 2016, la madrugada del Día de Brujas o Halloween, cuando los automovilistas que recorrían la carretera federal México-Toluca empezaron a reportar que había cuatro cadáveres en el kilómetro 38, en el municipio de Ocoyoacac. Uno de los cuerpos estaba sobre el carril de baja velocidad, los otros tres a un lado del camino. Era una imagen digna de Halloween.

En un país en el que las escenas dantescas son una realidad cotidiana, mucha gente supuso que los muertos de la carretera México-Toluca eran víctimas de una ejecución del crimen organizado. Pero resulta que esta vez las cosas fueron muy distintas. Los cuatro cadáveres eran, según las declaraciones de testigos, maleantes que asaltaron un autobús. Éstos habían amenazado a los pasajeros con una pistola y después de robarles se aprestaban a descender cuando uno de los pasajeros, el Justiciero de la Marquesa (la Marquesa es una referencia al parque La Marquesa por el cual atraviesa la carretera en donde hizo su aparición por vez primera El Justiciero de la Marquesa) conocido también como El Vengador Justiciero, sacó una pistola, les disparó primero dentro del vehículo y luego bajó a los que se estaban fugando y los enfrentó dándoles el castigo que las autoridades nunca les aplicaron o nunca  quisieron aplicar.

El Justiciero de la Marquesa después de haber dado cuenta de los hampones que recuperó las pertenencias que habían sido robadas y las colocó en el piso del autobús. Pidió a los pasajeros que tomarán lo suyo y les dijo “Háganme el paro”. El autobús reemprendió el viaje y después de un rato el justiciero se bajó del vehículo y se perdió en la vegetación al lado de la carretera, con los aplausos, el reconocimiento y el agradecimiento eterno de los pasajeros del autobús que lo alabaron como un héroe.

La carretera México-Toluca no es una vía en la que se registren muchos incidentes de robo, pero otros caminos de acceso a la Ciudad de México se distinguen por los asaltos. Nadie presenta nunca una denuncia formal ante el Ministerio Público porque todos saben que eso es una simple pérdida de tiempo.

Puesto que El Justiciero de la Marquesa acaba de tajo con la delincuencia de la única manera en la que es posible acabar con ese cáncer social de una vez por todas y para siempre, aplicándoles la pena de muerte a los malandros y enviándolos al único lugar en donde no pueden ser soltados por un ministerio público corrupto o por un juez venal para que sigan haciendo de las suyas, un lugar de reposo en donde no pueden ser defendidos en sus derechos humanos malandros por una inhumana e inútil Comisión Nacional de los Derechos Humanos que se preocupa mucho más por los derechos humanos de los victimarios que por los derechos humanos de las víctimas de la delincuencia, es muy posible que El Justiciero de la Marquesa se haya inspirado en la película El Vengador Anónimo estelarizada por Charles Bronson. Hasta es posible que El Vengador Justiciero haya decidido entrar en acción por haber sido víctima de la delincuencia o inclusive porque algún familiar suyo como una madre o un hermano haya perdido la vida a manos de los delincuentes sin que las autoridades hayan hecho nada para arrestar a los malandros.

Como suele ocurrir en casos como estos en donde los familiares de los malandros en vez de denunciar ante las autoridades a las ovejas negras de la familia que deshonran el apellido que llevan y se la pasan haciendole el mal a los demás, los familiares de los cuatro delincuentes ajusticiados y enviados por El Justiciero de la Marquesa al más allá no en el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) ni en el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) sino en la celebración del Día de Brujas para los demonios y condenados exigieron ante las autoridades la búsqueda y detención del Vengador Justiciero para su pronta condena a 30 años de prisión por lo menos. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha permanecido callada no tanto porque no sienta simpatías hacia los malandros ajusticiados por el héroe anónimo sino porque sus esfuerzos están enfocados en aquellos malandros vivos a los cuales se puede favorecer con "recomendaciones" de la CNDH pidiendo todo tipo de clemencia y misericordia para los victimarios olvidándose por completo de las víctimas de los criminales.

La aparición de El Justiciero de la Marquesa ocurre en un momento en el que en muchas partes de México el pueblo, harto y más que harto de estar siendo víctima de los desalmados, y dejado al garete y en el olvido por unas autoridades que casi nunca (o mejor dicho, nunca) detienen a estos malandros para removerlos de la sociedad enviándolos a prisión por una larga temporada, ha llegado a la conclusión de que la única justicia a la que se puede aspirar es a la justicia hecha por mano propia.

Los familiares de los cuatro malandros les podrían haber salvado la vida a sus cuatro desalmados parientes si en vez de estarlos consintiendo o haciéndose de la vista gorda hubieran acudido ante las autoridades para removerlos de la sociedad aún con vida. Como no lo hicieron, sus demandas de justicia (justicia en favor de los malandros, justicia en favor de los criminales, justicia en favor de los asesinos, ¡en favor de todos ellos, sí señor) hoy son extemporáneas. Para proceder en contra de El Justiciero de la Marquesa, las autoridades tendrían que hacer lo que en forma por demás sospechosa nunca hacen, recabar evidencias y testimonios de los testigos que iban en el autobús. Pero nadie dentro del autobús va a testificar en contra de El Justiciero de la Marquesa, porque tanto el chofer como los pasajeros lo ven como un héroe. Aún si lograran aprehenderlo, ninguno de los que iban en el autobús cometería una traición en contra suya. Si pudieran, le levantarían una estatua en sus respectivos poblados honrándolo como un benefactor y bienhechor de la sociedad mexicana.

Por una vez en la vida, aunque sea por una sola, a muchos les gustaría ver que los malvados no se salieran con la suya. Y El Justiciero de la Marquesa ha llegado al escenario nacional para darles a las víctimas la justicia que las autoridades por ineptitud o colusión y corrupción les siguen negando. El Justiciero de la Marquesa actuó como juez, jurado, y ejecutor de la pena máxima. No existe ninguna duda de que los cuatro ajusticiados eran unos malandros hechos y derechos sin posibilidad de enmendarse; todos los pasajeros del autobús y el chofer son testigos de ello y en este caso sí estarían dispuestos a  testificar en favor de El Justiciero de la Marquesa, de modo que el veredicto fue certero. Y la sentencia justa también, puesto que se trataba de malandros que habían entrado al autobús con la plena disposición de matar a sangre fría a cualquiera que se les resistiera.

Alejandro Jaime Gómez Sánchez, Procurador General de Justicia del Estado de México, ofreció personalmente a los medios de comunicación una reconstrucción de los hechos dentro del autobús afirmando posteriormente a los reporteros que la procuraduría a su cargo estaba tratando de identificar y localizar al Justiciero de la Marquesa, (varios penalistas han advirtido que el justiciero podría alcanzar hasta 240 años de cárcel en caso de ser encontrado), cuando uno de los reporteros le dijo: "Se estima que en esta zona de La Marquesa se cometen diariamente hasta unos cincuenta asaltos a camiones de pasajeros, todos los cuales permanecen impunes sin castigo alguno excepto éste en el cual la fiscalía que usted dirige no puede adjudicarse ni el crédito ni el mérito de haber enfrentado a los pasajeros y haber salvado a los pasajeros y al chofer. ¿No sería mucho mejor que en vez de andar perdiendo el tiempo tratando de identificar y localizar al justiciero anónimo, algo para lo cual el estado no cuenta ni con el apoyo ni las simpatías de las víctimas ya no se diga la población en general que puede emitir un voto de castigo a la actual administración en las elecciones que se llevarán a cabo en 2017, mejor se pusieran a trabajar para identificar, localizar, arrestar y meter a la cárcel a los culpables de los cincuenta asaltos que se están cometiendo diariamente en esta zona sin castigo alguno, salvando de paso sus vidas al mantenerlos recluídos en prisión y evitando con ello que la población se haga justicia por su propia mano?". El Procurador enmudeció, no supo qué responder, y se retiró sin decir palabra dando por terminadas las entrevistas con los medios de comunicación. Cada vez hay más ciudadanos que están proponiendo que tanto el Procurador del Estado de México como todos los policías y agentes ministeriales a su disposición, si les queda algo de vergüenza, deberían de renunciar a sus sueldos y prestaciones para pagarle con esos dineros al Justicero de la Marquesa lo justo por el combate a la delincuencia que las autoridades no están llevando a cabo.

Las autoridades del Estado de México pueden desde luego tratar de ubicar a El Justiciero de la Marquesa con la finalidad de aplicarle un castigo ejemplar para demostrarle a todos los mexicanos que nadie puede hacerle nada a un criminal sin esperar que le caiga todo el peso de la ley encima. Pero el principal problema que enfrentan, como ya se dijo, es que nadie va a testificar en contra suya. El otro problema es que, aún si logran ubicarlo y arrestarlo, en todo México se elevarán mil voces en defensa de El Justiciero de la Marquesa exigiendo su liberación inmediata. Por otro lado, el enfocar todo el aparato oficial en contra de El Justiciero de la Marquesa en lugar de enfocarlo en contra de los criminales que siguen operando impunemente en las carreteras solo serviría para probar que las autoridades están coludidas con la delincuencia, algo que muchos sospechan y que otros dan por hecho. Este es un caso en el que lo mejor que pueden hacer las autoridades del Estado de México, si aún les queda algo de cerebro, es "congelar" el expediente para darle "carpetazo" con la esperanza de que el incómodo asunto pronto quede olvidado. De hecho, casi al mismo tiempo en el que El Justiciero de la Marquesa se cobró en nombre del pueblo de México las facturas que los cuatro malandros tenían pendientes con la sociedad, en otro estado, Aguascalientes, tres mujeres mataron a un hampón a cacerolazos, y las autoridades al constatar la flagrancia de los hechos decidieron no emprender ningún tipo de acción en contra de las tres mujeres que a fin de cuentas actuaron en legítima defensa, un derecho que no se le puede negar a nadie y que está por encima de cualquier derecho humano que haya podido tener en vida el malandro. Como siempre ocurre, los familiares del malandro llegaron prontamente a la zona para exigir justicia, aceptando cínicamente que el hampón se dedicaba a robar pero argumentaron que su queridísimo familiar no le hacía daño a nadie (obsérvese el contrasentido).

Editorialistas como Gerardo Galarza (director editorial adjunto del periódico Excélsior) critican duramente el que no se castigue con todo el peso de la ley a los justicieros anónimos, a los que acusan de criminales tan criminales como los criminales a los que ajustician (aunque me salió cantinflesco ésto último, realmente no pude evitarlo). Para responderle a estos analistas y comentaristas, hay que distinguir los dos tipos de defensa con los que cuenta la sociedad para protegerse de los hampones y mal nacidos:
  1. La protección que el Estado está obligado a proporcionar a la ciudadanía usando para ello a los aparatos de prevención del delito y procuración e impartición de justicia, para lo cual a cada ciudadano se le exprimen los impuestos que debe pagar al Estado a cambio de tal servicio.

  2. El derecho de legítima defensa cuando no hay nadie más a quien recurrir.
Lo deseable es que los gobernantes y las procuradurías hagan su trabajo, para eso se les paga. Pero si no lo hacen ya sea por molicie o por complicidad con la delincuencia, entonces lo único que queda es el derecho de legítima defensa. Si se renuncia voluntariamente a este derecho cuando el Estado no hace absolutamente nada para aprehender y castigar (o rehabilitar) a los delincuentes, entonces se le está diciendo al malandro: “Haz lo que quieras, viola a mi esposa y a mis hijas, quítame lo que quieras, y si quieres mata a mi familia y también mátame a mí, que no habrá ninguna repercusión en contra tuya”. Una indefensión así sería el paraíso de los malandros, sería una invitación abierta al crimen, es lo que los mal nacidos quisieran. En caso de una agresión violenta a manos de gente desalmada y cruel, es de esperarse que editorialistas como Gerardo Galarza cambien al instante su modo de pensar y tomen justicia por su propia mano en vez de dejar que el malandro les viole a la esposa, a las hijas, robe sus posesiones y termine matándolos a todos. Y si no está dispuesto a defender a su propia familia tomando justicia por su propia mano, entonces por lo menos debería informarle de esto a la novia antes de que ella acepte en el altar como esposo a alguien que no estará dispuesto a defenderla a ella y a los hijos jalando el gatillo de la pistola casera si es que se requiere tal cosa ante desalmados que siempre andan armados y dispuestos a matar a gente inocente.

El grado de hartazgo de los ciudadanos mexicanos en relación a la impunidad con la cual operan los malandros amparados por autoridades corruptas que solo se alarman y se movilizan cuando la población decide tomar justicia por su propia mano se puede medir con la aparición cada vez más frecuente de mantas como la siguiente:




Hay por lo menos un cineasta que, inspirado en El Justiciero de la Marquesa, ya está interesado en hacer una película con un título como La leyenda del Justiciero de la Marquesa en la que El Justiciero sería elevado a la categoría de un moderno Robin Hood a la vez que las autoridades que no hacen nada para acabar con la delincuencia en México serían puestas a la par con los malos de la película,  y en varios poblados están proponiendo seriamente levantar estatuas en honor de este nuevo salvador de gente inocente que al decir de muchos merece ser condecorado. El caso es que la cosa se está poniendo cada vez más difícil para ejercer la profesión de hampón criminal en México porque aunque cuenten con la complicidad de las autoridades para seguir ejerciendo sus actividades ilícitas, el número de personas que ha decidido tomar la justicia en sus propias manos va en aumento, y ante esto ni siquiera la CNDH puede intervenir para auxiliarlos cuando la justicia popular los alcanza y les aplica su merecido.

En cuanto a los centenares de malandros que aún andan rondando por allí asaltando y matando en despoblado a gente inocente, más les valdría pensarla dos veces y buscarse otra ocupación más honesta, porque en caso de toparse con El Justiciero de la Marquesa lo más probable es que irán al cementerio para hacerle compañía tres metros bajo tierra a los cuatro malandros que ya fueron despachados al otro barrio por El Justiciero. Esto ocurre mientras El Justiciero de la Marquesa empieza a convertirse en una leyenda en México ante los grotescos índices de impunidad y corrupción que están terminando por hartar a toda la población.



1 comentario:

Angel Jeshua Mondragón Cuevas dijo...

No podría estar más de acuerdo con el partido que tomas en tu redacción; solo sueño con el momento en el que México se libre de la violencia que lo aqueja desde hace más de 200 años.